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TIEMPO ATRÁS

NARRADO POR MEGAN


Por mucho que intente correr, no hay alternativa ya de poder salvarla. Ella no está aquí, ella no está aquí...es lo que dice la voz de mi conciencia una y otra vez.

Será que todo este tiempo sufriendo ha podido advertirme finalmente lo que significa una situación como esta.

Lo quiera o no, estuve los últimos meses imaginando cómo sería la vida sin ella, sin el pilar fundamental de mi vida, sin su sonrisa puesta en mí con orgullo y con satisfacción en partes iguales, como si fuese capaz de brotar en sus poros el orgullo que siente hacia la persona que soy.

Aun concibo la idea de cómo podría ser que ella se salve, aún teniendo noción de que eso no sería algo del todo probable.

No dentro de las oportunidades que la vida tendría dispuestas para mí.

Corre, Megan.

Corre.

Ve por ella.

Sálvala.

Eso es lo que mi costado menos racional intenta hacerme entender. Sálvala de una vez, tiene que tocar tu mano, tiene que escuchar tu voz, tiene que saber que estás a su lado y ya podrá abrir los ojos una vez más.

Tienes que verla respirar por sus propios medios, aunque la fuerza de su corazón ya no la ayude suficientemente para empujar aire a través de sus pulmones.

Corre, cariño.

Corre todo lo fuerte que puedas.

Corre porque te arden los pulmones y eso ya no tiene significancia alguna mientras sigas andando todo lo que puedas, sabiendo que el dolor es lo que te empuja a llegar a ella. Porque a partir de este momento, todo tomará un valor distinto, a partir de este momento, tú eres otra persona.

"Eres una chica fuerte" dice la voz de mi madre en mis recuerdos mientras sigo andando tan deprisa como soy capaz con tal de llegar al bendito hospital, metiéndome alrededor de la carretera que conduce desde nuestro vecindario a la ciudad.

¡¡ES QUE NO PASARÁ UN AUTOBÚS AHORA!! ¡¡ES QUE NADIE VA A DETENERSE MIENTRAS ME VEN CORRER!! ¡¡ES OBVIO QUE NO ESTOY HACIENDO EJERCICIO, POR TODOS LOS CIELOS, QUE ALGUIEN ME AYUDE!!

"Cariño...Ven al hospital, tranquila... Ven." Eso dijo el mensaje de mi padre, a sabiendas de que no hay apuro.

Ya lo viví con la muerte del abuelo Frank. Sin apuro, solo marchar hasta que el reloj marque el momento de tener que tomar en otra dirección.

Me asalta el recuerdo de llegar a la sala de espera y que mi madre me reciba con un abrazo lleno de calidez y consuelo.

"Tienes que pasar a despedirlo, cariño."

¡Sin hacerme una idea de lo que sería tener que venir ahora a despedirla a ella"

¡Deténganse, por favor, que alguien detenga el motor y me lleve hasta el hospital! Solo soy capaz de llorar y llorar a moco tendido a un costado de la ruta mientras sigo corriendo, ya con las piernas fallándome.

No sé hasta qué punto el cuerpo es capaz de mandar una señal coherente a mi cabeza, pero recibo un poco tarde la noción de que no puedo correr más.

Me duele.

Me duele como nunca.

Me arden los pulmones, mis piernas van quedando sin fuerzas. ¡Rayos! ¡Si tan solo hubiese hecho más ejercicio en mi vida, si hubiera salido a correr todas las mañanas que me dije "hoy comienzo a hacer ejercicio" en lugar de haberme quedado en casa estudiando como una boba!

¿De qué me sirvió todo ese estudio más que para verla orgullosa a ella de mí, sin conseguir que al fin sea factible dar con una cura, estar a su lado en el peor momento, o ser capaz de salvarla cuando más lo merece? ¡AY, CIELOS, ESTUVE TAN EQUIVOCADA ESTE TIEMPO! ¡POR QUÉ; POR QUÉ!

Mi mente divaga de un lado a otro, pasando por distintas aristas.

Aún recuerdo cuando mi padre me sentó a su lado en el coche y me advirtió que no sería posible para mí ir a al universidad.

Era mamá o era yo.

Era su salud o mis estudios.

Era el mercado de papá que nos daba de comer todos los días o la miseria misma y ya nada podría salvarnos.

Descubrimos así que algo distinto aguardaba para mí.

Lo descubrió él por mí.

Habría entonces una oportunidad.

Solo una.

Y yo no me la imaginé, no me la vi venir, no la deseé jamás, pero terminaría sucediendo de todas maneras.

Trabajaré para un amigo de papá.

Tendré que cumplir con labores que nunca antes me imaginé, pero que me siento preparada para ello.

No lo hice antes porque apenas era una chica, ahora ya tengo dieciocho y llegará la propuesta, más tarde o más temprano.

Entonces, al fin podría corresponderme haciendo las cosas bien, como se debe, entregando en cuerpo y alma la posibilidad de compensar los errores que pude haber cometido en el pasado.

Es esta la oportunidad.

***

No tengas miedo.

No te escondas.

Sabes quién eres.

Sabes lo que deseas.

Tienes la magia dentro de ti.

Eres una chica fuerte...

Cada una de las frases de amor que alguna vez mi madre me dedicó al fin comienzan a tomar sentido en mi cabeza.

Con lágrimas en los ojos, sé que ya todo está perdido, pero no terminado. Lo haré, mami. Lo haré por ti. Lo haré porque merezco un futuro, porque tú lo deseabas para mí y porque espero que algún día estés orgullosa de la persona que soy.

Tú.

Eres.

Capaz.

Tú.

Eres.

Valiosa.

Te amo, cariño.

Las risas de mi vida en tanto niña comienzan a resonar en mi mente, sabiendo que todo ahora podrá tener una mínima posibilidad de crecer.

Aquí vamos.

Es momento de crecer de una vez...

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⏰ Última actualización: 20 hours ago ⏰

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