Cap 24

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Marcela

No me detuve hasta que mis nudillos empezaron a arder. El eco de mis golpes reverberaba en la sala, mezclándose con mi respiración agitada. Había perdido la cuenta de las horas, pero no importaba. Cada golpe era un recordatorio de lo lejos que he llegado, de que ya no soy la misma Marcela frágil que se escondía detrás de los demás.

Cuando miro al espejo, no veo a esa chica asustada. Veo a alguien fuerte, alguien que ha aprendido a pelear. Viktor me enseñó lo básico, pero lo que hago aquí es mucho más que mejorar mi técnica. Me estoy preparando, no solo para sobrevivir, sino para demostrar que soy capaz de enfrentarme a cualquiera… o a cualquiera que intente derribarme.

Respiro hondo, sintiendo el sabor metálico en la boca por la sed. Me paso la toalla por la frente, dejando que el sudor se evapore mientras me dirijo a Oblivion. Sé lo que me espera allí, y la verdad es que me causa una satisfacción oscura saber que esta vez seré yo quien tenga el control.

Cuando las puertas del calabozo se abren frente a mí, el aire húmedo y pesado me recibe. Allí está ella, Valeska, como siempre, encadenada. Su mirada, una mezcla de desprecio y desesperación, se levanta cuando me ve entrar. Sé lo que piensa, puedo verlo en sus ojos: aún cree que tiene algún poder sobre mí. Pobre ilusa.

—¿Vienes a regodearte de nuevo? —escupe, con el mismo veneno de siempre.

—No —respondo tranquila, acercándome a ella—. Hoy vengo a recordarte cuál es tu lugar.

Su sonrisa desaparece. Puedo sentir su odio, pero no me afecta. Me inclino hacia ella, lo justo para que nuestras miradas queden a la misma altura.

—Tu obsesión con Viktor es patética —susurro—. Él jamás te verá como algo más que un error. Yo soy lo que nunca podrás ser para él.

Veo cómo su rabia crece, pero no puede hacer nada. Está atrapada, impotente. Y yo… yo tengo todo el poder en este momento.

—Disfruta de tu encierro —añado antes de darme la vuelta—. Quizás algún día te des cuenta de que esta es la única vida que te queda.

Salgo de Oblivion con la mente en calma, habiendo logrado lo que quería. Valeska sabe que no tiene control, que sus palabras y su odio no significan nada. Lo mejor de todo es que no necesita decirme nada; sus ojos lo revelan todo. Esa es la victoria más dulce.

Camino por los pasillos de la mansión, la sensación de poder aún recorriéndome. Me encanta cómo todo está en su lugar aquí, bajo el dominio de Viktor, pero también bajo el mío. No soy la misma que llegó buscando refugio. Ahora soy parte de todo esto. Y, sobre todo, soy parte de él.

Lo veo a la distancia en uno de los salones, revisando algunos papeles. Su postura es firme, su atención centrada en lo que hace, pero yo sé cómo romper esa concentración. Me acerco lentamente, sin prisa, disfrutando el momento antes de que se dé cuenta de mi presencia.

Cuando finalmente levanta la vista, nuestros ojos se encuentran, y sé que él lo nota. La energía entre nosotros es innegable, como si nuestras presencias chocaran en silencio.

Sin decir una palabra, me acerco más, mis pasos seguros. Me inclino sobre él y lo beso. Es un beso cargado de tensión y deseo, pero no me detengo ahí. Dejo que mis dientes rocen su labio inferior, y lo muerdo, lo justo para que sienta un leve dolor. Lo disfruto, sabiendo que no solo es una muestra de afecto, sino de poder. Él no me detiene, no me rechaza. Porque sabe que en este momento, el control lo tengo yo.

Nos separamos y lo miro a los ojos, aún sin decir nada. Ambos sabemos lo que significa este juego, quién lleva el mando, y eso lo hace aún más intenso

THE PRICE OF DESIREDonde viven las historias. Descúbrelo ahora