Capítulo 17

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Dejó la moto junto a la entrada y bajó. La nieve había cuajado, y el suelo estaba cubierto por ese manto blanco. De niño le encantaba la nieve. Recordaba haber ido al parque nacional Seoraksan cuando solo era un crío con su padre, era de los pocos viajes que había hecho. Era invierno, y hacía tanto frío, que el aire le congelaba la nariz al respirar, pero no le importaba, ver aquel lugar nevado junto a su padre era el recuerdo más hermoso que conservaba. Saludó al tipo de la puerta, que le abrió dejándole paso. Vio a Yun en la barra.

—¿Qué hay...? —comenzó a decir, pero Yun ya se estaba de pie y le agarró del brazo.

—Moon te está esperando —dijo de repente y tirando de él.

—¿A mí? ¿Para qué?

—No lo sé —contestó abriendo la puerta—. Entra ya.

Casi empujó a Jong dentro. El despacho de Moon tenía una temperatura agradable, pero cada vez que entraba ahí, sentía el mismo frío que fuera. Y aquel frío llegaba hasta los huesos. Moon estaba sentado, serio y con la mirada baja. Escuchó los pasos de Jong y levantó la cabeza.

—¡Oh Park! Por fin —dijo apareciéndole una sonrisa en el rostro.

Se levantó de su asiento.

—¿Ocurre algo? —inquirió Jong.

—¿Por qué lo dices? —preguntó Moon confuso.

—Yun me ha hecho entrar con muchas prisas —se quejó Jong señalando la puerta. Su jefe hizo un gesto con la mano quitándole importancia.

—Supongo que es porque ahora voy a salir, y quería verte antes. Siéntate —dijo señalándole uno de los sofás—. No he tenido ocasión de felicitarte por lo que conseguiste.

—Es mi trabajo —contestó Jong encogiéndose de hombros.

Además, tampoco quería ir a la cárcel, pensó.

—Sí, pero eres el único que parece hacerlo bien —comentó Moon, alcanzando una botella de soju y dos vasos.

—Bueno, puedes subirme el sueldo si quieres —bromeó Jong.

Moon le sonrió y le llenó un vaso.

—Toma un trago conmigo.

Sonaba a petición, pero realmente era una orden. Jong agarró el vaso, pero componiendo una mueca. Le encantaba beber, pero no con Moon. Aun así no podía negarse

—Claro.

Bebió de un trago su vaso, pero Moon se apresuró a llenárselo de nuevo enseguida. Pensó que sería mejor no beber deprisa, si no su jefe acabaría emborrachándole.

—Siempre he pedido que habléis conmigo informalmente —dijo Moon mientras bebía del suyo—. No me gusta parecer el típico jefe cuarentón. No soy tan viejo para que me tengan que tratar como un abuelo...

—Desde luego no pareces ningún abuelo —comentó Jong.

Moon rio.

—Eso pretendo —dijo asintiendo con la cabeza—. Pero empiezo a creer que algunos me toman demasiado a la ligera por eso... ¿Crees que actúo mal?

—¿Por querer acercarte más a nosotros?

No sabía a dónde quería ir a parar con todo aquello. Las conversaciones banales no existían entre él y su jefe, por lo que había algo detrás de todas aquellas simples palabras. Su jefe asintió.

—Siempre he sido amable, y quiero ser amigo de mis hombres.

—Ya.

Mentira, pensó Jong. Todo eso era una fachada, una fachada más bien aterradora que amigable, y eso Moon lo sabía perfectamente.

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