Capítulo 25: La Noche Antes de la Tormenta

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Unas cuantas horas habían pasado desde la reveladora conversación con Saphirette. El aire en las ruinas de Polove estaba cargado de tensión, pero también de un extraño sentimiento de calma tras la tormenta. Tras la explicación detallada de los reinos mamono y los elementales, cada uno de los Servants de Riyo Gudako había encontrado un lugar para descansar. El caos de las batallas y saqueos había terminado momentáneamente, y el silencio caía sobre el campamento.

Saphirette, por su parte, no estaba libre de preocupación. Aunque no la habían apresado como prisionera, había sido colocada en un lugar aislado y vigilada de cerca por los Servants. Gudako, con su inquebrantable aura de autoridad, le había dado una advertencia severa antes de retirarse:

No intentes nada estúpido —dijo Gudako con un tono frío—, o lo lamentarás en la otra vida.

La mirada vacía y oscura de Gudako hizo que Saphirette comprendiera que aquella amenaza no era solo palabras vacías. Tragó saliva, asintiendo, y se mantuvo en silencio mientras la figura de su captora desaparecía en la oscuridad.

En un rincón apartado del campamento, Gudako se acomodó para hacer algo que había postergado desde hacía horas. Sacó un dispositivo de comunicación y comenzó a redactar su "reporte" hacia Chaldea, o más específicamente, a Da Vinci, quien se encontraba supervisando las operaciones desde allí.

Oh, Da Vinci —comenzó Gudako, con su habitual tono desinteresado—, parece que he arrasado otro territorio. Esta vez una ciudad mamono, Polove. Recursos saqueados, botín asegurado. No hay resistencia restante... lo habitual.

Al otro lado, Da Vinci, la servant de clase Caster, revisaba los datos en sus monitores. Los informes de Gudako no dejaban de sorprenderla.

¿Qué clase de singularidad es esta? —murmuró para sí misma, sin ocultar su desconcierto—. Lo que describes suena más a un tipo guerra territorial que a una anomalía de la historia. Aunque, viniendo de ti, no me sorprende demasiado...

Gudako rodó los ojos.

Como sea, —continuó Da Vinci—, hay algo más que debes saber.

Gudako se quedó en silencio, atenta a lo que pudiera seguir.

Recibiste un paquete. No estoy segura de quién lo envió, pero llegó con instrucciones claras de ser entregado directamente a ti. Está en tu almacén personal.

¿Un paquete? —preguntó Gudako con leve curiosidad—. ¿Qué clase de paquete?

Saint Quartz. Treinta, para ser exactos.

Los ojos de Gudako se iluminaron ligeramente al escuchar esas palabras. Treinta Saint Quartz significaban una nueva oportunidad para invocar a otro Servant, y en medio de esta tierra de caos, cualquier recurso adicional era bienvenido.

No sé quién lo envió, pero parece que tendrás suerte. Tal vez deberías aprovecharlo —agregó Da Vinci, desconcertada pero sin poder evitar sonreír un poco—. Aunque, por el momento, tal vez deberías tener cuidado. No quiero saber cómo reaccionarán las divinidades de ese mundo cuando descubran todo lo que has hecho.

Gudako se despidió sin mucho interés, cortando la comunicación de manera abrupta. Mientras el silencio volvía a reinar en su entorno, sus pensamientos volvían una y otra vez al misterioso paquete y lo que podría conseguir con él. Una pequeña sonrisa comenzó a formarse en su rostro.

Saint Quartz, ¿eh...? —murmuró para sí misma—. Será divertido ver qué más puedo invocar en este caos.

Con ese último pensamiento, Gudako decidió dejar sus inquietudes a un lado, por ahora. Después de todo, el caos de este mundo le brindaba un sinfín de oportunidades, y estaba más que dispuesta a aprovechar cada una de ellas.

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Omake: Conversaciones Elementales

En el rincón apartado donde Saphirette había sido colocada bajo vigilancia, la mamono de materia oscura intentaba relajarse hablando con los elementales que siempre la acompañaban. Estos seres, manifestaciones de los cuatro elementos fundamentales —fuego, aire, agua, y tierra—, solían ofrecerle compañía y consejo en situaciones de incertidumbre. Hoy, más que nunca, Saphirette necesitaba ese apoyo, mientras se encontraba atrapada en un territorio desconocido y rodeada por los caóticos Servants de Riyo Gudako.

Para distraerse un poco de la preocupación que la carcomía, comenzó a conversar con los elementales.

Quizás podríamos escapar... —sugirió el elemental de fuego, siempre impulsivo—. No es como si esa proclamada "maestra humana" fuera invencible.

El elemental de aire flotó cerca, apoyando la idea con entusiasmo:

Sí, escapemos. Somos elementales, invisibles y rápidos. Seguro que podemos encontrar un camino lejos de todo esto.

El elemental de agua se movía lentamente, fluyendo de un lado a otro con calma, pero con un aire de prudencia. Su tono era más frío y reflexivo:

Deberíamos pensarlo bien antes de hacer algo apresurado. Esa humana y sus.... creo que se llamaban Servants... son algo fuera de lo común.

El elemental de tierra, como siempre, se mantenía en silencio. Su presencia, sólida y serena, contrastaba con la inquietud de los demás.

Saphirette escuchaba en silencio, pero cuando vio que el intercambio se intensificaba, decidió intervenir:

Aunque escapemos, ¿qué nos garantiza que podremos ocultarnos o salir ilesos? —preguntó, su voz cargada de realismo—. ¿Creen que no nos seguirían? Esta... "maestra" no es como las demás... algo en ella es diferente.

El ambiente se volvió tenso, y todos los elementales guardaron silencio, reflexionando sobre las palabras de la mamono. Finalmente, el elemental de tierra rompió el silencio, con su voz grave y pausada:

Es mejor no hacer nada. Mantengámonos al margen y no nos metamos en más problemas... cualquier otra cosa solo nos pondría en peligro. Ni siquiera el guion podría salvarnos de esto.

Todos los otros elementales lo miraron con sorpresa. Era raro que el elemental de tierra hablara con tal franqueza, aunque se confundieron por la mención del "guion" lo cual agregó una capa de extraña metaficción a la conversación. El ambiente se volvió incómodo, casi surrealista.

Esa noche, Saphirette tuvo algunos problemas para dormir. Las palabras de sus elementales resonaban en su mente, mezcladas con el miedo creciente que la rodeaba. Sabía que el peligro era real, y que cada paso en falso podría significar su fin.

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fin del capitulo y omake.

¡QUIERO MAS SAINT QUARTZ!Where stories live. Discover now