El sol se alzaba en lo alto, proyectando sus rayos dorados sobre el vasto y exuberante paisaje del mundo de las mamonos. A lo lejos, un tranquilo pueblo mamono se erguía, sus calles serpenteantes llenas de criaturas que llevaban sus días con calma, sin preocuparse por amenazas externas. Las mamonos reían, jugaban, y vivían sus vidas en paz... algunas follaban como conejos con sus maridos, protegidas por la idea de que ningún ser humano podría amenazar su existencia.
Pero hoy, esa paz sería destruida por la codicia de un ser de caos.
Riyo Gudako, con los ojos chispeando de avaricia y una sonrisa desquiciada en los labios, divisó el pueblo desde una colina cercana. A su lado, Mash, Spartacus, Koyanskaya of Light, Waver y Oberon esperaban las órdenes. Aunque el ambiente parecía pacífico, Gudako ya tenía un plan en mente, y era uno sencillo: destruir, saquear y hacerse con todo lo que pudiera valer Saint Quartz.
—Ah, un pueblo de... ¿como se llamaban?...¿mamono?... da igual esta lleno de criaturas y riquezas... —susurró Gudako mientras se frotaba las manos—. Esto va a ser más fácil que lanzar una invocación fallida.
Mash miró el paisaje con preocupación, notando las miradas despreocupadas de las mamonos que poblaban el pueblo. Algunas caminaban junto a sus familias, otras atendían pequeñas tiendas o trabajaban en los campos.
—Senpai... no deberíamos invadir un pueblo así... parece que no son hostiles —dijo Mash con voz baja, intentando detener lo que sabía que se avecinaba.
sin embargo la inocente berenjena no sabe nada sobre las mamonos.
—¡No me importa! —gritó Gudako con una energía desenfrenada—. Lo único que veo es más Saint Quartz y más cosas para tirar en el gacha. ¿No lo entiendes, Mash? ¡Cada pueblo, cada criatura, cada trozo de este lugar tiene algo valioso que podemos usar!
Antes de que Mash pudiera replicar, Spartacus, en su ansia por liberar la "opresión" que, en su mente, estas criaturas representaban, rugió y saltó hacia el pueblo.
—¡La tiranía de las riquezas será destruida! —bramó mientras aterrizaba con un estruendo en medio de la plaza central del pueblo. Su enorme cuerpo levantó una nube de polvo, y las mamonos, que no habían visto jamás una amenaza de este tipo, miraron horrorizadas.
—¿Qué está pasando...? —gritó una lamia, retrocediendo, mientras otras mamonos empezaban a correr en todas direcciones.
Pero no había tiempo para huir. Spartacus, con un rugido, comenzó a liberar explosiones de energía, devastando las tiendas y hogares cercanos. Cada mamono que intentaba resistir era despachada con facilidad. Un grupo de harpías intentó alzar vuelo, pero fueron rápidamente derribadas por la magia oscura de Oberon.
—¿Pretenden escapar? Qué patético... —murmuró Oberon mientras lanzaba una lluvia de energía maligna sobre ellas, enviándolas al suelo, desorientadas y con los ojos en espirales.
Koyanskaya of Light se unió a la masacre, sonriendo con malicia. Su forma ágil y sus colas letales hicieron que cualquier mamono que intentara resistir cayera en cuestión de segundos.
—¿Este es el orgullo de estas criaturas llamadas mamonos? Por favor... no tienen ni una oportunidad. —Koyanskaya las despachaba con gracia cruel, mientras observaba cómo el caos se desataba por todo el pueblo.
Las mamonos, que habían comenzado el día con alegría y paz, ahora corrían desesperadas por sus vidas. Sus cuerpos chamuscados y aturdidos yacían por doquier, mientras la fuerza de Gudako avanzaba implacablemente. Nadie estaba a salvo.
Mash, atrapada entre su lealtad a Gudako y su propia conciencia, no podía más que observar con horror.
—Senpai, esto es... ¡Esto es demasiado! ¡No son una amenaza para nosotros! —intentó, una vez más, apelar a la cordura de su Senpai, pero las palabras de Mash se perdían en el eco de la destrucción.
—¡Nada es demasiado cuando hay Saint Quartz en juego, Mash! —respondió Gudako, saltando sobre los cuerpos inconscientes de las mamonos para saquear todo lo que encontrara de valor. Collares mágicos, armas encantadas, pociones brillantes, cualquier cosa que pudiera tener algún uso o ser intercambiada por más tiradas en el gacha, Gudako la metía en su bolsa sin dudar.
Cuando el polvo se asentó, el pueblo, que alguna vez había sido un refugio pacífico, no era más que un montón de escombros y cenizas. Las mamonos, incapaces de resistir la furia de Gudako y sus Servants, yacían en el suelo con ojos en espiral, algunas apenas conscientes, otras completamente derrotadas. No hubo una sola criatura que se salvara de la carnicería.
Riyo Gudako, con su bolsa llena de botines, sonreía satisfecha.
—Esto ha sido más fácil de lo que pensé. Si seguimos a este ritmo, ¡podremos hacer más tiradas en el gacha antes de lo que esperaba! —exclamó, su voz desbordante de euforia.
Pero lo que Gudako no sabía era que, a lo lejos, algo más poderoso las estaba observando.
Las almas de las mamonos caídas comenzaron a desvanecerse lentamente en el aire, envolviéndose en una extraña niebla oscura. Una por una, sus esencias eran arrastradas hacia un vórtice invisible, un lugar oscuro y tenebroso, muy por debajo del mundo visible.
Mash, quien notó la inquietante desaparición de las almas, sintió un escalofrío recorrer su espalda.
—Senpai... Algo no está bien... Las almas de las mamonos están... ¿desapareciendo...? y ¿sus cuerpos no desaparecen? —advirtió, con la voz temblorosa y algo confundida.
—¿Desapareciendo? —Gudako apenas prestó atención, ocupada revisando las últimas casas del pueblo en busca de más tesoros—. No me importa. Si no tienen Saint Quartz, no son importantes.
Pero de repente, el cielo se oscureció. Una sombra enorme se extendió sobre el pueblo destruido, y el aire se volvió pesado, como si la misma muerte hubiera descendido.
—Bienvenida, extranjera... —una voz profunda y resonante llenó el espacio, haciéndole eco a través de las ruinas.
Las mamonos, que habían sido llevadas al borde de la muerte, ahora desaparecían por completo, sus cuerpos y almas reclamados por una entidad oscura. La diosa de la muerte de este mundo, una figura imponente y envuelta en sombras, se materializó ante Gudako y su grupo.
—Has traído destrucción a mi mundo, y ahora... reclamaré lo que es mío.
Gudako, lejos de estar preocupada, levantó la mirada con un destello en los ojos.
—¿Otra diosa? Hah, esto suena como una buena oportunidad. Mash, prepárate. —Sonrió, ajustando la bolsa de botín en su espalda—. Si esta deidad tiene algo que valga la pena, también lo tomaremos. Saint Quartz no se va a conseguir solo.
La verdadera batalla acababa de comenzar.
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fin de capitulo
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¡QUIERO MAS SAINT QUARTZ!
Mizah¿que tan lejos ira riyo gudako para conseguir saint quartz para el gacha? pues destruira un mundo donde solo hay depravacion para conseguirlos poco importandole los que sean inocentes.