Viktor
El reloj en la pared marcaba cada segundo con una precisión que me estaba poniendo de los nervios. Marcela debería haber vuelto hace horas. Algo no estaba bien. Lo sentía en el aire, como un peso en el pecho que se negaba a aliviarse. El tipo que mandé a protegerla aún no había dado señales de vida, y mi paciencia comenzaba a desvanecerse.
El sonido de la puerta al abrirse me hizo girar de inmediato. El hombre apareció, agitado, con los ojos abiertos de par en par. En cuanto lo vi, supe que algo estaba mal. No era el hombre confiado que envié a cuidar a lo que más me importa.
-¿Dónde está? -le pregunté, manteniendo mi voz firme. Una calma helada cubría la tormenta que se acumulaba dentro de mí.
El desgraciado se quedó mudo por un segundo. Le temblaban las manos.
-No lo sé... -balbuceó-. Se la llevaron... No pudimos hacer nada.
Mis músculos se tensaron. ¿Cómo que no pudieron hacer nada? Lo que estaba escuchando no tenía sentido. Yo no permito errores. No en mi mundo.
-¿Qué dijiste? -murmuré entre dientes, sintiendo que cada palabra se deslizaba con veneno.
-Intentamos detenerlos, jefe... pero fueron más rápidos. Nos sorprendieron -continuó, su voz temblorosa. Patético.
El eco del disparo fue la única respuesta que obtuvo. Su cuerpo cayó al suelo como una bolsa de basura, con los ojos aún abiertos por la sorpresa. Ni siquiera pensé en lo que hice. Solo actué. Nadie falla en su trabajo conmigo y vive para contarlo.
El silencio se instaló en la habitación por un instante que pareció eterno. Pero no había terminado. Sentía cómo mi sangre hervía. Si Marcela no aparecía, si no me daban respuestas claras, iba a hacer que todos los responsables pagaran el precio. Con sangre.
Fue entonces cuando escuché pasos apresurados en el pasillo. La puerta se abrió nuevamente y ahí estaban Sergei, Catalina y Alexandra, con sus rostros marcados por la preocupación. Pero algo más en sus ojos me dejó un mal sabor en la boca. Algo estaba muy mal.
-¿Qué pasa? -exigí, sin rodeos.
-No encontramos a Gabriela ni a Sofía -respondió Alexandra, su voz rota por la desesperación-. Desaparecieron.
El aire se volvió denso de repente. Gabriela y Sofía también desaparecidas. Mi mente tardaba en procesar la información, pero mi cuerpo ya estaba reaccionando antes de que pudiera siquiera pensar. La rabia subía por mis venas como un veneno que no podía controlar.
Apreté los puños con fuerza, tratando de contener lo que sabía que venía, pero no podía. Mis ojos se deslizaron al espejo frente a mí, ese reflejo que me devolvía una imagen que apenas reconocía: un hombre desquiciado, al borde de perder el control. No podía soportarlo más.
De repente, el puño se movió solo. Un golpe seco, brutal, y el espejo estalló en mil pedazos. La sangre comenzó a correr por mis nudillos, pero no me importaba. El dolor físico era un alivio comparado con la furia que me consumía por dentro. Los fragmentos de vidrio cayeron al suelo, reflejando la luz en pequeños destellos mientras los observaba como si fueran testigos de mi frustración.
-Voy a destruirlo -murmuré
-Viktor... -intentó decir Alexandra, pero levanté la mano para detenerla. No había nada que decir. No en este momento.
-Voy a acabar con Franco -repetí, esta vez con más fuerza, mi voz llena de veneno
-. Él empezó esto, y yo lo terminaré. Si tiene a Marcela, si tiene a cualquiera de ellas... lo voy a encontrar y lo voy a hacer pedazos.
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THE PRICE OF DESIRE
Romance: "El precio del deseo es una historia oscura y apasionada que explora los límites del poder, la ambición y el deseo. Una narrativa intensa y emocional que revela secretos y mentiras, y desafía las reglas y los límites." "Una historia de amor y oscu...