En un reino distante, alejado de las ruinas del desierto, Bastet, la diosa felina, se encontraba rodeada de sus fieles mamono gato. El templo de Bastet, un lugar tranquilo y lleno de energía cálida, siempre había sido un refugio para aquellos que veneraban la elegancia y la astucia de los felinos. Las mamonos felinas, con sus movimientos gráciles, realizaban sus tareas diarias, mientras Bastet les hablaba con una serenidad que solo una diosa podía proyectar.
—Mis pequeñas, el balance de este mundo siempre ha estado en nuestras manos. —dijo la diosa mientras acariciaba a una de las mamono que descansaba cerca de sus pies—. Es importante mantener la calma, incluso cuando las sombras crecen.
Sin embargo, la calma de su reino iba a ser interrumpida de la manera más abrupta.
Una de las mamono gato entró corriendo apresuradamente, su pelaje erizado y su respiración agitada. Se inclinó rápidamente ante Bastet, visiblemente perturbada.
—¡Mi diosa! Hay algo... algo extraño en el horizonte! —dijo con urgencia, apuntando hacia una lejana oscuridad que se extendía en el cielo.
Bastet, algo desconcertada, se levantó lentamente y caminó hasta el balcón del templo. Sus ojos brillantes y felinos enfocaron la escena. A lo lejos, en la dirección del desierto, una enorme nube de oscuridad ascendía hacia los cielos, y en su núcleo, un resplandor venenoso destellaba con una ferocidad sin precedentes. Una energía oscura, vieja y corrosiva, se extendía más rápido de lo que cualquiera podría haber previsto.
—¿Qué...? —murmuró Bastet, frunciendo el ceño, pero antes de poder reaccionar, una onda expansiva cargada de energía maligna y devastadora llegó a su reino.
El impacto fue brutal. Los edificios cercanos se estremecieron violentamente, varios de ellos se cuartearon y otros más débiles colapsaron bajo la fuerza de la explosión. Incluso el majestuoso templo de Bastet, símbolo de poder y estabilidad, no pudo escapar ileso. Las piedras sagradas que formaban la estructura se agrietaron, y partes de los pilares cayeron al suelo, enviando una nube de polvo a través de las salas.
Bastet, a pesar de su naturaleza divina, no pudo evitar ser afectada. Su pelo se esponjó como un gato asustado, cubriéndose de polvo y suciedad. A pesar del caos a su alrededor, mantuvo una compostura admirable, aunque visiblemente afectada por la magnitud del ataque.
—Esto es... inaceptable. —murmuró con un tono bajo pero cargado de frustración. Se sacudió el polvo de su túnica y el pelaje con una elegancia felina, aunque sus ojos brillaban con enojo—. Alguien acaba de alterar el balance, y no me gusta.
Girándose hacia las mamonos gato que estaban a su alrededor, todas igualmente sacudidas por la explosión, Bastet habló con firmeza.
—Que alguien lleve este mensaje a las demás diosas. —dijo con voz autoritaria—. Un poder antiguo ha despertado y está causando estragos en nuestro mundo. No podemos ignorarlo.
Las mamono asintieron y rápidamente comenzaron a dispersarse, corriendo a toda prisa para cumplir la orden de su diosa.
Mientras Bastet observaba los daños a su reino, con los escombros del templo y las viviendas destrozadas a su alrededor, no pudo evitar sentir una sensación ominosa que se arrastraba por sus pensamientos. Este no era un simple disturbio... era el despertar de algo que ni siquiera las diosas podían controlar del todo.
—Si esto continúa... —murmuró para sí misma—. Podría significar el fin de nuestro reinado.
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fin de capitulo
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¡QUIERO MAS SAINT QUARTZ!
Mizah¿que tan lejos ira riyo gudako para conseguir saint quartz para el gacha? pues destruira un mundo donde solo hay depravacion para conseguirlos poco importandole los que sean inocentes.