Capítulo 34

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Se le había hecho casi imposible conciliar el sueño en aquella cama, y en aquel lugar tan solitario. Sin una habitación en la que dormir con Dre, y en la casa de Milk sin estar su mejor amigo. Había dejado su bolsa al lado de la cama. No se había molestado en quitarse los pantalones empapados y la camiseta del día anterior. Se había acostado con ellos en la cama. Se había levantado en incontables ocasiones. Había bebido, fumado e incluso tomó hierba de su amigo para poder dormir y olvidar. Olvidar sobre todo como la vida cuanto mejor se ponía más bajo caía. Era como una montaña rusa, en la que vivir grandes experiencias no significaba que solo serían buenas. Contando los puntos negativos, podía enumerar el coma de Milk, la marcha de Dre, y el desprecio de su abuelo. Pero tampoco podía olvidar que Milk estaba bien y Dre le había confesado por fin que le amaba, aunque eso no cambiara nada. Si solo fuera porque no podía marcharse de allí, podría huir con él, al fin y al cabo se lo había pedido. Y EEUU no era Corea del Sur. Pero esa idea cojeaba por fantasiosa. Aquello no pasaría. A las cuatro de la mañana después de que sus ojos se tiñeran de rojo y su cara se pusiera pálida, consiguió conciliar el suelo, abrazado al peluche que olía a ambos, a él y a Dre. Por ello, no se despertó hasta pasada la una. Era tres de junio, y el cumpleaños de Dre. En esos momentos el castaño ya era mayor de edad. Recordaba como hacía una semana pensaba en un buen regalo para él, una sorpresa que darle o un plan genial para pasarlo juntos. Todo eso fue antes de saber que se iría. Y sin esperar ni un segundo, se iba el mismo día de su cumpleaños. Miró el reloj con pavor al darse cuenta de que Dre se marchaba a las seis. Apenas cinco horas le quedaban a Jong para tener a su castaño a kilómetros de distancia. Desayunó/comió lo más comestible que tenía Milk en la nevera. Se duchó y buscó entre su bolsa algo que ponerse. Cogió una mochila y metió ropa limpia para llevársela a Milk al hospital. Acababa de coger las llaves para marcharse cuando su móvil sonó. Lo cogió sin pensarlo por si era del hospital. Cerró la puerta del piso justo cuando descolgó.

—¿Sí?

—Park, ¿cómo estás?

Lee. Jong puso los ojos en blanco.

—¿Qué quieres?

—¿Estás haciendo algo?

—Voy de camino al hospital a ver a Milk —contestó Jong al tiempo que bajaba por las escaleras—. Para tu información, ha despertado.

—Oh, eso está bien —Ya claro que está bien, cabrón, pensó Jong—. Después pásate por el club. Moon quiere hablar contigo —sonaba demasiado amable.

Aun le duraría el buen humor del día anterior. Jong miró su reloj, justo lo que peor le venía, que ahora Moon quisiera una conversación con él.

—Si es por un trabajo no puedo encargarme yo. Al menos no hoy.

—¿Por qué? —preguntó Lee y ya no sonó tan amable.

—Quiero estar con Milk hasta que le den el alta —mintió Jong, cuando la verdadera razón era que tenía que estar con Dre en el aeropuerto para darle el último adiós.

—No te preocupes por tu amiguito, de todas formas solo será una charla rápida —contestó Lee.

—Está bien —accedió Jong—. Me pasaré en cuanto vea a Milk.

—Bien, te estaremos esperando.

—¿No me vas a decir de qué se trata? —preguntó Jong, pero el trajeado ya había colgado. Jong miró frustrado el móvil—. Será tocapelotas... — maldijo antes de subirse a su moto.



Cuando llegó a la habitación de Milk, su amigo estaba comiendo, y parecía estar cansado, pero bien, increíblemente bien, y eso fue un gran alivio. No había tenido la ocasión de poder hablar con él, y en cierto sentido, temía ese momento.

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