Cap 18

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Marcela

El ambiente dentro de la mansión de Viktor era una mezcla de tranquilidad aparente y tensión oculta. Las paredes de mármol y los pasillos silenciosos no reflejaban el caos que se desataba fuera. Estaba sentada en el amplio salón, observando las enormes ventanas que dejaban ver el jardín. Gabriela, mi amiga y confidente en esta locura, estaba a mi lado. Su presencia siempre me traía una extraña sensación de paz, a pesar de todo lo que estaba sucediendo.

—Esto es una locura —dije en voz baja, sin apartar la vista del jardín. Sabía que Viktor y Sergei estaban trabajando en los detalles de nuestra próxima movida, pero la incertidumbre me estaba volviendo loca.

Gabriela, siempre calmada, se sentó junto a mí, tomando una copa de vino que Viktor había dejado sobre la mesa. A pesar de la situación, ella siempre mantenía ese aire relajado, como si nada pudiera perturbarla.

—Lo sé, pero hemos salido de cosas peores, ¿no? —respondió con una sonrisa tranquilizadora.

Sabía que lo decía para calmarme, pero no podía evitar sentir que esto era diferente. Mi padre estaba cada vez más cerca, y ahora, con la ayuda de Lunamar, la situación se volvía aún más peligrosa. No se detendrían hasta encontrarme.

—Es diferente esta vez —dije, volviéndome hacia ella—. Mi padre… no va a rendirse. No hasta que me atrape.

Gabriela asintió, comprendiendo lo que significaba enfrentarse a Damiano Gómez. Ella había estado a mi lado desde el principio, conocía a mi padre tanto como yo, y sabía que no dejaría de buscarme.

—Lo sé —dijo suavemente—, pero no estás sola. Viktor tiene todo bajo control, y yo estaré contigo en cada paso.

Agradecí sus palabras. Ella siempre había estado ahí, desde que éramos adolescentes. Ahora, aquí estábamos, en el centro de una batalla que jamás imaginé, pero no podía haber nadie más a mi lado en este momento que Gabriela

Me sentía abrumada por la mezcla de emociones mientras hablaba con Gabriela. La presencia de Viktor y Sergei, discutiendo estrategias y posibles rutas de escape, era un recordatorio constante de que el peligro no había terminado. Mientras la conversación avanzaba, Viktor se acercó, su expresión mostraba una preocupación evidente.

—Estamos en la recta final —dijo Viktor, tratando de transmitir una sensación de calma a pesar de la tensión—. Si tomamos la ruta del sur, deberíamos tener un margen de seguridad suficiente para movernos sin ser detectados. Sergei ha confirmado que los controles de seguridad en esa área son más laxos.

Gabriela asintió, dejando de lado el mapa y mirando a Viktor con atención.

—Entonces, ¿cuál es el siguiente paso? —preguntó, su tono más relajado pero aún cargado de preocupación.

Viktor miró a Gabriela y luego a mí, su mirada suavizándose. Era evidente que estaba inquieto por la situación, pero su foco estaba en asegurar mi seguridad.

—Necesitamos prepararnos para partir en cuanto anochezca —dijo Viktor, dirigiéndose a ambos—. Mientras tanto, asegúrate de estar lista para moverte en cualquier momento.

A medida que Viktor se acercaba más, pude sentir la intensidad de su mirada. Era un hombre de acción, pero en sus ojos había una mezcla de preocupación y ternura que me sorprendía.

—Marcela —dijo, su voz suave—, necesito que te quedes cerca. No solo por seguridad, sino porque…

Antes de que pudiera terminar, Viktor me tomó por los hombros y me atrajo hacia él. El contacto de sus brazos alrededor de mí fue reconfortante en medio del caos. Me abrazó con fuerza, como si su abrazo pudiera eliminar toda la incertidumbre y el miedo que me atormentaban.

THE PRICE OF DESIREDonde viven las historias. Descúbrelo ahora