La ciudad de Polove, una vez un reino humano neutral o incluso ligeramente antimamono, había caído hace años bajo el control de las criaturas del mundo mamono. Su transformación en una pacífica ciudad mamono había ocurrido sin grandes incidentes, ya que la región no poseía grandes riquezas ni recursos estratégicos para el Reino de lescatie o mamono (aparentemente), y, por lo tanto, había sido ignorada por mucho tiempo. Sus habitantes vivían en relativa tranquilidad, hasta que una amenaza devastadora apareció en el horizonte.
A lo lejos, dos sombras gigantescas se alzaron en puntos opuestos del reino. En un extremo, el titánico cuerpo de la serpiente ancestral, Apep, deslizándose con un aura oscura y venenosa que corrompía el aire a su alrededor. En el otro extremo, el imponente dragón oscuro, Malef (Alter), cuyos ojos carmesí brillaban con una furia primitiva, rugiendo mientras descendía desde los cielos.
Los habitantes mamono de Polove, junto con su pequeña fuerza militar, trataron desesperadamente de utilizar el mana mamono para detener a las bestias colosales. Poderosas hechiceras convocaron enormes cantidades de energía, lanzando ráfagas mágicas que usualmente serían capaces de doblegar cualquier ser viviente y transformarlo en uno de los suyos o despojarlo de su voluntad. Sin embargo, las cosas no salieron como esperaban.
Tanto Apep como Malef se vieron envueltos en un extraño resplandor verde y blanco, como si sus cuerpos estuvieran protegidos por un escudo invisible. El mana mamono, esa energía corruptora que había transformado a tantos antes, no tuvo efecto alguno en los dos monstruos. Sus cuerpos gigantescos no mostraban ni un solo signo de haber sido afectados; de hecho, parecía como si el poder del mana se disipara inútilmente contra ellos.
El ataque fue rápido y despiadado. Apep, con su cuerpo inmenso, aplastó edificios enteros mientras se deslizaba por las calles. Sus colmillos y veneno devastaron a las mamonos que intentaban huir. Mientras tanto, Malef sobrevolaba la ciudad, lanzando ráfagas de fuego oscuro que reducían a cenizas cualquier estructura a su paso. El rugido de la destrucción retumbaba como truenos, y el caos se extendió por todo Polove.
Las mamonos de la ciudad intentaron resistir, pero ante la furia combinada de dos de los seres más poderosos del mundo antiguo, su esfuerzo fue inútil. Los muros de la ciudad se derrumbaron, los hechizos fallaron, y sus habitantes, tanto guerreros como ciudadanos comunes, sucumbieron ante el aplastante poder de los colosos.
Para el final, lo que alguna vez fue la próspera Polove no era más que un montón de ruinas humeantes. La mayoría de las mamonos que allí vivían yacían muertas o moribundas, sus cuerpos reducidos a cenizas o aplastados bajo los restos de la ciudad.
Riyo Gudako, observando la devastación desde una colina cercana, sonreía satisfecha mientras ordenaba a sus otros Servants que saquearan lo que quedaba de valor. El botín era considerable, aunque la verdadera victoria para Gudako era el mero placer de ver otro territorio reducido a polvo bajo su mando.
—Qué eficiente —murmuró, mientras Malef y Apep volvían a su lado, ambos luciendo completamente ilesos. Habían cumplido su misión a la perfección, y ahora, con el saqueo completado, era hora de planear el próximo movimiento.
Polove, la ciudad antaño ignorada y olvidada, había encontrado su final de la manera más trágica posible: hecha polvo, en un abrir y cerrar de ojos.
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Omake: Un Encuentro Inesperado
Mientras Riyo Gudako observaba la devastación total de Polove y sus Servants saqueaban los restos de la ciudad, su mirada era fría y calculadora. Los ecos de la destrucción aún resonaban por el aire cuando, con un movimiento despreocupado, Gudako levantó una mano y le hizo una señal a Archer Emiya. Sin necesidad de palabras, Emiya comprendió el mensaje y preparó su arco, apuntando hacia un punto en las ruinas que parecía inofensivo a simple vista.
