Capítulo 34 - Aparición formal

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Koro–sensei caminaba por las calles desiertas de la ciudad, siendo guiado por aquella sombra humanoide que reía alegremente mientras se escabullía entre los callejones, como sí estuviera jugando a las escondidas o a las traes.

— ¿¡Qué es lo que buscas!? — Preguntó mientras se adentraba a uno de los tantos callejones.

El lugar era como un laberinto, sin importar por donde entrara o saliera, simplemente llegaba a otro callejón que estaba conectado a otros, más extensos o más cortos, cada uno era diferente, y mientras más se adentraba, el ambiente se volvía más tenso y tétrico, podía ver incluso como grandes manchas de sangre adornaban el suelo y las paredes cercanas.

Se sentía como en una película de terror.

Cubrió su boca con una de sus manos, había un terrible olor a descomposición y a sangre que comenzaba a marearlo por cada paso que daba.

En algún momento detuvo su andar, observó sus alrededores con sospecha –y ligera preocupación– viendo la increíble cantidad de sangre seca que había, las paredes estaban llenas de grafittis y rupturas, mientras que el suelo estaba lleno de dibujos de siluetas humanas, grietas e incluso, se veía algo de pasto crecer entre dichas grietas, como sí la naturaleza estuviera reclamando lo que le pertenecía por derecho, lo que le daba un toque más solitario y abandonado al lugar.

¿De verdad existían ese tipo de zonas en la ciudad?

En su pasado, se llegó a acostumbrar a ambientes caóticos y sangrientos, pero con el cambio en su vida y lo que Aguri hizo con él y como lo acogió en su hogar, había olvidado por completo ese sentimiento de angustia y precaución, el miedo inminente y el pensamiento de que algo malo iba a pasar.

Se quedó ahí por unos minutos, centrando su atención en la brisa fresca de invierno, cuando escuchó el sonido de un golpe en una superficie metálica.

Se dió vuelta rápidamente, sacando el arma de fuego que tenía oculta en su chaqueta y apuntando a un bote de basura, el cual se había caído tirando todo su contenido, y lo que más le llamó la atención, fue la de una extremidad humana que salió.

Una mano.

Pasó saliva, su dedo índice seguía en el gatillo. A pesar de ser un asesino experimentado, tenía el presentimiento de que ahora había dejado de ser un cazador, y se había convertido en la presa de aquel ser que lo acechaba, como un fantasma que podía ir a todos lados sin ser visto.

¿Lo peor?, estaba consciente que aquel ser no era un fantasma, sinó un humano.

— Wow, de verdad creí que me habían mentido cuando me dijeron que usted antes era un ex asesino, ¿cómo fue que consiguió el trabajo de maestro?, se me hace muy curioso — Comentó la voz de aquella silueta, que seguía oculto entre las sombras.

— ¿¡Quién eres y por qué me trajiste así!? — Preguntó apuntando el arma a donde había escuchado la voz, dando un disparo.

— Cerca, pero no tanto — Rió con diversión, su voz dejó de ser arrogante y pasó a una juguetona — Que tenga más suerte la próxima, Koro–sensei~ —.

Koro–sensei chasqueó la lengua con molestia, viendo a todos lados, buscando a la persona que se mantenía oculta. No poder ver su objetivo lo hacía sentir un revuelco en su estómago y una opresión en su abdomen, y eso no era algo bueno.

— Preguntaré otra vez, ¿quién eres? —.

Una pequeña risa juguetona se escuchó, luego todo se quedó en silencio.

Comenzó a caminar nuevamente, volteando a todos lados para evitar ser atacado por la espalda, cubriendo nuevamente su boca por el terrible olor del lugar.

Hasta regresar a mi hogarDonde viven las historias. Descúbrelo ahora