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De vuelta en Tailandia, el aire cálido y familiar de la mansión los recibió, aunque la sensación de haber dejado atrás la tranquilidad del reino seguía latente en sus corazones. El viaje había sido largo, y la fatiga se notaba en los rostros de todos. Apenas cruzaron la puerta, Mew, Thannat, Kim y Macao comenzaron a quejarse del agotamiento.

– Estoy muerto –dijo Mew, estirándose y masajeándose el cuello–. Necesito una cama ahora mismo.

– Lo mismo digo –agregó Thannat, bostezando ampliamente–. No puedo con mi vida.

Kim asintió, frotándose los ojos.

– Un pequeño descanso no nos vendría mal. Nos lo merecemos después de todo esto –comentó antes de empezar a caminar hacia las escaleras junto a Macao, que ya había tirado sus zapatos y estaba medio arrastrándose hacia su habitación.

– ¡Los veo en un rato! –dijo Macao con un gesto perezoso mientras desaparecían uno por uno.

Eso dejó a Noeul, Boss, Fort y Peat en la sala. Los cuatro se sentaron en el cómodo sofá de la estancia, sintiendo el suave tacto de los cojines bajo ellos. Noeul, aún algo callado después de los eventos recientes, se acurrucó junto a Boss, abrazando suavemente su brazo, mientras sus ojos recorrían el lugar, como si tratara de asimilar que realmente estaban de vuelta.

– Se siente raro estar de nuevo aquí –comentó Fort, rompiendo el silencio mientras se dejaba caer más en el sofá.

Peat, que estaba sentado a su lado, asintió lentamente.

– Sí, después de todo lo que ha pasado, es como si hubiéramos estado fuera por meses, pero solo fue un corto tiempo.

– Supongo que es lo que pasa cuando todo cambia tan rápido –añadió Boss, mirando hacia Noeul y entrelazando sus dedos con los de él.

Noeul suspiró suavemente, apoyando su cabeza en el hombro de Boss.

– Me alegra que todo haya terminado bien –murmuró, su voz un poco más tranquila, pero aún cargada con el peso de lo vivido–. Aunque siento que mi mente sigue en el reino.

– Es normal –dijo Peat, recostándose un poco–. Hemos pasado por muchas cosas allá. Además, Noeul, es tu hogar también. Es comprensible que una parte de ti quiera quedarse ahí.

– Sí, pero es más que eso –admitió Noeul–. Ver a mi padre, hablar con él... Me hizo darme cuenta de que tengo mucho más en qué pensar. Pero al mismo tiempo, sé que debo estar aquí ahora. Tengo responsabilidades aquí también.

Fort lo miró con una leve sonrisa comprensiva.

– Lo importante es que tienes tiempo. Tómalo con calma, Noeul. Nadie te está apurando.

Boss, por su parte, inclinó la cabeza para rozar suavemente la frente de Noeul con un beso.

– Estamos aquí contigo, pase lo que pase –le dijo en un susurro, su tono lleno de cariño.

Noeul sonrió, sintiendo una pequeña paz en medio del caos de sus pensamientos. Estaba cansado, física y emocionalmente, pero estar rodeado de quienes más amaba le daba el alivio que necesitaba.

– Gracias, chicos –dijo, cerrando los ojos por un momento, dejando que el confort de la casa y la presencia de sus amigos lo envolvieron.

– Gracias, chicos –dijo, cerrando los ojos por un momento, dejando que el confort de la casa y la presencia de sus amigos lo envolvieron

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Cloak and Crown // BossNoeulDonde viven las historias. Descúbrelo ahora