El aire estaba tenso mientras Riyo Gudako y su equipo de Servants avanzaban metódicamente por los pueblos cercanos a Lescatie, eliminando cualquier rastro de mamonos y humanos aliados a ellas, aquellos que, en su criterio, ya no tenían salvación. La búsqueda de Saint Quartz seguía siendo su único objetivo, y ningún obstáculo, por grande o pequeño que fuese, se interpondría en su camino.
Después de días de batalla, decidieron detenerse para descansar. Emiya, siempre atento a su entorno, preparó bocadillos y té mientras Gudako y el resto del equipo discutían el siguiente paso. Sin embargo, mientras todos estaban relajados, Emiya notó algo a lo lejos.
—Parece que tenemos compañía, —dijo con su característico tono calmado pero alerta.
Riyo Gudako, siempre enfocada, miró a Emiya con curiosidad. Él continuó, describiendo lo que veía.
—Un grupo de mujeres en armadura negra, lideradas por una súcubo que se parece bastante a esa antigua heroína, Wilmarina Noscrim. Junto a ella, veo a una mujer con la parte inferior de serpiente, podría ser Mersé Dascaros. Parece que las ex-heroínas del reino de Lescatie han sido convertidas en mamonos.
Gudako sonrió ampliamente, sus ojos redondos y perturbadores centellearon con emoción.
—Recibamos a nuestras invitadas con los brazos abiertos —respondió con una tranquilidad inquietante mientras se acomodaba en un sillón, tomando su taza de té.
Las dos ex-heroínas, Wilmarina Noscrim y Mersé Dascaros, llegaron al campamento de Gudako. Estaban tensas. Frente a ellas, Riyo Gudako, sentada con aparente serenidad, las observaba detenidamente. Aunque no estaba armada ni acompañada por sus Servants, sus ojos, anormalmente redondos, les provocaban un mal presentimiento.
Ambas heroínas habían escuchado rumores sobre las atrocidades cometidas por esta Master de otro mundo, y ahora, viéndola en persona, sus instintos les gritaban que algo andaba muy mal.
Gudako levantó la mirada, sorbiendo un poco de té antes de hablar.
—Saludos —dijo con una sonrisa tan inquietante como el silencio que la rodeaba—. Soy Gudako. ¿Pueden decirme sus nombres?
Las dos ex-heroínas, incómodas por el aura extraña de Gudako, finalmente se presentaron. Wilmarina, con su actitud orgullosa pero contenida, y Mersé, un poco más reservada pero claramente dispuesta a luchar si era necesario.
Después de unos minutos de conversación insulsa, Gudako dejó de lado la taza de té y soltó un comentario cargado de veneno.
—Es increíble y a la vez decepcionante —comenzó, con sus ojos brillando peligrosamente—. Dos heroínas que tenían la misión de proteger a la humanidad... ahora convertidas en peones de un grupo de damas de compañía desesperadas por encontrar un hombre. Qué patético.
Las dos ex-heroínas se tensaron al escuchar las palabras de Gudako. Antes de que pudieran reaccionar, el suelo tembló con explosiones y gritos. Voltearon rápidamente y vieron a sus tropas siendo calcinadas por ráfagas de magia y proyectiles. Las mamonos caían, quemadas, destrozadas, agonizando en el suelo.
—¿Qué has hecho? —exclamó Wilmarina, con furia, al volverse de nuevo hacia Gudako, lista para atacar.
Antes de que cualquiera de ellas pudiera mover un músculo, dos sombras aparecieron como destellos en el aire. Sasaki Kojiro y Okada Izō, dos Servants de la clase Assassin, interceptaron a las ex-heroínas con una precisión letal.
Kojiro se lanzó contra Wilmarina Noscrim, su espada desenvainándose con la velocidad del rayo, mientras que Okada Izō apuntó a Mersé Dascaros con movimientos calculados y letales. Ambos Assassin superaron rápidamente a las dos ex-heroínas convertidas en mamonos. A pesar de sus habilidades, las dos mujeres se mostraban como "novatas", luchando casi torpemente contra dos de los espadachines más experimentados de la historia.
aunque el factor se debe a que quieren corromper que peliar.
—¿Eso es todo? —comentó Okada Izō con desprecio, mientras bloqueaba uno de los ataques de Mersé y la derribaba con un golpe limpio.
Kojiro, con su serenidad característica, esquivaba cada intento de Wilmarina por contraatacar, abriendo sus defensas con cada movimiento.
—Son lentas y predecibles, —dijo Kojiro, su tono casi desinteresado mientras preparaba su golpe final.
Ambos Assassins activaron sus Noble Phantasms, y en un destello, Wilmarina y Mersé fueron abatidas. Para su sorpresa, seguían vivas, pero no por mucho. Las heridas eran graves, y se arrastraban intentando salvar lo poco que les quedaba de orgullo, si es que tuvieron.
Riyo Gudako caminó lentamente hacia las dos ex-heroínas, quienes yacían heridas, incapaces de luchar más. Se detuvo frente a ellas, mirándolas con una mezcla de lástima y diversión.
—En verdad creyeron que estaba sola y desarmada... sin aliados cerca. —La sonrisa de Gudako se amplió—. Piensen, heroínas, piensen.
Con un gesto despreocupado, Gudako hizo una señal a Spartacus, quien se acercó con paso firme. Sin un ápice de duda, levantó su arma y las remató con un golpe brutal.
—Eliminamos obstáculos, obtenemos Saint Quartz. Todo es parte del plan.
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Omake: La Testigo Silenciosa
A lo lejos, ocultándose entre las sombras de los árboles cercanos, una figura observaba atentamente el caos y la destrucción que había caído sobre las ex-heroínas de Lescatie. Sus ojos brillaban en la penumbra mientras sus agudos sentidos captaban cada detalle de la escena.
Era Primera Concerto una híbrida de elfo y werewolf, su cuerpo ágil y su instinto cazador la mantenían oculta mientras observaba en silencio cómo Riyo Gudako y sus Servants despachaban sin piedad a las dos ex-heroínas, Wilmarina y Mersé, que ahora yacían inertes en el suelo.
La híbrida apretó los dientes. Sabía que había visto demasiado, y aunque su curiosidad la había mantenido en el lugar por más tiempo del que debía, entendía que su misión ahora era escapar y llevar la información a otros. Dio un paso atrás, dispuesta a retirarse rápidamente.
Pero su instinto no fue lo suficientemente rápido esta vez.
Un destello silencioso atravesó el aire.
Una flecha se incrustó directamente en el centro de su frente, atravesando su cráneo con una precisión letal. La híbrida no tuvo tiempo de reaccionar ni emitir un sonido. Sus ojos se apagaron y su cuerpo cayó al suelo, inerte, con la flecha aún sobresaliendo de su frente.
Desde la distancia, Emiya, con su arco aún levantado, observó la escena con calma. Sus ojos afilados no fallaban jamás.
—Blanco eliminado, —murmuró, satisfecho.
Sin esperar un segundo más, se giró y regresó silenciosamente hacia donde se encontraba su Master, Riyo Gudako, quien lo esperaba, lista para avanzar hacia el siguiente objetivo.
La destrucción continuaría.
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fin de capitulo y omake.
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¡QUIERO MAS SAINT QUARTZ!
Humor¿que tan lejos ira riyo gudako para conseguir saint quartz para el gacha? pues destruira un mundo donde solo hay depravacion para conseguirlos poco importandole los que sean inocentes.