—¿Te das cuenta de que no es una casualidad que ambos fuéramos hijos únicos?
—Es extraño que tu padre como jefe de ese tipo de organizaciones no haya tenido más herederos.
—No los necesitaba. Tenía a mi tío, y él era padre de tres varones.
—De todos modos, la heredera eres tú.
—No, mi padre me alejó de todo aquello cuando me trajo a Estados Unidos y doy gracias por ello.
Eddie acarició la mejilla del pequeño Mario que dormía junto a su hermana después de alimentarlos. Su respiración pausada y en calma. Los cabellos rubios se le adherían a su frente. Sus largas pestañas descansaban sobre sus mejillas. Camila se movió en ese momento. Edward la observó, la pequeña sonrió en sueños y su padre emuló el gesto ¿Cómo podía sentirse tan completo e infeliz al mismo tiempo?
Las lágrimas poblaron sus ojos por enésima vez. Eddie toleró hambre, golpes y humillaciones por muchos años. Lo hizo estoico, sin derramar lágrimas ni mostrar señales de vulnerabilidad. De repente, se encontró en un laberinto sin salida, sin saber qué le deparaba el destino, qué les deparaba a sus hijos. Moriría antes de perder a sus hijos, era capaz de todo con tal de evitarles sufrimiento, con tal de que su inocencia se mantuviera intacta. Que siempre fueran ellos mismos, que siempre tuvieran la posibilidad de elegir su camino, que nadie les arrebatara sus creencias.
Eddie jamás creyó que tener un hijo se sintiera de esa forma, como si el pecho se abriera en dos y se desgarrara ante la posibilidad de no ser suficiente para protegerlos. Baltimore no tuvo problemas de autoestima. Entendía que era fuerte, guapo, inteligente si se quiere, pero ahora solo podía pensar que necesitaba a Holy, que nunca sería digno de esa mujer y de sus hijos.
Se acarició los labios y percibió que el hormigueo del beso con Mario aún estaba latente. Si Holy lo viera. Apenas llevaba horas muerta y él tenía fantasías con otro. Se había besado con ese antiguo amante al cual, se juró no regresar.
«Es Mario, tu Mario».
No, ya no le pertenecía, de hecho, nunca lo hizo. Lo sucedido con Alexander en su departamento lo demostró. Eddie vivía en una fantasía, una idea tonta en donde volvería a perder y a sufrir.
Era consciente de que necesitaba dormir, que las ojeras de su rostro, el cansancio físico y mental no se irían si no ponía la cabeza en la almohada, pero tenía miedo. Un temor atroz que le retorcía las entrañas.
¿Y si esos bastardos iban por él y sus hijos?
—De verdad la cagaste hombre—maldijo Baltimore quien estaba a cargo de la custodia de Luciano de Almeida—¿Por qué no hablaste a tiempo? ¿Por qué no mataste a Kevin?
—¿Tú me crees?—Luciano frunció el ceño.
—Por supuesto que lo hago, pero sé que mi opinión no cuenta. Nadie inventaría una historia como la tuya, nadie tiene la suficiente imaginación para maquinar algo así, ni siquiera tú, por más manipulador que seas—explicó todavía horrorizado por todo el relato. Luciano dio un suspiro, el inhalar y exhalar era una tarea titánica. Mario y Alexander habían hecho un gran trabajo.
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PENUMBRAS S.B.O Libro 13 (Romance gay +18)
RomanceLa vida de Eddie Baltimore siempre fue difícil. Con un padre alcohólico y una madre ausente, su único refugio desde muy temprana edad fue su amigo Mario. Uno que con el tiempo se convirtió en algo más. Alguien por el que estaba dispuesto a dar todo...