Cloak and Crown // BossNoeul

40

4 años despues.....

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Noeul y Peat estaban en la cocina de su departamento, desayunando con una mezcla de emoción y alivio evidente en sus rostros. Hoy era el gran día: su graduación. Después de años de exámenes interminables, trabajos sin fin y noches de estudio, finalmente veían la luz al final del túnel.

—¡No puedo creer que finalmente haya llegado este día! —exclamó Peat, mordiendo su tostada con entusiasmo—. Se acabó la tortura, ¡YEAAAAH!

Noeul, con una sonrisa de oreja a oreja, levantó su taza de café en señal de celebración.

—¡Por fin! Pensé que nos quedaríamos atrapados en esa universidad para siempre —dijo riendo—. Ya no más entregas de última hora ni profesores exigiendo trabajos imposibles.

Peat asintió, levantando su propia taza en un brindis.

—Brindo por eso, y por nunca más volver a escuchar la palabra "tesis" —agregó, haciendo un gesto exagerado de alivio—. ¡Es el fin de una era!

Ambos chocaron sus tazas entre risas, disfrutando del momento que tanto habían esperado. Noeul miró a su alrededor, observando el departamento que habían compartido durante tanto tiempo. A pesar de lo mucho que había disfrutado su vida universitaria, no podía evitar sentir una mezcla de nostalgia y emoción por lo que estaba por venir.

—¿Te imaginas lo que pensará Boss cuando me vea con la toga? —preguntó Noeul, con una sonrisa traviesa en los labios—. Seguro hará algún comentario sarcástico, pero sé que en el fondo está orgulloso.

Peat se rió, terminando su desayuno.

—Definitivamente, Boss estará ahí, luciendo como siempre, pero con esos ojos brillando de orgullo por ti. Ya me imagino a Fort también, a su manera, intentando no parecer emocionado.

Noeul asintió, pensando en el momento. No solo era su día de graduación, sino también el cierre de un capítulo enorme en sus vidas.

—Es el final de la universidad, pero el principio de algo aún más grande —dijo, pensativo—. Pero por hoy, solo quiero disfrutar cada segundo.

Después de terminar su desayuno y disfrutar el momento de relajación, Noeul miró el reloj y sus ojos se agrandaron de sorpresa.

—¡Peat! ¡Estamos tarde! —gritó, levantándose de golpe de la mesa—. ¡Tenemos que ir a la ceremonia!

Peat, quien estaba tranquilamente disfrutando su última taza de café, casi la derrama con la reacción de Noeul.

—¡¿Qué?! —exclamó Peat, mirando el reloj también—. ¡Mierda, tienes razón! ¡Nos van a matar si llegamos tarde!

Ambos se apresuraron a recoger sus cosas. Noeul agarró su toga y birrete, mientras Peat buscaba frenéticamente su propia toga entre la ropa que había dejado por todo el departamento.

—¡¿Dónde dejé esto?! —gritaba Peat, revolviendo un montón de ropa.

—¡Peat! —le lanzó Noeul la toga—. Aquí está, siempre pierdes todo.

—Gracias, salvador mío —respondió Peat, poniéndose rápidamente la toga sobre su camisa arrugada.

Mientras se apresuraban a salir del departamento, Noeul intentaba peinarse un poco frente al espejo.

—¿Crees que nos dé tiempo de arreglarnos? —preguntó Noeul, con el ceño fruncido al ver su cabello desordenado.

Peat se encogió de hombros.