Capítulo 10: Contra la Última Resistencia

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El aire en Lescatie estaba pesado con la promesa de conflicto. Había rumores de una última resistencia de mamonos, una facción desesperada que intentaba proteger su territorio antes de que todo se perdiera. Para Riyo Gudako, esto no era más que un obstáculo menor, uno que debía eliminarse rápidamente antes de enfrentarse a su verdadero objetivo: Druella Lilim.

Mientras caminaba entre las ruinas de los pueblos que había devastado, Gudako observaba con calma. Sus Servants avanzaban a su alrededor, alertas ante cualquier posible emboscada, aunque sabían que el verdadero peligro ya había sido neutralizado.

Así que aquí es donde se esconden, —murmuró Gudako, mientras observaba una antigua fortaleza semiderruida, donde la resistencia mamono parecía haber establecido su última línea de defensa.

La estrategia para este asalto era diferente. No habría planes complejos ni tácticas elaboradas. No había necesidad. Esta vez, Gudako confiaba en un solo Servant para acabar con todo: Berserker Heracles.

Heracles, —dijo Gudako con una sonrisa oscura en el rostro—. Destruye todo. No dejes nada en pie.

El gigante de dos metros, con su imponente espada de piedra, no necesitó más órdenes. Con un rugido que sacudió el aire, Heracles cargó hacia la fortaleza. Las mamonos apenas tuvieron tiempo de reaccionar antes de que el coloso destruyera las primeras líneas de defensa con una fuerza brutal. Muros se desplomaban bajo el peso de sus golpes, y los cuerpos de las mamonos eran enviados volando como muñecas de trapo.

Mientras Heracles causaba estragos en el campo de batalla, el resto de los Servants se aseguraban de que ninguna mamono escapara. Koyanskaya rastreaba a los que intentaban huir con magia ilusoria y ráfagas de energía letal. Oberon, manipulando la realidad a su antojo, tejía redes de ilusiones que confundían a las enemigas, atrapándolas en trampas de las que no podían escapar. Emiya, desde una posición elevada, disparaba flechas encantadas que volaban con precisión milimétrica, eliminando cualquier objetivo a la distancia.

Los gritos desesperados de las mamonos resonaban mientras intentaban defender lo que quedaba de su territorio, pero era inútil. Heracles, con su furia descontrolada y su inmenso poder, las barría como si fueran hojas al viento. Cada golpe de su espada resonaba como un trueno, y cada explosión de energía desintegraba lo que encontraba a su paso.

Cuando el polvo se asentó, lo que quedaba de la fortaleza era poco más que un campo de escombros y cadáveres. Ninguna mamono había sobrevivido al asalto. El caos y la destrucción habían sido totales.

Riyo Gudako, observando el resultado de su estrategia, caminó entre los escombros, sin prestar atención a los cuerpos calcinados y destrozados que yacían a su alrededor. En lugar de eso, su atención estaba en el botín que quedaba.

Saqueen todo lo valioso, —ordenó con frialdad a sus Servants.

Spartacus y los demás obedecieron sin dudar, recogiendo cualquier objeto de valor que encontraran. Gudako, mientras tanto, se aseguraba de revisar personalmente cualquier artefacto que pudiera ser útil para obtener más Saint Quartz. Joyas, cristales, pergaminos encantados, todo lo que brillara o tuviera un aura mágica pasaba por sus manos y era guardado.

Después de unos minutos de saqueo eficiente, Zhuge Liang se acercó a ella.

Maestra, hemos tomado todo lo que tiene valor. Las mamonos están destruidas, y la fortaleza ya no es una amenaza.

Gudako asintió, satisfecha.

Perfecto. Esto fue solo un calentamiento. Druella está cerca... lo puedo sentir, —dijo con una sonrisa maliciosa.

El aire se llenó de tensión mientras Riyo Gudako miraba hacia el horizonte. El siguiente paso era claro: Druella Lilim sería su próximo objetivo. Y si esa Lilim osaba interponerse en su búsqueda de Saint Quartz, Gudako estaba más que preparada para liberar todo el caos y la destrucción que fuera necesario.

Es hora de seguir adelante, —dijo finalmente, y con una señal, sus Servants la siguieron, dejando tras de sí nada más que ruinas y el eco de un reino en agonía.

La posible última resistencia de las mamonos en el reino había sido aniquilada, pero el verdadero caos aún estaba por llegar.

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fin de capitulo.

¡QUIERO MAS SAINT QUARTZ!Where stories live. Discover now