En el corazón del vasto y abrasador desierto, donde las arenas doradas se extendían sin fin bajo un cielo inmisericorde, se alzaba una imponente pirámide. A su alrededor, diversas mamono capaces de sobrevivir en tan inhóspito lugar realizaban sus actividades diarias. Momias, lamias, anubis y pharaohs coexistían en este desolado territorio, que había permanecido intacto durante siglos. La majestuosidad de las construcciones antiguas y la calma solemne que reinaba en el desierto solo eran perturbadas por un constante susurro del viento.
Dentro de la pirámide principal, una Pharaoh majestuosa descansaba en su trono dorado, contemplando la información que le traía una momia encorvada frente a ella.
—Mi reina, hemos recibido noticias alarmantes —dijo la momia, con una voz seca y arrastrada, como si cada palabra le costara un esfuerzo tremendo—. Mamonos de otras tierras llegaron hace pocas horas, buscando refugio. Hablaron de un antiguo monstruo que ha resurgido... un ser temido incluso por las generaciones más antiguas.
La Pharaoh, con su porte sereno, asintió, su rostro cubierto por una máscara dorada que solo permitía ver sus ojos. Aunque tranquila, sus pensamientos se aceleraban al escuchar sobre un ser que, según las leyendas, no debería existir ya.
—¿Un monstruo antiguo? —murmuró ella, su voz llena de incredulidad—. ¿Acaso alguna bestia logró escapar de la influencia de las mamono reina?
Antes de que pudiera reflexionar más, una anubis entró precipitadamente en la sala, con el rostro grave y la respiración agitada.
—Mi reina, algo enorme se acerca desde el horizonte... —anunció, interrumpiendo la conversación—. El cielo está oscureciendo, y la tierra tiembla bajo su paso.
La Pharaoh se levantó con rapidez, su túnica dorada ondeando con cada movimiento. Algo poderoso se aproximaba, algo que resonaba con los antiguos terrores de los que había escuchado en las leyendas más oscuras de su pueblo.
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Cambio de escena
En las dunas interminables que precedían a las ruinas del antiguo imperio, Riyo Gudako, montada sobre la cabeza de Apep, observaba con una mezcla de curiosidad y emoción. Los servants marchaban junto a ellos, cortando un implacable sendero hacia el corazón del desierto. Bajo la atenta mirada de Gudako, la serpiente titánica avanzaba, su cuerpo deslizándose sobre las arenas como un río de oscuridad y veneno.
El paisaje era vasto y desolado, pero a lo lejos, la silueta de una pirámide se dibujaba en el horizonte. Gudako, con un brillo malicioso en los ojos, se inclinó hacia Apep, que mantenía su mirada fija en la pirámide.
—Apep, es hora de que pruebes tu noble phantasm. Demuéstrales lo que un verdadero monstruo antiguo puede hacer. —dijo Gudako con voz fría y divertida.
Apep, un tanto emocionado por la oportunidad de liberar su poder, alzó su cabeza hacia el cielo. La serpiente invocó la energía oscura y venenosa de su ser, reuniendo todo su odio y ansias de venganza hacia los faraones que lo habían derrotado. El aire a su alrededor se oscureció, mientras la energía maligna se acumulaba en su boca, emitiendo un aura ominosa que hacía temblar incluso a sus propios compañeros servants.
De su boca brotó un rayo de oscuridad y veneno, una mezcla letal que despedía una energía corrosiva y devastadora. El rayo cruzó el cielo con un silbido aterrador y en cuestión de segundos impactó directamente en la pirámide que se alzaba a lo lejos.
El mundo pareció detenerse por un instante. Un segundo de quietud absoluta fue seguido por una explosión masiva, una de proporciones inimaginables. La pirámide, símbolo de un legado milenario, fue reducida a escombros en un abrir y cerrar de ojos. Un hongo de humo y veneno se elevó hacia el cielo, como si se tratara de una bomba nuclear, expandiéndose con una brutalidad implacable que arrasaba con todo a su paso.
Las tierras sagradas, protegidas durante tanto tiempo por las mamonos del desierto, fueron devoradas por el caos en un instante.
Desde lo alto, Gudako con unos lentes de sol miraba la destrucción que había causado con una sonrisa satisfecha en su rostro.
—Qué eficiente... y que buena explosion—murmuró para sí misma, mientras el desierto entero temblaba bajo el peso de la colosal serpiente y el poder que acababa de liberar.
El desierto estaba en ruinas, y el terror comenzaba a extenderse entre las mamonos de aquellas tierras.
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fin de capitulo.
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¡QUIERO MAS SAINT QUARTZ!
Humor¿que tan lejos ira riyo gudako para conseguir saint quartz para el gacha? pues destruira un mundo donde solo hay depravacion para conseguirlos poco importandole los que sean inocentes.