Capítulo 3

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Sentía como estaba frente a él, comiendo su comida, cenando con su familia, durmiendo en su propia casa. Lo peor era que era él mismo quien mantenía a ese niñato. Le odiaba, y ahora que le ponía cara mucho más. Su aspecto era del todo molesto. Su ropa perfecta de marca, pelo castaño bien cortado, con un toque despeinado pero que algo le decía que estaba perfectamente calculado, y unos ojos azules que jamás había visto en ningún coreano, aunque claro, ese tío solo lo era en parte. Le detestaba. Hyunki tampoco le miraba con buenos ojos. Jong se había encargado de decirle en aquel mes que esperaban su llegada que vendría a vivir con ellos un idiota al que debía detestar. Hyunki idolatraba a su primo, por lo que si él odiaba a alguien, Hyunki también lo haría. Estaba callado mientras intentaba comer dificultosamente con los palillos. El idiota ni siquiera sabe comer, masculló Jong en su interior. Joonsang lanzó una mirada cómplice a Dre para mostrarle el truco de cómo se cogían. Traidor, le acusó Jong. Volvió su atención a su arroz cuando su abuelo habló.

—Mañana comenzarás el instituto —dijo de pronto. Dre supuso que se dirigía a él. ¿Instituto? ¿Ya?, pensó. No tenía ningunas ganas de comenzar. Aunque si lo pensaba bien, puede que estar con gente de su edad fuera mejor que estar con aquella familia odiosa.

—Oh, está bien... —contestó sin mucho ánimo.

—Irás al mismo que Jong, por lo que no tendrás ningún problema en adaptarte —comentó el abuelo.

Jong levantó la vista con el ceño fruncido. Encima tenía que soportarle en el instituto, si pensaba que con él iba a tener las cosas más fáciles se equivocaba, solo iba a dedicarse a hacerle su vida allí lo más difícil posible. Dre estudió la expresión de Jong, y no le fue complicado captar lo que pensaba. Aquel tipo le odiaba, se veía a kilómetros de distancia. Y que fuera a su nuevo instituto no le dejaba nada tranquilo.

—No necesito la ayuda de nadie para adaptarme —soltó lanzándole una mirada llena de desprecio a Jong, para que supiera que no le preocupaba lo más mínimo. Sus miradas se volvieron a encontrar. Jong no pudo evitar estar sorprendido, no podía creer que aquel niñato se hiciera el gallito con él. Desde luego no sabía dónde se estaba metiendo.

—Eso es genial, porque no vas a tener a nadie —le dijo mientras le asomaba por la boca una sonrisa perversa.

Dre no quería empequeñecerse ante aquel tipo, pero era difícil no hacerlo, con esas miradas de desprecio que le dedicaba. Iba a hablar cuando su voz quedó ahogada por la de Sanghu.

—Discúlpate por lo que acabas de decir, ahora mismo.

Jong giró la mirada hacia su abuelo.

—No —se negó en rotundo a acatar su orden —. Ya dije como sería mi actitud si venía este niñato aquí. Y quien avisa no es traidor.

¿Qué acaba de llamarme?, preguntó Dre en su interior totalmente anonadado.

—No tienes ningún derecho a... —comenzó a decir Sanghu, pero el grito de Jong le hizo callar por primera vez.

—¡¿Qué no tengo derecho?! ¡Soy el único que tiene derecho a decidir algo en esta casa! ¿Quién paga esta comida? ¿Quién paga las facturas? ¿Acaso tú? ¿Joonsang? —Su tío bajó la vista avergonzado. Hyunki se tapó los oídos detestaba oír aquellas cosas —¡No, soy yo!

Sanghu se había quedado en shock. Dre frunció el ceño, estaba harto de aquel gilipollas, se levantó de su asiento al igual que Jong y le miró cara a cara.

—¿Quieres que me vaya? —preguntó.

Jong se giró hacia él, ligeramente sorprendido de que le dirigiese la palabra.

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