Marcela
El viento soplaba con fuerza entre los árboles alrededor de la cabaña, pero algo en el aire me hizo estremecer. No era solo el frío de la noche; había una sensación de peligro inminente. Mi instinto me gritaba que algo estaba mal, y no me equivocaba.
Un ruido sordo en la distancia me hizo saltar. Al principio pensé que era el viento, pero pronto escuché el crujido de ramas y voces susurradas que se acercaban demasiado rápido.
—Tenemos que salir de aquí, ahora —dije, levantándome de golpe y mirando a Gabriela, quien ya se había dado cuenta de lo que estaba ocurriendo.
Sofía y Alexandra me miraron, confusas pero alertas.
—¿Qué sucede? —preguntó mi madre, su voz tensa.
—Están aquí —murmuré—. Franco, Damiano… y vienen por nosotras.
El pánico se dibujó en el rostro de Sofía, pero no había tiempo para explicaciones. Mi mente trabajaba a toda velocidad, buscando una salida. El sonido de pisadas rápidas y decididas acercándose a la cabaña confirmaba lo que temía.
Gabriela tomó la mano de Sofía y comenzó a guiarla hacia la puerta trasera, mientras yo me acercaba a mi madre. Mis dedos temblaban, pero me forcé a mantener la calma.
—Vamos, no hay tiempo para pensar. Tenemos que salir antes de que nos encuentren.
Justo cuando alcanzamos la puerta, escuché un estruendo. La entrada principal fue derribada de golpe, y Franco, Damiano, y un grupo de hombres irrumpieron en la cabaña. Lunamar los seguía de cerca, con una expresión fría en su rostro.
—¡Marcela! —la voz de Damiano resonó por la casa, cargada de rabia.
Nos movimos rápido, corriendo hacia los bosques que rodeaban la cabaña. Los disparos comenzaron a sonar detrás de nosotras, pero logramos esquivar los primeros ataques. Mi corazón latía con fuerza, pero no me detuve. No podíamos detenernos.
Justo cuando creí que no teníamos salida, un rugido familiar de motor se escuchó en la distancia. Giré la cabeza y lo vi. Viktor. Llegaba en el momento preciso, como si supiera que lo necesitaba más que nunca. Su auto se detuvo bruscamente frente a nosotras, y él salió, sus ojos llenos de determinación.
—¡Suban! —gritó, disparando a los hombres de Franco para cubrirnos.
Gabriela ayudó a Sofía y a mi madre a subir al auto mientras Viktor me cubría. Me lancé al asiento trasero y él aceleró antes de que la mafia italiana pudiera reaccionar.
A lo lejos, vi a Franco y a Damiano maldiciendo mientras nos alejábamos, pero sabían que no podían alcanzarnos. Por ahora, habíamos ganado, pero la guerra estaba lejos de terminar.
—Esto no ha terminado —murmuré, más para mí misma que para los demás.
Viktor me miró por el retrovisor, sus ojos sombríos.
—No, pero por ahora estás a salvo
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La tensión en el auto no desapareció hasta que llegamos al pequeño aeropuerto privado. Viktor ya había organizado todo con precisión, como siempre lo hacía. Apenas llegamos, un jet privado nos esperaba, su brillo metálico contrastando con la oscuridad de la noche. No había tiempo que perder; Franco y Damiano no tardarían en rearmarse y seguir nuestro rastro.
—Suban, nos vamos a Rusia —ordenó Viktor, sin una pizca de duda en su voz.
Gabriela, Sofía, mi madre Alexandra y yo intercambiamos miradas rápidas, sabiendo que, por ahora, no había mejor opción. Mientras el avión despegaba, sentí un alivio temporal. La distancia era nuestra aliada. A medida que la cabaña y los bosques se desvanecían bajo nosotros, el peso del peligro inmediato comenzó a disiparse.
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THE PRICE OF DESIRE
Romance: "El precio del deseo es una historia oscura y apasionada que explora los límites del poder, la ambición y el deseo. Una narrativa intensa y emocional que revela secretos y mentiras, y desafía las reglas y los límites." "Una historia de amor y oscu...