Capítulo 5

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Dejó la moto frente a la casa de Milk. Lee les iría a recoger allí a los dos, ya que pensaba que Jong vivía con su amigo. No quería que nadie supiera sobre su familia, quería que aquella gente pensara que no tenía nada que perder, y así no intentarían nada contra él. Se apoyó en su moto a esperar a Milk. No era que quisiera ser alguien tan solitario como lo eran aquella asquerosa gente que no sentía apego por nadie, pero a veces pensaba que sería mejor estar completamente solo. Mezclarse con aquellos tipos no solo era un riesgo para él, sino también para la gente que le importaba. Hyunki. Aunque ese niño fuera su prioridad, tampoco deseaba nada malo a su abuelo y a su tío, a pesar de que hubieran metido al robavidas en su propia casa. Jong frunció el ceño con rabia. Solo de recordarle se ponía enfermo. Sin embargo, había estado pensando mucho sobre él. No podía creer que tuviera que compartir habitación con él. Fue frustrante cuando vio allí todas sus cosas, invadiendo una vez más su espacio, robándoselo y haciéndolo suyo. ¿Qué más cosas iba a arrebatarle? Tenía todos esos pares de zapatos de diferentes marcas y colores. Por no hablar de su ropa, trastos y demás cosas, que habían invadido su habitación. Dio una patada a una de las ruedas de su moto justo en el momento en el que bajó Milk.

—¿Qué haces agrediendo a tu moto? —preguntó, cuando estuvo a su altura. Jong dejó de patear su moto y le miró frunciendo el ceño.

—Otra vez impuntual —gruñó Jong.

—Bueno, aún no ha llegado Lee, ¿no? —contestó Milk con esa sonrisa inocente que utilizaba para librarse siempre de alguna.

—Pero yo sí.

—Tú siempre eres demasiado puntual. Cuando se dice una hora se suele llegar cinco o diez minutos después. ¿Nunca te lo han dicho?

—Eso solo son las novias, Milk —le soltó volviendo a recobrar la sonrisa— ¿Por qué cojones Lee nos lleva esta noche con él? —preguntó Jong extrañado.

Era algo que se había estado preguntando todo el día. Milk y él se ocupaban de algo menor comparado con lo que hacían Lee y su gente. Ellos eran un simple aviso para lo que les venía después. Unos simples matones que servían para amedrentar. Pero lo que hacía Lee era muy diferente... no solía hacer preguntas, ni daba más oportunidades, él traía el final. Se cargaba a quien Moon le mandaba, aunque claro, no él personalmente. Iba con su traje de marca bien arreglado, en su coche lujoso acompañado por sus peones, que ya se encargaban del trabajo sucio. Se creía el príncipe del lugar, yendo detrás del culo de Moon todo el día para ganarse diariamente ese puesto del segundo al mando. Y cada vez que notaba que Moon tenía otro favorito se volvía loco de celos. De ahí ese odio inmenso que le tenía a Jong. No le soportaba. No solo porque llevara mucho menos tiempo en el negocio, sino por esa persistencia que tenía Moon para que Jong se uniera a ellos. Además, le consentía demasiado. Jong era un insolente. Lee era su superior, pero le trataba como si fuera una piedra más en su camino, y eso le irritaba inmensamente. Aquel odio era reciproco, sin embargo trabajaban separados y solo tenían que verse cuando se encontraban en los locales de Moon. Milk era el que se ponía en contacto siempre con Lee, cosa que agradecían ambos. Por ello le extrañó mucho a Jong que Lee quisiera trabajar con ellos, y no solo eso, sino porque Milk y él no hacían ese tipo de trabajos. Ya no eran novatos, pero jamás les habían encomendado trabajar con Lee, además, eran trabajos de los cuales Jong no se quería encargar, ni quería saber nada de ellos.

—No lo sé, eres tú el que ha hablado con él —contestó Milk encogiéndose de hombros.

Se encendió un cigarro y tomó una calada, antes de pasárselo a Jong.

—No me gusta, Milk .

—No nos hará nada —soltó con su tono alegre e indiferente a todo—. Tú eres el protegido de Moon. Y yo el tuyo, así que estamos a salvo.

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