Capítulo 24.5: El Manifiesto de Gudako

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En las ruinas de Polove, mientras el viento arrastraba el polvo y los ecos de la destrucción, Saphirette observaba nerviosamente a Gudako. Tras explicar la estructura de los reinos mamono y los elementales, la investigadora trataba de entender a la persona que tenía frente a ella. Finalmente, Saphirette no pudo evitar hacer la pregunta que le rondaba en la cabeza:

¿Por qué...? —su voz temblaba ligeramente—. ¿Por qué haces esto? Destruir, saquear y matar... incluso en territorios en donde hay mamonos inocentes, ¿cuál es tu propósito?

El silencio se apoderó del lugar. Los Servants de Gudako, que habían estado ocupados con sus tareas, también miraron a su maestra, esperando su respuesta. Por un momento, Gudako permaneció inmóvil, sus ojos fijos en Saphirette. El silencio creció, denso e incómodo, hasta que de repente, Gudako soltó una risa baja, fría y cruel. Una risa que hacía que el aire se sintiera más pesado, más oscuro.

¿Por qué? —repitió Gudako, su sonrisa ensanchándose, mientras sus ojos brillaban con un fuego impredecible—. Es simple, muy simple. Esos tontos que adoran a sus diosas infantiles y una Reina Mamono que ha reducido a los monstruos a caricaturas para adultos de lo que alguna vez fueron, seres desesperados por un simple hombre, jamás lo entenderían.

Saphirette tragó saliva, su corazón acelerándose. La oscuridad en los ojos de Gudako parecía intensificarse, como si todo lo que ella era quedara resumido en ese frío y escalofriante brillo.

Yo no hago esto por la humanidad, ni por justicia, ni por lo que se considere 'correcto'... —su tono era cortante y cargado de desprecio—. Lo hago por una razón mucho más simple: mi insaciable codicia. Mi adicción al poder. Cada territorio que cae bajo mi mando se convierte en una extensión de mí. No me hago débil, me hago infinita. Todo lo que toco será mío, indiviso y absoluto.

Las palabras resonaron como un eco perverso, y Saphirette sintió que una sombra más oscura que el miasma que la cubría descendía sobre ella.

Pero no te equivoques... —Gudako inclinó la cabeza, su mirada perforando el alma de la académica—. No soy un ser superior ni un dios. Soy humana, pero soy una humana que ha abierto los ojos. Soy uno de ellos... pero libre de las cadenas de la ignorancia. Soy ellos, pero mucho más. Y aquellos que deseen caminar conmigo deberán abrir los ojos también, o de lo contrario...

La sonrisa de Gudako se volvió casi complacida, aunque sin perder ese toque macabro. Todo quedó en silencio por un momento, roto solo por el viento que arrastraba los restos de Polove.

¿Comprendes ahora? —concluyó Gudako, mirando a Saphirette, quien no podía encontrar palabras ante tal revelación. Ante ella no estaba solo una destructora o una tirana, sino alguien que veía todo como un vasto juego, un tablero en el cual sus deseos y ambiciones eran lo único que importaba. Una humana que, aunque decía haber "abierto los ojos", había abrazado una senda de caos puro y egoísmo.

El mundo se sentía frío y pequeño a su alrededor, mientras la sombra de Gudako parecía abarcarlo todo.

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fin de capitulo.

¡QUIERO MAS SAINT QUARTZ!Where stories live. Discover now