36 Aquellos errores de los cuales nos arrepentiremos💖🔥

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Martin observó el techo de la habitación mientras su esposo lo mantenía en posición sobre él y levantaba sus caderas para follarlo a gusto

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Martin observó el techo de la habitación mientras su esposo lo mantenía en posición sobre él y levantaba sus caderas para follarlo a gusto. Dios, jamás se acostumbraría a su tamaño, a la manera en que lo dejaba temblando y adolorido. Tampoco entendería con su cerebro la idea de que su cuerpo era una puta insaciable cuando Damián Blake ponía las manos en él. Era único, generaba cosas que Martin jamás experimentó hasta que lo conoció. Había tenido sexo de todo tipo y en todas las posiciones posibles con mujeres de todas las nacionalidades. Le bastó probar lo que el doctor Blake tenía reservado para él, para darse cuenta de que jamás escaparía de su placentera prisión, de las tortuosas emociones que invadían a su corazón cuando alguien buscaba llamar la atención de su hombre. Martin era consciente de que era un inmaduro emocional, no era tonto para negar lo obvio, como tampoco negaría que le falló demasiadas veces y ese hombre que, no solo era una impresionante verga de veintidós centímetros, sino un ser humano maravilloso, lo perdonó y le dio una nueva oportunidad desde el alma. Hizo borrón y cuenta nueva y siguió adelante junto a él. Martin pensó en todo lo que aprendió de ese hombre, en todo lo que sanó a su lado, en la manera que incluso lo ayudó a recuperar el amor de su mamá quien estuvo años encerrada en un psiquiátrico y ahora, podía salir y tener cenas y almuerzos con ellos y con Bastian, a pesar de que este último no era su hijo.

Damián Blake cambió su vida. Lo hizo un hombre de bien, le enseñó la compasión, el mirar al otro, ponerse en sus zapatos incluso cuando jamás experimentó pobreza o miseria. Damián lo llevó a explorar sus límites, a encontrarse consigo mismo, a cumplir fantasías sin vergüenza ni limitaciones, a disfrutar el sexo con amor. A disfrutar los mejores orgasmos de su vida, como el que estaba a punto de experimentar a fuerza de embistes brutales.

El golpeteo de la carne era el sonido que acompañaba sus jadeos y gemidos bajos. Martin se estremeció, el semen salió disparado y bañó el abdomen de Damián y parte de su pecho. El hombre lo arrojó sobre el colchón, Martin se retorcía mientras tiras y tiras de semen lo abandonaban. Damián lo embistió con la fuerza de un toro, profanó su entrada como la primera vez, con fuerza y determinación, seguro de lo que hacía, seguro de que entendía las necesidades de su amante que se entregaba a pleno a su toque, y a su intensidad. Eran fuego abrasador, ardiente como el infierno. Se podría decir que Martin Driesen tenía su propio demonio personal, uno que lo torturaba de la manera más sensual y placentera posible.

Damián hizo círculos con sus caderas y masajeó la próstata. Martin tembló, el hombre recorrió con su lengua desde el cuello hasta su pezón derecho y cerró su boca sobre él.

—¡Ay!—Martin se quejó y observó extasiado al hombre que daba golpecitos con su lengua antes de succionar una vez más.

—Te ves tan hermoso cuando estás caliente—Damián embistió en su interior—, me haces querer venirme solo con eso.

—Hazlo—Martin presionó las nalgas redondas y turgentes del médico y clavó sus dedos en ellas—, lléname.

Damián empujó en su interior como él sabía. Martin se sujetó al cuerpo sudado sobre él y lo dejó hacer su magia. Los dedos se pasearon por la espalda, las uñas hicieron surcos en la piel.

—Vamos, amor.—Martin lo instó a embestir con más fuerza y su sexi médico respondió—. Sí, así me gusta.

Un nuevo orgasmo golpeó el cerebro de Martin y destruyó las escasas neuronas que todavía contribuían a su proceso cognitivo. Damián se enterró en él tan profundo que fue consciente de que su esposo sentiría las consecuencias por varios días. Se derramó acallando un grito. El éxtasis brutal al que el hombre debajo de él lo llevaba. Damián se sentía su esclavo, fue así desde el primer momento en que sus bocas su unieron.

—Me encanta cuando te quedas quieto así—musitó Martin contra su oído acariciando su espalda y sus nalgas—, nunca me cansaría de esto, doctor Blake.

Damián salió con cuidado de su interior. Martin hizo una mueca de dolor, y luego se arropó en el cuerpo sudado de su esposo. Sus respiraciones al límite, de igual modo el latido de sus corazones que encontraban la calma en ese abrazo eterno mientras cerraban sus ojos.

Martin dio un suspiro, y apoyó su mano en el pecho de Damián. Este lo observó, apartó el cabello sudado de sus ojos.

—¿Pasa algo?

—Odio al hijo de puta de Charles Brandon—declaró con dolor por su hermano—. Le estaba pidiendo que lo pusiera en primer lugar como Bastian lo hace, nada más que eso, entonces como un adolescente malcriado le lanza el puto anillo a los pies y se va enojado.

—Martin...

—¿Sabes lo que más rabia me da?—Martin se enfocó en su marido—¡Este idiota lo va a perdonar! ¡Como lo hizo cien veces! ¡Y ese bastardo seguirá arriesgando su vida y Bastian pidiéndole a todos los ángeles y los demonios que lo protejan!

Damián no sabía qué decir. Siempre estuvo en un punto de equilibrio, sin defender a uno o al otro, pero consideró que Brandon no tenía defensa esta vez. Sí, había llegado con un anillo de compromiso, pero ¿eso arreglaba los temores de Bastian? ¿Sus pedidos más que justificados?

—No se merece a mi hermano—sentenció Martin—, cada día estoy más seguro de eso. No importa lo guapo que sea, es un imbécil que tiene inseguridades peores que las mías, y eso ya es mucho decir.

Damián rio, Martin al principio lo miró con seriedad, pero luego comenzó a reír también ¿Cómo carajo lograba que una conversación tensa terminara en carcajadas?

—No te adelantes a los acontecimientos, toma tus propios consejos, Driesen—agregó Damián.

—¿A qué te refieres?

—Creo que Brandon esta vez dará el paso correcto.

—Espero que sea hacia el abismo, así nos deja de joder la vida a todos.

—Tonto—Damián le dio un golpecito en la cabeza—, hablo en serio. Pienso que tomará las decisiones correctas, no creo que pierda a Bastian.

—¿Y si no lo hace?—preguntó con miedo Martin. Damián chasqueó la lengua.

—Pues deberá acostumbrarse a vivir con el arrepentimiento porque dudo que en este mundo alguien lo ame más que tu hermano, y si no lo valora, pues es su error. Bastian va a recuperarse, en cambio él, lo dudo.

Martin cerró los ojos y respiró el aroma de su esposo, tocó con la punta de sus dedos el pecho y los cuadritos de los abdominales.

—¿Sabes? Creo que tienes razón—dijo con una sonrisa y Damián lo observó con sorpresa.

—¿Me estás dando la razón?

Martin negó y se montó sobre él. Sus labios volvieron a tocarse.

—Sí, doctor Blake, pero tampoco te acostumbres. 

PENUMBRAS S.B.O Libro 13 (Romance gay +18)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora