Capítulo 25 - Susurro del Diablo

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El arte del diablo, del ser mismo de la oscuridad, su susurro, simples palabras que pueden tener un gran impacto, en una persona o en varias.

Porque así de fácil era como la mente humana podía traicionar a uno mismo, porque por más fuerte que uno pueda ser de forma física, mientras que su deseo sea más grande, haría lo que sea con tal de conseguirlo, hasta abandonar su propia moral.

Así sucedió con él.

Gakushū Asano, él nunca fue un niño normal desde que tuvo memoria, siempre podía escuchar ese extraño sonido de reloj, como una cuenta regresiva, nunca comprendió su significado, ni por qué sólo él parecía escucharlo, hasta que llegó el día.

El día en el que sus manos se tiñeron de sangre, ese hermoso líquido carmesí que abundaba en todos los humanos, pero que muy pocos, tenían la oportunidad de conseguirla por sus propias manos.

Sólo los más valientes se atrevían a semejante acto, y cuando él tuvo la oportunidad, no dudó en usarla.

Quizás era incorrecto, millones de personas lo llamarían desquiciado, loco, maníaco, asesino, pero... ¿qué diablos importaba?

Él era libre de vivir su vida como él quisiera, él era libre de todo ahora que finalmente sus verdaderos colores salieron a la luz, era finalmente libre, sin cadenas que lo sujetaran, sin su mente que por años lo torturaba por cosas pasadas o que ni siquiera estaban en sus manos.

Y ahora, estando en el suelo sometido, sintiendo descargas eléctricas por cada toque, y con susurros en su oído que le decían lo que quería escuchar.

¿Por qué negarse, sí era una nueva forma de libertad?

— Eres tan lindo, Gakushū–kun, me encantas — Le dijo al oído, mientras usaba sus manos para recorrer su cuerpo despojado de cualquier tela que lo cubriera.

Karma acarició nuevamente su mejilla, su sonrisa, tan tranquila y calmada, haciendo contraste con su aura cínica y su mirada oscurecida, reflejando deseo y sadismo, perversión y lujuria, combinaciones que a cualquiera asustaría, pero que a él... le encantaban.

— Eres la combinación perfecta. Ver tu figura segura frente a los demás, pero frágil en éstos momentos... eres simplemente la mejor obra de arte, que supera a la muerte y la sangre —.

Palabras falsas o no, una simple ilusión, una utopía, pero que aceptaba a pesar del miedo, a pesar de las voces que le decían que debía huir. Él no iba a huir, no sí esas palabras le decían justo lo que su corazón y mente querían escuchar, no sí cumplía su promesa de su tan querida libertad.

Correría cualquier riesgo.

— ¿No quieres que te ayude?, has pasado por mucho en ésta vida, teniendo que ocultar lo que necesitabas y mostrándote perfecto ante los demás, ¿acaso no es doloroso tener que fingir? — Preguntó sonriendo dulcemente.

Gakushū lo veía atentamente, escuchando cada una de sus palabras en silencio, y sintiendo como algo dentro de él comenzaba a quebrarse.

— Mostrándote fuerte y poderoso, alguien invencible, siendo ignorado por las personas que sólo te buscan cuando te necesitan —.

Karma mantenía una expresión de tranquilidad, acariciando con delicadeza las caderas y cintura de Gakushū, quien tembló ligeramente mientras mordía su labios inferior.

Él era una presa, y como se dictaminaba, debía de caer por más fuerte que fuera.

— Hablando de eso, ¿cómo va la relación con tus hermanos?, escuché que últimamente se han comportado de una forma más cruel y distante contigo, sólo tratándote como una mascota que de vez en cuando necesita atención, ¿pasó algo entre ustedes, acaso? — Preguntó, tocando un punto sensible emocionalmente en Gakushū.

Hasta regresar a mi hogarDonde viven las historias. Descúbrelo ahora