Capítulo 30

198 20 26
                                        


Con su abuelo y Hyunki en la cama ya, y Joonsang por ahí con su novia, Dre tenía a Jong solo para él. Puede que no fuera en una habitación lujosa, en una cama mullida, o en un relajante jacuzzi, pero le tenía entre sus brazos y eso era lo que importaba... Se estaba volviendo un ñoño, pensó inmediatamente. Esa faceta suya se quedaría en Corea y jamás la sabría nadie, ni jamás la repetiría, solo era para Jong. Se habían devorado en silencio entre caricias y besos. Dre detestaba esas cosas, pero por Jong era capaz de hacer esas tonterías. El simple tacto de su piel era como fuegos artificiales en su interior. Dre, Dre, Dre... Ese nombre estaba continuamente en su mente. Se volvería loco, aquel amor no era sano, y los amores insanos solo llevan a un lugar, a la perdición. Dre era la perdición para él. Estaba arriesgando todo, pero aun así no podía decir que no a él, aunque es lo que debería haber hecho desde un principio. Dre terminó el beso, y se apartó unos centímetros de él. Jong vio cómo se pasaba la lengua por los labios y resopló.

—No sabes lo que es no poder besarte a mi antojo. Realmente necesitaba esto, en realidad, moría por esto —dijo pasando un dedo por sus labios—. Así que gracias por lo de la habitación...

Dre volvió a apoyar la cabeza en la almohada y se quedó un segundo mirando a Jong sin ninguna expresión en la cara. A Jong le irritaba que controlara tanto sus sentimientos, era insoportable no saber en qué estaba pensando el castaño. De pronto, apareció en su cara una sonrisa socarrona.

—No te pongas sentimental, gatito —dijo de pronto, se apoyó en sus codos para acercarse al oído de Jong—. Te prefiero en celo.

—¡Eh! —exclamó Jong entre molesto y divertido.

Dre le agarró del mentón, y le obligó a que le mirara. Le besó con fiereza. Jong era suyo, le pertenecía tanto como Dre le pertenecía a él. Y eso le gustaba, jamás pensó que pasaría, pero le gustaba ser suyo. Sus manos viajaron por sus brazos blancos y musculosos. Le pedía con sed más contacto con su boca, y Jong se la ofrecía gustoso. El moreno apretó su pelvis con la de Dre, haciendo que éste último gimiera levemente. Jong seguía besándole cuando Dre se apartó de sus labios.

—¿Has oído eso? —preguntó Dre de pronto.

—¿A ti gemir? Sí... —contestó Jong con una sonrisa jadeante.

—No, imbécil —le espetó, y esa vez Jong si escuchó.

Un cristal roto, tal vez cerámica, era difícil saberlo. Sonaba al otro lado de la puerta, y ya era complicado de ignorar. Jong se incorporó.

—Quédate ahí —le dijo a Dre antes de dirigirse a la puerta.

—Sí hombre —contestó Dre antes de ponerse también en pie.

Antes de que hubiera podido abrir la corredera, escucharon el primer grito. Joonsang. Para sorpresa de Dre, no fue un grito asustado ni de protesta, sino de ira. Más sorpresa se llevó cuando vio que todo aquel ruido lo había provocado él. Iba tras Jong, cuando vio a Joonsang en la cocina. Cada cosa que cogía con la mano la golpeaba contra el suelo. ¿Aquel era Joonsang?

¿El Joonsang que conocía Dre? El castaño abrió los ojos de par en par, al ver como tiraba platos y vasos y los estrellaba contra el suelo. No solo eso, gritaba con voz gangosa, con la lengua trabada. No fue muy difícil adivinar que estaba borracho, muy borracho. Gritaba y maldecía, no parecía ser consciente de que Dre y Jong estaban ahí plantados, Dre con cara de desconcierto, y Jong con el ceño fruncido. Cuando el adulto se detuvo, se giró hacia ellos, viéndolos por primera vez.

—¿Has vuelto a recaer? —preguntó Jong con un deje de decepción en la voz, simulado con un tono arrogante.

—No te sorprende, ¿verdad? —inquirió Joonsang con una sonrisa irónica.

RUN BABY RUNDonde viven las historias. Descúbrelo ahora