Capítulo 28

179 20 29
                                    


Había pasado una, dos, tres semanas desde que terminó el invierno. Los árboles ya tenían sus hojas verdes formando sus copas. Los cerezos rosados decoraban los parques y las calles con su flor. El frío helado se había trasformado en una brisa fresca. La primavera lo llenaba todo de buen olor. Para Dre, la primavera, siempre fue la peor estación de todas, pero inexplicablemente se estaba convirtiendo en su favorita. Puede que Jong fuera la razón. Contra todo pronóstico, su relación, fuese la que fuese, estaba yendo por buen camino. Cada noche, en esa habitación en la que había dormido por meses y decía odiar enteramente, Jong le besaba como si nada malo les rodeara. Jong solo había necesitado tres semanas, tres semanas para enamorarse perdidamente de ese chico irresponsable. Dre no sabía qué era, ni siquiera quería pensarlo, pero lo sentía. Pero jamás se habían dicho que se amaban. Jong sabía cuál era su problema y la diferencia entre ambos, Dre no creía en el amor, y Jong creía demasiado en él. Sabía los riesgos que conllevaban, pero aun así, no pensaba en ellos. Solo eran dos niños de apenas veinte años, jugando con fuego y creyéndose invencibles. Adolescentes que se reían del mundo y disfrutaban de la vida haciendo lo que deseaban y sin pensar en las consecuencias. Cientos de noches, antes de dormir, danzaban bajo la mera luz de la luna, mientras el viento que se colaba por las ventanas rotas, chocaba contra sus cuerpos una y otra vez. Se había vuelto una costumbre difícil de perder. Dre descubrió, con el tiempo, que el sueño que tenía Jong, era viajar y conocer mundo, le maravillaba. Dre le contó los viajes que había hecho con su madre, le enseñaba fotografías y le contaba lo que sabía de cada lugar. Por desgracia, hacía tiempo que había renunciado a aquel sueño, ya que su familia dependía de él, y esto no lo sabía Dre, pero él estaba atado a su trabajo de por vida. Habían compartido esa bonita pasión del moreno, noche tras noche y sin descanso, con total encanto. Soñaron con los ojos abiertos, pensando en los lugares a los que podría ir y conocer, mirando las estrellas y deleitándose con lo que ellas les enseñaban entre besos, entre caricias y entre sonrisas inolvidables. Así, pasaron los días, y pasó un mes, uno lleno de alegrías. Olvidaron sus desgracias, Dre apenas se acordaba de su otra vida, y si lo hacía, era para contarle a Jong anécdotas e historias de su pasado. Hablar de sus padres ya no era doloroso, le gustaba hablar de ellos con Jong, porque sentía que con él era con el único que podría hablar de ellos, sobre todo de su padre. Y Jong ya no sentía dolor al hablar de su padre, le gustaba escuchar cómo habían sido los últimos años de su vida con Dre. Jong había dejado su trabajo en un segundo plano, ya no le envolvía la negrura que suponía trabajar entre tanta sombra. Olvidaron incluso sus nombres para convertirse en solo uno, y lo celebraban en soledad, ambos juntos, en ese rincón en común que tenían, mirando el cielo eternamente negro y lleno de estrellas, se abrazaban con fuerza y se besaban en cientos de ocasiones. Quién le hubiese dicho al moreno, que lo que creía que sería su mayor suplicio, había acabado por transformarse en una de las cosas más importantes de su vida. Y quién le hubiera dicho al de ojos azules, que los que pensaba que iban a ser los peores meses de su vida, se habían convertido en los mejores. Había algo, algo en ese chico, que le hacía no desear separarse de él jamás. Quizá no se había equivocado, quizá sí estaba atrapado en una tela de araña, pero esa tela de araña le hacía feliz, siempre y cuando tuviese con Jong. Abril llegó a su fin en lo que había parecido un pestañeo, y así como si nada, a Dre le quedaba allí un mes y apenas unos días. Se saltó la última clase y esperó en la salida a que Jong fuera a buscarle, como solía hacer, mientras se fumaba un cigarro, una mala costumbre que le había pegado. Se soltó un poco la corbata, cuando vio a Milk acercarse a la puerta, seguramente para buscar a Chanel.

—Milka —saludó Dre con una sonrisilla.

—Dreo —contestó Milk.

—¿Dreo? —inquirió el castaño.

RUN BABY RUNDonde viven las historias. Descúbrelo ahora