Capítulo 23: Pelea de Dragones

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El cielo sobre las ruinas de Dragonia estaba teñido de tonos carmesí y gris, con el humo de la destrucción aún flotando en el aire. Riyo Gudako, observando desde la altura, dio órdenes a sus Servants de explorar y saquear lo que quedaba del majestuoso reino caído. EMIYA (Archer), Hassan de los Cien Rostros y los demás se movieron rápidamente, buscando cualquier objeto de valor entre los escombros.

Todo transcurría sin incidentes, hasta que un destello a lo lejos captó la atención del grupo. Una silueta emergía de las sombras, avanzando rápidamente hacia ellos. A medida que se acercaba, la figura se revelaba como una mamono de tipo dragón, pero era distinta a las otras. Deonora, la Reina Dragón, había llegado.

¿Quién es el responsable de este desastre? —rugió Deonora con una voz que resonaba como un trueno. Sus ojos dorados, llenos de furia, recorrieron las ruinas, deteniéndose finalmente en Gudako, quien permanecía imperturbable.

Gudako, con su habitual indiferencia, dio un paso adelante y señaló a su Señor Dragón Malef (Alter), que estaba observando la escena con ojos llenos de un poder oscuro y salvaje.

Tú eres un dragón, ¿no? —dijo Gudako, con una sonrisa maliciosa en su rostro— Es hora de que pruebes tu valía.

Malef asintió lentamente, su energía oscura ondulando a su alrededor como si respondiera al llamado de la batalla. Dio un paso adelante, su imponente figura cubriendo parte del horizonte mientras se enfrentaba a Deonora.

La Reina Dragón miró a Malef con ojos entrecerrados, percibiendo el aura de pura destrucción que lo rodeaba. Sin embargo, no retrocedió. Deonora rugió, liberando su forma verdadera. Su cuerpo humanoide se transformó en un colosal dragón de escamas doradas, con alas tan vastas como montañas, listo para defender su reino y su orgullo.

La batalla comenzó.

El suelo tembló bajo el impacto del primer choque entre los dos dragones. Deonora era ágil, sus movimientos rápidos y precisos mientras esquivaba los brutales ataques de Malef, que eran devastadores en su fuerza. Cada golpe de las garras de Malef hacía temblar el terreno, destruyendo más de lo que quedaba de Dragonia. A medida que la batalla avanzaba, grandes pilares de piedra y antiguos monumentos se reducían a polvo bajo la furia del choque.

Aunque Deonora no poseía la misma fuerza física descomunal de Malef, su velocidad y agilidad le permitían esquivar la mayoría de sus ataques. Sus movimientos eran rápidos como el viento, lanzando mordiscos y garras, mientras eludía las garras de su oponente. Pero Malef, aunque más lento, aprovechaba cada momento que Deonora cometía un pequeño error, lanzando ataques que la empujaban a la defensiva.

La lucha subió al cielo. Dos dragones titánicos volaban sobre los escombros de Dragonia, sus rugidos resonando como truenos. El aire se llenaba de explosiones y destellos de magia, mientras ambos dragones intercambiaban ataques a distancia. Deonora lanzaba poderosas ráfagas de fuego desde sus fauces, mientras Malef respondía con ataques oscuros y venenosos que corroían el aire a su alrededor.

Sin embargo, mientras la batalla en el cielo continuaba, Malef se cansó de los juegos. Sentía que la paciencia se le agotaba y que el combate había durado lo suficiente. Decidió acabar con esto de una vez por todas, comenzando a cargar su Noble Phantasm.

Pero justo antes de que lanzara su ataque final, notó algo extraño en el fuego que Deonora estaba acumulando en su boca. En lugar del usual resplandor dorado de las llamas dracónicas, había un extraño brillo rosado en el centro del fuego.

¡QUIERO MAS SAINT QUARTZ!Where stories live. Discover now