En el centro de las ruinas del pueblo mamono, el viento soplaba suavemente, levantando el polvo y las cenizas de lo que antes había sido un lugar vibrante de vida. Ahora, solo quedaban escombros y silencio, roto únicamente por las risas y murmullos de Riyo Gudako mientras revisaba sus botines.
Spartacus, Koyanskaya, Waver, Oberon, y Mash estaban a su alrededor, observando cómo su líder seguía adelante con un impulso imparable. Sin embargo, a pesar del éxito en la batalla y el saqueo, había algo oscuro en los ojos de Gudako, algo más profundo que el simple deseo de poder o victoria. Era la manifestación de su insaciable ansia por Saint Quartz.
—Senpai... —Mash intentó una vez más hablar—. ¿Hasta dónde piensas llegar? Ya hemos recolectado muchos recursos y... destruyendo estos mundos solo para obtener más... ¿realmente vale la pena?
Gudako no levantó la mirada. Estaba ocupada revisando un baúl que había encontrado en una de las casas destruidas. Nada era suficiente. Ni el botín, ni las victorias, ni las almas de las mamonos que huían ante su poder. No importaba cuánto obtuviera, siempre quería más.
—Mash, no entiendes... —respondió Gudako con un tono casi ausente, pero cargado de una intensidad que hizo estremecer a Mash—. Esto no es solo una búsqueda de poder o dinero. Es Saint Quartz. Y no hay nada más valioso que eso. No puedes imaginar lo que significa, el potencial que encierra... es el camino a todo. A nuevos Servants, nuevas oportunidades, más poder. —Su voz adquirió una nota casi obsesiva—. Ningún precio es demasiado alto.
Koyanskaya, siempre astuta y perspicaz, notó el matiz en las palabras de Gudako. Sonrió con su habitual aire burlón, pero también con un toque de curiosidad.
—Oh, querida Gudako... ¿No crees que estás cruzando esa delgada línea entre la avaricia y la codicia? —dijo Koyanskaya con un tono casi juguetón, mientras sus colas se movían con gracia—. La avaricia es querer más, pero la codicia... la codicia es no parar hasta destruir todo a tu paso por ello. —Sus ojos brillaron, sabiendo que las palabras tocarían una fibra en Gudako, aunque ella jamás lo admitiría.
Gudako se detuvo un momento. Cerró el baúl y se levantó, mirando a Koyanskaya directamente a los ojos, pero no con enojo. Más bien, con una calma fría y calculadora.
—No hay diferencia, Koyanskaya —respondió lentamente, casi como si estuviera revelando una verdad universal—. No cuando se trata de Saint Quartz. No importa cuántos mundos tenga que atravesar, cuántas criaturas tengan que caer o cuántos pueblos tenga que saquear. Saint Quartz está por encima de todo. Y no es avaricia ni codicia... es necesidad. Lo necesito para ganar.
Oberon, quien había estado en silencio, observando el intercambio con sus ojos llenos de astucia y manipulación, se rió suavemente. Su risa era como un eco oscuro que resonaba en el vacío dejado por la destrucción.
—Oh, Gudako... Eres más monstruo de lo que incluso los propios Servants podrían soñar. —Susurró, sus palabras resonando con una mezcla de admiración y miedo—. Lo que otros buscan por poder, tú lo anhelas por el simple deseo de poseer. La codicia es solo un medio para un fin, ¿no es así?
Gudako sonrió de lado. Quizás era cierto. Tal vez había pasado esa línea hace mucho tiempo, pero para ella, eso no importaba. No importaba si el deseo era avaricia, codicia, o una combinación perversa de ambos. Lo único que importaba era obtener más.
—No me importa cómo lo llamen —dijo, finalmente—. Mientras consiga más Saint Quartz, mientras pueda hacer más invocaciones... nada más tiene valor. Si tengo que aplastar pueblos, dioses o cualquier cosa en mi camino... lo haré.
Mash, que había escuchado todo, miró a su Senpai con una mezcla de preocupación y tristeza. Gudako ya no era la persona que había conocido al principio de sus aventuras. La chispa de esperanza que había brillado en sus ojos se había convertido en una llama oscura, consumida por la obsesión. Pero no podía decir nada. Era leal, y siempre lo sería, sin importar cuán sombrío se volviera el camino que recorrían.
—Mash, prepárate —dijo Gudako finalmente, mientras guardaba todo lo saqueado en su bolsa—. Nos queda mucho por hacer. Todavía hay más mundos, más criaturas y más riquezas por obtener. No nos detendremos hasta que haya suficiente Saint Quartz para invocar lo que necesito.
Koyanskaya sonrió, reconociendo la ferocidad en las palabras de Gudako. Spartacus rugió con su habitual fervor por la "liberación". Oberon, por su parte, se limitó a observar en silencio, intrigado por lo que vendría después, Waver solo miro la interaccion en silencio mientras analizaba los cuerpos de estas criaturas llamadas mamonos.
Y así, mientras las ruinas del pueblo mamono quedaban atrás, Riyo Gudako continuaba su camino, un camino de destrucción implacable y obsesión sin fin. Para ella, no había precio demasiado alto que pagar, ni ser lo suficientemente poderoso como para detenerla.
Porque, en su mente, nada estaba por encima de los fragmentos de Saint Quartz. Ni el honor, ni la vida, ni el mismo universo.
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fin del capitulo extra.
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¡QUIERO MAS SAINT QUARTZ!
Comédie¿que tan lejos ira riyo gudako para conseguir saint quartz para el gacha? pues destruira un mundo donde solo hay depravacion para conseguirlos poco importandole los que sean inocentes.