Capítulo 44.5 - Carta

10 2 0
                                    

Akihabara, Tokio, Japón
Viernes 25 de Diciembre de 20**

Karma, hijo mío, este día finalmente cumples 15 años de edad, o bueno, este día apenas cumples 4 años, pero cuando ya estés leyendo está carta, espero que realmente estés cumpliendo tus 15.

Feliz cumpleaños.

En este tiempo, no puedo asegurar de en dónde estás. Sí estamos juntos como una familia, o alguien se atrevió a separarnos. Eso no importa ahora. Estoy muy orgullosa de ti, me alegra que hayas sobrevivido hasta este punto, incluso sí no estoy segura de que yo estoy presente en tu vida, me gustaría asegurarte que siempre te estaré esperando junto con tu padre.

Muchas cosas han pasado, algunas antes de tu nacimiento, y ya es hora de que sepas toda la verdad de tu familia.

¿Sabes?, tu padre y yo no estamos bien mentalmente. Hemos hecho cosas que no entran en la moral de ninguna persona existente, somos la blasfemia de este mundo, quienes no entran en la descripción de una persona que merece el perdón luego de tanto tiempo. No necesitamos el perdón, ni nos arrepentimos de lo que hemos hecho.

Estoy segura que tú tampoco te arrepentirás, cariño.

He de confesarte que me enamoré de tu padre cuando conocí finalmente su segunda cara, una igual a la mía. Nuestras manos están manchadas de sangre, y se que a este punto, tus manos también están manchadas.

También tengo que decirte que sí hay una cosa de la cual me arrepiento.

No poder protegerte.

Tu padre y yo tenemos problemas que te podemos heredar, tal cual nuestros padres nos heredaron a nosotros. Cuando naciste y te sujeté entre mis brazos, ese día fue el segundo día más feliz de mi vida luego de la boda de tu padre, pero mi alegría y la suya duraron poco.

Lo sabíamos, sabíamos el riesgo que había en tenerte, y aún así seguimos con el embarazo.

No eres un niño normal, jamás lo ibas a hacer.

A este punto, contigo teniendo sólo cuatro años y siendo cargado por tu padre mientras yo escribo está carta, puedo saberlo con seguridad. Tu gusto por la sangre salió antes de lo previsto, cuando en un descuido de nuestra parte terminaste llegando a la oficina de su padre, encontrando una de sus bolsas de sangre. Cuando te encontramos, la sangre manchaba tu rostro y tus manos, nos viste y comenzaste a reír.

Un niño que no sabía lo que estaba haciendo, pero que le encantaba.

Tus momentos de lucidez eran muy largos, podías durar meses siendo un niño normal, pero cuando menos lo podíamos esperar, te encontraban matando a los pequeños animales que llegaban a nuestro jardín.

Sé que quizás no lo recuerdas, pero nosotros estamos para recordartelo.

Nada está bien en esta familia, jamás lo estuvo ni lo estará. Pero estamos bien así.

Esperamos que tú también lo estés.

No sabemos que rumbo puede tomar tu vida, no sabemos si harás mejores o peores cosas que nosotros, no sabemos las decisiones que tomarás o como llevarás a cabo tu deseo de sangre, sí decidirás ocultarlo o le mostrarás al mundo aquella oscuridad y sed de sangre con la que naciste, que te heredamos.

Pero sin importar de sí estamos o ya no en tu vida, independientemente de lo que hagas. Siempre estaremos esperándote para llevarte de regreso a nuestro hogar.

Te quiere, mamá.

.
.
.
.
.

Una suave risa se escuchó en la habitación, una risa que pronto se volvieron carcajadas.

Ambos adultos reían, su hijo, sin saber lo que ocurría, los acompañaba en su risa. Sólo un día más en esa familia, un día más, donde ni siquiera sabían lo que estaban haciendo.

- Amor... ¿estamos haciendo lo correcto? -.

Cuando las risas se apagaron, cuando la luz se fue a plena tormenta, la mujer soltó la pluma, levantándose de su silla y caminando hacia su marido. Con sus suaves y delicadas manos, tomó el brazo del hombre, apoyando suavemente su cabeza sobre su hombro.

En los brazos de aquel hombre, un pequeño niño pelirrojo, que con sus grandes ojos carmesí llenos de vida, sonreía con inocencia al ver a su madre tan cariñosa con su padre.

Incluso si no tenía la menor idea de lo que estaba hablando.

- No lo sé, querida - Respondió, pasando las llemas de sus dedos por las suaves hebras de cabello de su mujer - ¿Te arrepientes? -.

- No creo llegar a hacerlo -.

- Te amo, mi vida -.

- Y yo a ti, mi cielo -.

Observaron la habitación, las maletas a un lado de la puerta. Según ese día sería el final de sus vacaciones de verano en ese lugar, pero con la lluvia de promedio, dudaban que regresaran a casa pronto.

.
.
.
.
.

- Mamá, papá... -.

Con una sonrisa de melancolía, Karma guardó nuevamente la carta en aquel sobre. Los adultos que lo acompañaban dudando de si era lo correcto meterse ahora.

Conociendo al pelirrojo, cualquier cosa podría ser posible.

Desde una reacción llena de calma... a una completamente desastrosa.

Era mejor esperar.

Observó cada papel que había dejado sobre la cama. Las manchas de tinta que reflejaban palabras, recuerdos, vivencias... pesadillas.

- Fue mi error... pensar que esto ha terminado -.

Hasta regresar a mi hogarDonde viven las historias. Descúbrelo ahora