—¿Tienes una idea de las veces que me imaginé haciéndote el amor?
—Eres un pervertido.
—No, ese eres tú, yo solo soy un hombre que siempre estuvo enamorado de su mejor amigo.
El auto de la policía frenó de golpe y Eddie despertó. Llevaba a sus hijos en sus brazos. El oficial lo llevó hasta el departamento en el cual vivían y el cansancio lo había vencido. Baltimore descendió del vehículo con sus hijos y se dirigió rumbo a su hogar.
«Hogar».
¿Alguna vez sería digno de algo así? ¿De la magnificencia de esa palabra? Baltimore pensó que podía conseguir eso con Holy, también creyó tenerlo cuando estuvo junto a él. Una punzada de culpa golpeó su pecho. Las palabras de Mario eran todo lo que escuchaba en ese momento y se maldijo por eso. Acababa de perder a su mujer, a la madre de sus hijos, y él solo podía pensar en cuánto había necesitado a su examante, a su mejor amigo. El policía había revisado el departamento. La inspectora Carreras le había advertido que tendría custodia hasta nuevo aviso. Por la manera en que lo había tratado, Eddie creyó que la mujer estaba más interesada en encontrar pistas incriminatorias que en su seguridad.
Para el caso no importaba. Eddie sabía que si lo atacaban de nuevo poco podría hacer teniendo a dos bebés a cargo, por lo cual los dos policías en el auto frente a su edificio le dieron un alivio momentáneo.
Acomodó a sus hijos en las cunas, le dio un beso en la frente a cada uno, luego de ello se dio una ducha y se sentó en el enorme sofá en el que había compartido cientos de momentos con Holy. Eddie se cubrió el rostro y se derrumbó en llanto.
—Si alguna vez me dejas, por favor, te pido que no abandones a tus hijos.
—Holy, ¿de qué carajo hablas?
—Prométemelo, Eddie.
—Está bien, lo prometo.
El hombre subió las piernas al sofá y se hizo un ovillo. Tenía que ser fuerte, era un hombre que había pasado por decenas de misiones que muchos considerarían suicidas. Estaba capacitado para desenvolverse en situaciones extremas, hasta que la vida, la maldita vida le mostró que seguía siendo el adolescente flacuchento inútil con un padre golpeador y una madre ausente. Le mostró de la manera más cruel posible que no era nada, que nunca lo fue y que todos sus sueños se hundían en un mar de mierda el cual no tenía fin.
El celular sonó, una y otra vez. Eddie se limpió el rostro mojado con su camiseta desteñida y observó el nombre en la pantalla. Dio un suspiro porque lo menos que deseaba era mostrar más vulnerabilidad.
—Luciano—respondió en un tono solemne, ocultando la congoja de la mejor manera posible.
—Amigo.
Baltimore cerró los ojos y dio un suspiro. Necesitaba tanto de un abrazo.
—Estoy en casa. La investigación apenas comienza—explicó la situación—. La inspectora a cargo cree que estoy metido en algo.
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PENUMBRAS S.B.O Libro 13 (Romance gay +18)
RomanceLa vida de Eddie Baltimore siempre fue difícil. Con un padre alcohólico y una madre ausente, su único refugio desde muy temprana edad fue su amigo Mario. Uno que con el tiempo se convirtió en algo más. Alguien por el que estaba dispuesto a dar todo...