Capítulo 30 - Nuevas pistas

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Era el 20 de Diciembre.

Las vacaciones de invierno ya habían comenzado días atrás, los ancianos, adultos, niños y adolescentes estaban en las calles, cada uno viviendo en su propio mundo e ignorando todo el desastre que estuvo atormentando a la ciudad semanas atrás.

Simplemente la gente lo ignoraba, para ellos, sumergirse en la ignorancia era lo mejor que podían hacer para protegerse.

Al menos, quisieron hacerse creer eso, pero no funcionó.

Los gritos de pánico y terror se escuchaban en el centro de la ciudad, incontables patrullas de policía e incluso ambulancias y helicópteros se hicieron presentes en el lugar, y es que simplemente sentían que iban a requerir toda la ayuda necesaria, porque lo que había en aquel centro, en aquel parque con una torre alta para marcar el centro, simplemente era algo digno de una película de terror.

Ni siquiera la gente más perturbada podría hacer algo como eso, pero ahí estaba.

Con miles... no, con millones de personas presenciando aquel arte macabro, ya sea estando presentes, o hasta verlo por sus teléfonos móviles o televisores.

Había incontables cadáveres masacrados, la sangre manchaba todo el entorno, combinándose con la blanca nieve del invierno. Aquellas personas, sí es que eso alguna vez fueron, se encontraban regados por todo el centro, había distintivos métodos de tortura, pero lo que más llamaba la atención, era que no estabam amontonados, sinó que estaban en sitios específicos, y había un camino de sangre que llevaba en dirección a la torre.

En la torre no era mucho mejor, había cadáveres unidos entre por medios hilos que los mantenían juntos, rodeando la torre y lo que más llamaba la atención, el letrero escrito en sangre que estaba unido por medio de cuerdas a los cadáveres.

[Las 20 personas no fueron nada, hoy y desde entonces,
me aseguraré de que el verdadero infierno llegue a la ciudad]

El gobierno no tardó en ponerse manos a la obra. Sí la masacre de las 20 personas no era más que una simple advertencia, y lo de ese día un sólo aviso, se veían incapaces de imaginar a lo que aquel adolescente podría llegar a causar.

Múltiples investigadores y agentes de seguridad arribaron al lugar, comenzando a buscar posibles pistas, mientras que los otros de sus compañeros se encargaban de tranquilizar a la gente más afectada y a buscar pistas desde las cámaras de seguridad más cercanas.

Era imposible que alguien haya hecho todo eso sin dejar ninguna pista.

[Padre, ¿a dónde vas?]

Nagisa le preguntó a Karasuma, por medio la libreta que ahora formaba parte esencial en su vida cotidiana. Sus cuerdas bucales ya estaban en mejor estado, más sin embargo, aún estaba ese temor de usar su voz, y sólo la ocupaba cuando ya no tenía más remedio.

— Tengo que salir, hubo otro atentado — Respondió mientras guardaba una de sus armas en su chaqueta.

[Quiero ir contigo]

Escribió rápidamente en su libreta y no tardó en mostrárselo a Karasuma. Su estabilidad tendía de un hilo, pero quería ir a ver lo que el pelirrojo había hecho.

La culpabilidad seguía en su ser, y quería saber todo lo que pudiera del caso.

— Entiendo tu preocupación, pero la respuesta es no. Debes de quedarte y reposar, no puedo permitir que te expongas nuevamente a lo mismo — Respondió con una voz seria y decidida — Llamaré a Koro para que venga contigo —.

Nagisa comenzó a quejarse por medio de la libreta, pero todo reproche fue ignorado por el adulto, no estaba dispuesto que todo por lo que había estado trabajando junto con diversos psicólogos y psiquiatras se fuera a la basura. Comprendía las razones por las que el adolescente quería ir, pero estaba el mal presentimiento de que algo pasaría sí Nagisa iba al lugar.

¿Y sí era un truco?

