Cap 40

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Marcela

El restaurante brillaba con opulencia, una obra maestra de mármol y maderas finas, donde cada detalle parecía hecho para impresionar. Las luces bajas y el suave murmullo de una orquesta creaban un ambiente exclusivo, pero el aire estaba cargado de tensión.

Entramos, Viktor a mi lado, siempre imperturbable. Detrás de nosotros, Sergei caminaba como una sombra, seguido por Gabriela, Sofía, y mi madre, Alexandra. No era una reunión cualquiera. Esta cena había sido cuidadosamente orquestada por un solo hombre: Han Wu, el líder de la mafia china. Su reputación le precedía; frío, calculador, y peligroso en más formas de las que cualquiera querría descubrir.

Cuando llegamos a la mesa, Han Wu ya estaba allí, sentado en la cabecera con una sonrisa que no alcanzaba sus ojos. Me observó, y por un momento, su mirada se detuvo en mí más de lo necesario. Un pequeño destello de interés cruzó por su rostro. Sentí el peso de su atención, y no me pasó desapercibido que Viktor también lo notó.

-Bienvenidos -dijo Han Wu, levantándose solo un poco para saludarnos, sus ojos aún fijos en mí por un segundo más de lo debido-. Esta noche dejaremos las hostilidades afuera. Negociaremos como hombres de negocios.

Viktor tomó asiento frente a él, siempre en control, pero sentí su mano rozar mi brazo brevemente, un gesto casi imperceptible que solo yo noté. Me senté a su lado, y Gabriela, Sergei y las demás tomaron sus posiciones alrededor de la mesa.

-Espero que disfruten de la comida -continuó Han Wu, con una sonrisa que me hacía sentir observada, como si yo fuera parte de su menú.

-Estoy seguro de que todos tenemos claro que no vinimos solo a comer, Han -dijo Viktor con su tono bajo, cortante. Sin apartar la vista del líder chino, él tomó una copa de vino y la levantó con calma, controlando la situación como solo él sabía hacerlo.

Los camareros trajeron los primeros platos, pero mi atención estaba en Han Wu. Noté cómo sus ojos se deslizaban una vez más hacia mí, evaluándome, como si yo fuera un premio más que una persona. El aire se volvió más denso, y mi piel se tensó bajo esa mirada.

Antes de que pudiera procesar lo que estaba sintiendo, Viktor se inclinó hacia mí, sus dedos rozando mi barbilla suavemente. Giró mi rostro hacia él y, sin previo aviso, me besó. No fue un beso suave ni tranquilo, sino uno firme, lleno de intención. Sentí la intensidad de su control, como si me estuviera marcando ante todos.

El mundo se desvaneció por un momento, pero cuando Viktor se apartó, sus ojos se clavaron en Han Wu. Un desafío silencioso. Un claro mensaje:

-ella es mía

Han Wu sonrió, pero esta vez, su interés en mí pareció desvanecerse, reemplazado por una cautela que antes no tenía.

-Impresionante, Viktor. No esperaba menos de ti -murmuró Han, su voz cargada de un matiz de resignación y respeto.

Viktor no respondió, solo lo miró con esos ojos fríos y calculadores. Su mensaje ya había quedado claro. Y ahora, todos sabían exactamente dónde estaban las líneas en esta mesa

Han Wu ajustó su postura en la silla, dejando la copa de vino sobre la mesa y observando a Viktor con una mezcla de respeto y curiosidad. La tensión que flotaba en el aire se había desplazado ligeramente, pero aún quedaba esa sensación de que algo más se jugaba debajo de la superficie.

-Hablemos de negocios entonces -dijo Han Wu, inclinándose hacia adelante-. La guerra con la mafia italiana está debilitando ambas partes. No tiene sentido seguir desgastándose cuando se puede construir una alianza beneficiosa para ambos.

Viktor entrecerró los ojos, manteniendo la mirada fija en Han mientras su mano descansaba firmemente en mi rodilla bajo la mesa. Sabía que estaba marcando territorio no solo con sus gestos, sino con su dominio sobre la situación.

THE PRICE OF DESIREDonde viven las historias. Descúbrelo ahora