Una flecha cargada con energía mágica salió disparada, trazando una línea recta y perfecta a través del cielo, hasta impactar un lugar oculto entre los escombros. La explosión que siguió fue breve, pero lo suficientemente poderosa como para revelar a alguien que estaba oculto. El cuerpo de una figura femenina salió disparado por los aires, terminando justo en medio del círculo que formaban Gudako y sus Servants, cayendo pesadamente al suelo.
La recién llegada era una chica con el aspecto de una colegiala o académica, pero algo en ella destacaba. Su cabello estaba envuelto en una neblina oscura, una especie de miasma que le daba un aura inquietante. Respiraba con dificultad y, al levantar la cabeza, su mirada nerviosa se encontró con el gélido semblante de Gudako. Esta chica no era cualquiera; era Saphirette Spherica, una Wandering Scholar y conocida investigadora que había dedicado su vida a escribir sobre los misterios del mundo mamono y los elementales. Tenía fama de recorrer los rincones más peligrosos en busca de conocimiento.
Saphirette, dándose cuenta de la situación en la que estaba, pensó por un momento que Gudako no sería más que una amenaza menor, alguien a quien podría manipular o, en el peor de los casos, escapar sin muchos problemas. Sin embargo, ese pensamiento se esfumó en cuanto sus ojos se encontraron con los de Gudako.
En esos ojos no había misericordia, ni duda. Lo que Saphirette vio fue un abismo insondable, una oscuridad insondable que le hizo temblar.
—Vaya, vaya, ¿qué tenemos aquí...? —murmuró Gudako con un tono que parecía mezclar curiosidad y diversión cruel, dando un paso hacia la joven académica. Su mirada seguía fija en ella, como una cazadora que había atrapado a su presa—. Sabes, normalmente no me molestaría en hacer nada con alguien como tú, ni siquiera habría reparado en este lugar... —su voz se tornó más aguda, casi burlona—. Pero, ¿sabes? Todo lo que, por más mínimo que parezca, tiene algún valor... puede sacarse provecho de ello.
Saphirette tragó saliva. Sabía que estaba atrapada. Cualquier intento de escapar o resistirse sería inútil frente a alguien como Gudako, cuyo poder y voluntad parecían sobrehumanos. Las leyendas de los Servants y sus invocadores no eran desconocidas para ella, pero nunca pensó que estaría enfrentándose a alguien tan implacable.
—E-espera... —intentó decir Saphirette, levantando las manos en un gesto de paz, pero antes de que pudiera continuar, un brillo helado apareció en los ojos de Malef y Apep, los dos seres colosales que observaban la escena con una mezcla de aburrimiento e indiferencia.
El aire se tensó. Todo parecía inmóvil mientras los Servants esperaban las próximas palabras de Gudako. ¿Qué haría con esta Wandering Scholar que había caído en sus manos?
Gudako sonrió, un gesto frío y calculado, mientras observaba cómo la joven temblaba ligeramente. Parecía disfrutar del miedo palpable que se había apoderado de Saphirette.
—Ahora... dime, querida estudiosa... —continuó Gudako, su voz suave pero cargada de peligro—. ¿Qué podrías ofrecerme para evitar que te destruya aquí y ahora?
Saphirette comprendió que estaba en una posición peligrosa, y que cualquier respuesta incorrecta podría ser la última que diera. ¿Cómo podría ofrecer algo de valor para sobrevivir en ese oscuro y despiadado juego?
El destino de la joven investigadora ahora estaba completamente en manos de Gudako, quien, por supuesto, siempre encontraba la manera de sacar provecho de todo... y de todos.
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fin de capitulo y omake.
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¡QUIERO MAS SAINT QUARTZ!
Humor¿que tan lejos ira riyo gudako para conseguir saint quartz para el gacha? pues destruira un mundo donde solo hay depravacion para conseguirlos poco importandole los que sean inocentes.