El pelirrojo había demostrado incontables veces que cada cosa que hacía tenía diversos resultados, y por supuesto, le traía todo lo que él quería. A pesar de su edad, tenía la capacidad para hacer todo de tal manera que hasta la idea más loca o perversa diera resultados.

Y eso era a lo que le temía y la verdadera razón por la que no quería que el peliazul lo acompañara.

Karma había confesado deliberadamente que haría todo para que Nagisa y todos sus conocidos vivieran un infierno en vida, jamás demostró compasión por nada de lo que hizo, y estaba más que seguro que no estaba arrepentido.

Incluso temía dejar al adolescente sólo, así que por eso mismo, Koro era el encargado de Nagisa mientras que él se iba a trabajar, confiaba lo suficientemente en que aquel ex asesino –y ahora maestro– podría cuidar de su hijo y protegerlo de cualquier posible peligro que lo estuviera acechando.

Quizás era su paranoia, pero la misma voz en su cabeza le decía que no podía dejar al peliazul solo, y ésta vez, le haría caso.

Como bien dicen, quien aprende de sus errores no cometerá el mismo error dos veces.

¿O sí?

~ • ~

— Buenos días, Nagisa–kun — Saludó el maestro pelinegro al entrar por la puerta, acercándose a su ex estudiante revolviendo los cabellos.

— Yo voy saliendo, cualquier cosa llámenme, y hay comida en el refrigerador — Dijo Karasuma, saliendo apurado de la casa y dejando a Koro–sensei y a Nagisa solos.

— ¿Cómo te encuentras? —.

[Bien]

Escribió en su cuaderno, luego, apuntó a la sala de estar, así que manos se dirigieron al lugar y se sentaron en uno de los sofás. Siendo sincero, Koro–sensei tenía la idea de que el adolescente no lo llevó a ese lugar para ver la televisión.

— ¿Qué es lo que quieres decirme, Nagisa–kun? —.

[¿Se acuerda del favor que me debe, después de que lo encubrí
cuando por accidente explotó uno de los salones del edificio?]

Con eso, el adulto pelinegro rápidamente presintió lo que él adolescente de cabello azul quería de él, y la razón por la que esperó a que Karasuma se fuera.

— No te llevaré a ese lugar, es peligroso y el psiquiatra aclaró que debíamos mantenerte alejado del caso hasta que tu salud se mejore — Respondió con una expresión seria pero una mirada de calma, tampoco quería hacer sentir mal adolescente.

Digamos que su estabilidad emocional era una de las más afectadas.

[No quiero saber lo ocurrido específicamente, simplemente quiero verlo,
necesito saber hasta donde llegó Karma]

— Nagisa–kun, entiendo lo que sientes y tus razones, pero tu salud mental es importante. Exponerte nuevamente a ese nivel de violencia sólo te dañará más — Aclaró, tratando de ser comprensivo.

[Sé que lo hacen por mi bien, pero necesito verlo,
no pueden mantenerme alejado de algo
de lo que claramente soy uno de los mayores factores]

En eso el adolescente tenía razón. Estaba consciente que él era el principal factor de todo lo que estaba pasando, y era imposible mantenerlo oculto por tanto tiempo, menos sí el segundo factor le había declarado directamente a él lo que pasaría.

No dejarle participar era como querer prender un automóvil pero sin las llaves, o intentar conducir sin un volante.

— ¿Sólo una vista rápida y nos vamos? — Preguntó alzando una ceja.

[Si]

— De acuerdo, saldremos en la tarde noche cuando no haya tanta gente, pero ninguna palabra de ésto a Karasuma–kun, y acorde a ello, el favor que te debo queda saldado — Inquirió, sin estar dispuesto a dejar alguna laguna legal con la que el adolescente podría aprovecharse después.

[Sin problemas]

Hasta regresar a mi hogarDonde viven las historias. Descúbrelo ahora