El aire denso y oscuro de las tierras dominadas por las mamonos envolvía cada rincón del paisaje, con montañas escarpadas y vegetación retorcida extendiéndose hasta el horizonte. Riyo Gudako y su equipo avanzaban sigilosamente por un camino de roca áspera, buscando algo más allá de la destrucción: una base adecuada para operar y expandir su cacería de Saint Quartz. Habían saqueado pueblos, aplastado deidades, pero ahora necesitaban algo más estratégico.
—Señorita Gudako —dijo Zhuge Liang (Lord El-Melloi II) con su habitual tono de advertencia—, debemos encontrar un punto de control adecuado, algún lugar que nos permita planificar nuestros próximos movimientos sin atraer demasiada atención.
—Lo sé, lo sé —respondió Gudako sin mucho interés, con la mirada perdida en el horizonte—. Pero quiero más que eso... Algo más... divertido.
Mientras caminaban, el grupo de Servants avanzaba sin mucho esfuerzo. Mash mantenía su escudo en alto, aunque la presencia de los otros Servants le daba seguridad. A lo lejos, un par de sombras llamaron su atención.
—Senpai, escucha —susurró Mash, mientras se detenían cerca de unos arbustos. Gudako alzó una mano para detener a todos.
Dos mamonos hablaban cerca de una fogata improvisada, sin notar que estaban siendo observadas. Los ojos brillantes de Gudako se entrecerraron mientras escuchaba la conversación.
—¡Ah! Estoy tan emocionada por la venta de "maridos". Dicen que este lote es especial, ¡tan apuestos y tan dóciles! —exclamó una de las mamonos, con una sonrisa maliciosa.
—Sí, será en las cuevas del este —respondió la otra—. Los humanos serán subastados entre nosotras, y escuché que hay algunos guerreros atrapados también. ¡Perfecto para entrenar o... algo más! —Ambas se rieron de manera perturbadora.
Riyo Gudako, que inicialmente parecía distraída, se quedó inmóvil un momento. Entonces, una sonrisa inquietante, casi maniaca, comenzó a dibujarse en su rostro. Sus ojos brillaron con una mezcla de interés y crueldad.
—¿Maridos, eh? —susurró para sí misma, con una voz apenas audible para los demás—. Suena... interesante.
Koyanskaya se inclinó ligeramente, notando el cambio en la actitud de Gudako.
—Oh, ¿qué estás pensando, querida? —preguntó, claramente divertida por el giro de los acontecimientos.
—Tengo una idea... —dijo Gudako con una sonrisa peligrosa—. Vamos a hacerles una visita a esas cuevas. Creo que es momento de "salvar" a esos humanos.
Sin esperar más, el grupo se puso en marcha. Guiados por la información escuchada, avanzaron hacia las cuevas del este.
Las cuevas, vastas y laberínticas, eran un punto de encuentro para el tráfico de esclavos humanos bajo el control de las mamonos. El lugar estaba repleto de criaturas preparándose para la "venta de maridos", que ya habían capturado a decenas de hombres, la mayoría de ellos exhaustos y aterrorizados. Algunas mamonos patrullaban la zona, mientras otras se preparaban para el evento, hablando excitadamente sobre sus próximas adquisiciones.
Pero la atmósfera cambió en un instante.
—¡Intrusos! —gritó una mamono desde la entrada, apenas teniendo tiempo de levantar su arma antes de que fuera alcanzada por una ráfaga de energía—. ¡Deténganlos!
Spartacus, rugiendo en su fervor por la libertad, embistió con una fuerza brutal, aplastando a las primeras mamonos que se le acercaron. Su Noble Phantasm brillaba con una intensidad cegadora mientras las mamonos, que intentaban luchar, eran reducidas a cenizas bajo su poder.
—¡Esclavos! ¡Liberad a los oprimidos! —gritaba Spartacus, mientras lanzaba golpes devastadores que hacían temblar la cueva.
Koyanskaya y Oberon, por su parte, atacaban desde los flancos. Koyanskaya se movía con gracia y velocidad, desintegrando a las mamonos con disparos precisos, mientras Oberon utilizaba ilusiones para confundir y desmoralizar a las criaturas, que pronto se encontraban en un estado de pánico absoluto.
—Esto no es ni un desafío —dijo Oberon con una sonrisa de desprecio, viendo cómo las criaturas caían presa del caos.
Mash, aunque algo reticente, cumplía con su deber, bloqueando ataques dirigidos hacia sus compañeros y asegurándose de que no hubiera bajas en su equipo. Mientras tanto, Zhuge Liang utilizaba su conocimiento estratégico para guiar los ataques y asegurarse de que ningún grupo escapara.
Las mamonos, aterrorizadas, intentaban resistir. Las que sabían pelear se lanzaron hacia los Servants, pero sus intentos fueron en vano. Spartacus las aplastó sin compasión, y Koyanskaya las convirtió en polvo con frialdad. Pronto, las cuevas se llenaron de cadáveres, y el olor a humo y sangre impregnó el aire.
Cuando todo terminó, las mamonos que sobrevivieron no eran más que un puñado de criaturas huyendo despavoridas. No quedaba nada más que destrucción.
Los humanos que habían estado cautivos, en su mayoría hombres de diferentes edades y condiciones, salieron tambaleándose hacia la luz del día. Sus rostros, que inicialmente mostraban miedo y desesperanza, ahora reflejaban una confusión abrumadora. Algunos se inclinaron para agradecer a Gudako y su equipo, creyendo que habían sido salvados por altruismo.
Pero la sonrisa en el rostro de Gudako no reflejaba ninguna intención noble. Los miró como un depredador observando a su presa.
—Vayan. Corran. Huyan. —dijo Gudako, mientras mantenía su sonrisa perturbadora—. Son libres.
Los hombres comenzaron a dispersarse, pero algunos se detuvieron, confundidos por el tono de sus palabras. Mash, observando la escena, sintió un nudo en el estómago. Sabía que su Senpai no había hecho esto por compasión.
—Senpai... —susurró Mash, queriendo preguntar pero temiendo la respuesta.
—No te preocupes, Mash —dijo Gudako con su habitual tono despreocupado—. Solo "los salvé" porque... bueno, ya sabes. Cada mundo tiene su precio. Y ellos... —miró a los hombres que huían, con una mirada calculadora—. Podrían valer algo en algún momento. O al menos me dieron una buena excusa para divertirme un poco.
Mientras las últimas llamas de la batalla se apagaban y las cuevas quedaban en ruinas, Gudako y su grupo continuaron su camino, dejando a sus espaldas otro escenario de caos. Aunque las mamonos habían sido derrotadas y los humanos liberados, la verdadera motivación detrás de las acciones de Gudako seguía siendo clara solo para ella: Saint Quartz, poder y la emoción de la conquista.
Y, como siempre, ningún precio era demasiado alto para alcanzar su meta.
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fin de capitulo.
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¡QUIERO MAS SAINT QUARTZ!
Humor¿que tan lejos ira riyo gudako para conseguir saint quartz para el gacha? pues destruira un mundo donde solo hay depravacion para conseguirlos poco importandole los que sean inocentes.