Capítulo 31

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Los besos de Jong le hacía creer que solo existían ellos dos en el mundo. Estaban en su lugar, con la brisa fresca del final de la primavera acariciándole la nuca. Solo oía esas dos cosas, la respiración de Jong y el ligero aire mover los árboles.  Y entonces escuchó su móvil. Intentó ignorar la primera llamada, y la segunda, pero a la tercera se apresuró a coger el teléfono, o sería Jong el que lo cogería y lo estrellaría contra el suelo, y ya había perdido un ordenador por su causa, no quería también perder su iPhone.

—¿Sí? —respondió evitando los suspiros que le salían de la boca—. Oh, hola Chuck.

Jong levantó la vista, pero no dejó de lado su tarea, al contrario, se esmeró más. De todo el tiempo que tenían aquellos apestosos amigos de Dre llamaban justo en ese momento, el único momento que tenía para devorar a ese chico a gusto. Les odiaba incluso más de lo que odiaba al castaño. Lo peor de todo era que no entendía ni una palabra de lo que se decían.

—¿Has recibido un paquete? —le preguntó Chuck al otro lado del teléfono.

Dre sintió como Jong ya tenía todo su cuello invadido.

—Pues no lo sé, no he estado en todo el día en casa —contestó Dre aguantando como podía la compostura para que no le delatase la voz.

—Te hemos enviado tu regalo de cumpleaños —dijo Chuck, al tiempo que Jong subía hasta su oreja—. Ya he recibido un correo de que te ha llegado, así que estará en tu casa.

—¿Mi cumpleaños? Si aún quedan unas semanas —dijo Dre a punto de apartar a Jong de su cuello, sabiendo que los besos que le daba eran para provocarle aún más, cuando escuchó a Chuck al otro lado.

—Faltan cinco días, Dre.

El estómago de Dre sintió esa sensación que da al caer al vacío.

—¿Cinco...días? —preguntó sin aliento. No pudo escuchar la contestación. Jong le agarró y colgó la llamada sin previo aviso— ¿Qué haces? —quiso saber Dre cabreado.

—Que te llame luego —se limitó a contestar Jong intentando volver al cuello de Dre.

—Imbécil —le soltó Dre apartándole bruscamente de encima.

Se levantó y se arregló la ropa.

—¿A dónde vas? —inquirió Jong al verle comenzar a andar.

—A casa.

A pesar de las protestas de Jong, fue con él a casa. Aun iba quejándose cuando Dre entró y fue directo a Joonsang.

—¿Ha llegado un paquete para mí?

Joonsang asintió y se levantó para ir a buscarlo.

—Bueno... Lo que se dice paquete no era... Más bien era un sobre —dijo Hyunki.

¿Un sobre?, se preguntó Dre.

—Aquí tienes —dijo tendiéndoselo.

—¿No lo habréis abierto? —inquirió Dre al ver el cierre un poco despegado. Sanghu frunció el ceño.

—¡Cómo se te ocurre si quiera preguntarlo! Y si lo hubiera hecho hubiera tenido todo el derecho del mundo —gruñó el anciano.

Dre ladeó los ojos.

—¿Pero lo habéis hecho o no?

—¡No! —exclamó Hyunki en su lugar.

Jong se hizo paso.

—¿Qué hay para cenar? —preguntó dirigiéndose a Joonsang.

—¿Por qué me miras a mí? Por una vez podrías cocinar tú... —se quejó el hombre.

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