cap 33

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Marcela

El eco de mis pasos rebotaba en las paredes de la habitación del motel. No era diferente a cualquier otra en la que había estado últimamente: pequeña, austera, pero suficiente para ocultarnos. Gabriela estaba en el pasillo, alerta como siempre. Mientras, yo me hundía en mis pensamientos, tratando de encontrar un camino claro entre todas las sombras que nos seguían.

El sonido de la puerta abriéndose me hizo girar la cabeza. Gabriela entró con rapidez, su expresión severa.

—Nos están siguiendo —dijo, sin un atisbo de duda.

Mis músculos se tensaron al instante. No pregunté quién ni por qué, porque ya sabía que esto pasaría eventualmente.

—¿Cuántos? —pregunté, mi mano buscando el arma debajo del cojín del sofá.

—Solo uno —contestó, su mirada dura—. Lo tengo en la mira.

Salimos al pasillo, y allí estaba él, apoyado con demasiada confianza en la pared: Nikolai. Era un nombre que había escuchado en susurros, relacionado con la mafia rusa. Pero lo que me sorprendió no fue su presencia, sino la calma con la que se encontraba en nuestra senda.

—No vine a causar problemas —dijo sin moverse—. Solo quiero hablar.

Lo miré, evaluando cada palabra con desconfianza.

—¿Qué quieres? —pregunté sin rodeos, mi mano todavía aferrada al arma.

Nikolai esbozó una leve sonrisa, levantando las manos en señal de paz.

—Ofrecerles una salida. Y darles una advertencia: Franco está más cerca de lo que piensan.

El nombre de Franco me encendió una chispa de rabia contenida. Él había estado persiguiéndome durante semanas, arrastrando consigo la amenaza constante de la mafia italiana. No podía ignorar la advertencia de Nikolai, pero tampoco podía confiar en él tan fácilmente.

—¿Por qué debería creerte? —pregunté, dejando que la desconfianza aflorara en mi voz.

—No tienen que creerme. Solo tienen que escucharme. Franco no solo está buscando a Viktor. Quiere a Marcela, y para conseguirla, está dispuesto a todo. —Su mirada se clavó en la mía—. Y si siguen así, caerán en su trampa antes de que puedan darse cuenta.

Mi mente trabajaba rápido. Sergei nunca traicionaría a Viktor, lo sabía, pero las palabras de Nikolai sugerían algo más grande: una alianza creciente de enemigos en torno a Franco, un poder al que no habíamos prestado suficiente atención.

—¿Y tú qué ganas con todo esto? —pregunté con los ojos entrecerrados.

Nikolai bajó la vista por un segundo, como si calculara su respuesta.

—Tengo cuentas pendientes con Franco. Si caen ustedes, él se fortalecerá. No puedo permitirlo. Si me ayudan, les ayudaré a mantenerse fuera de su alcance.

Gabriela permanecía en silencio a mi lado, esperando mi decisión. El peligro era claro, pero también lo era la oportunidad. Nikolai no parecía tener motivos para mentir, pero si estaba jugando a dos bandos, no tardaría en mostrar su verdadera cara.

—Te escucharé —respondí finalmente—. Pero no olvides que, si intentas engañarnos, serás tú quien acabe corriendo.

El viento helado que se filtraba por las ventanas rotas del motel me erizaba la piel. Estábamos sentados en una mesa pequeña, Nikolai frente a nosotras, sus ojos analizando cada uno de mis movimientos. No había bajado la guardia, y yo tampoco. Gabriela se mantenía a mi lado, su silencio era la prueba de su desconfianza.

THE PRICE OF DESIREDonde viven las historias. Descúbrelo ahora