Cap 12

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Narrador omiciente

El día del funeral de Sofía fue sombrío y lluvioso, como si el cielo mismo llorara la pérdida de una vida tan joven. La ceremonia se llevó a cabo en el cementerio del vecindario, un lugar tranquilo rodeado de árboles y flores, que contrastaba con la tristeza del momento.

Las filas de sillas dispuestas para los asistentes estaban llenas de familiares, amigos y compañeros de trabajo. Entre ellos estaban sus padres, visiblemente conmocionados y afligidos, quienes habían recibido el doloroso golpe de perder a su única hija. Sofía era conocida no solo por su valentía y dedicación, sino también por su familia, que tenía una destacada posición en el ámbito político. La presencia de la familia Ríos en el ámbito político solo había añadido peso a la tragedia.

Marcela y Gabriela estaban entre los asistentes, ambas visiblemente afectadas. Las lágrimas corrían por sus rostros mientras observaban el ataúd cubierto de flores blancas, una expresión de tristeza profunda que no podía ser aliviada con palabras.

Durante la ceremonia, se hizo un momento especial para honrar el sacrificio de Sofía. El coronel Martínez, un hombre de gran respeto dentro del FBI, se acercó al podio. A su lado estaban el Capitán Ruiz, el Teniente Morales y el Sargento López, todos vestidos con sus uniformes impecables, como símbolo de respeto y solemnidad. La presencia de estos oficiales reflejaba la magnitud del sacrificio de Sofía y la profunda admiración que inspiraba en sus colegas.

—Nos reunimos aquí hoy para rendir homenaje a una heroína —comenzó el coronel Martínez, su voz cargada de emoción—. Sofía Ríos demostró un coraje y una dedicación excepcionales en su servicio. Su sacrificio no será olvidado, y su memoria vivirá en todos nosotros.

Mientras hablaba, el Capitán Ruiz se adelantó con una placa conmemorativa. La placa, dorada y grabada con el emblema del FBI y el nombre de Sofía, era un tributo a su valentía. El coronel Martínez la tomó y se dirigió hacia los padres de Sofía, quienes estaban sentados en la primera fila. Con un gesto solemne, entregó la placa a su madre, quien la aceptó con manos temblorosas.

—Con esta placa, honramos el sacrificio de Sofía y su compromiso con la justicia —dijo el coronel Martínez, mientras la madre de Sofía lloraba en silencio, abrazando la placa como un símbolo de la memoria de su hija.

El Teniente Morales y el Sargento López se unieron al acto, ofreciendo sus condolencias a la familia y compartiendo palabras de consuelo. La atmósfera estaba cargada de respeto y tristeza, mientras los asistentes se acercaban para ofrecer sus últimos homenajes.

Marcela y Gabriela, al borde de las lágrimas, observaban el acto con un dolor profundo. La pérdida de Sofía había dejado un vacío inmenso en sus vidas, un hueco que nunca podría ser llenado. Ambas sabían que el sacrificio de Sofía había sido un recordatorio cruel de los peligros y el costo de la lucha contra el crimen.

Mientras el servicio llegaba a su fin, el sonido de la lluvia comenzó a intensificarse, creando una sinfonía triste que acompañaba el momento. Los asistentes se despidieron lentamente, dejando flores y palabras de consuelo junto al ataúd.

El funeral de Sofía fue una ceremonia de respeto y admiración, una celebración de su vida y un recordatorio de la fragilidad de la vida. El impacto de su pérdida se sentiría en el FBI y en todos aquellos que conocieron su valentía. La memoria de Sofía permanecería como un faro de sacrificio y lealtad, un testimonio de la fuerza que puede surgir incluso en los momentos más oscuros.

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Marcela

Las semanas habían pasado desde el funeral de Sofía, pero el dolor seguía tan agudo como el primer día. La vida continuaba su curso, pero para mí, el tiempo parecía haberse detenido en un estado de tristeza interminable. La falta de Sofía era una presencia constante en cada rincón de mi vida, un vacío que nada podía llenar.

THE PRICE OF DESIREDonde viven las historias. Descúbrelo ahora