Capítulo 17: Reflexiones y Rumores

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Pov.

Alaya pasó el fin de semana reflexionando sobre lo que había sucedido en los últimos días. Recordaba su confesión a Luisa y Celeste, el alivio momentáneo que sintió al abrirse con ellas, pero también la sensación persistente de vacío que no había desaparecido. Aunque se sentía agradecida por el apoyo que recibió, sabía que aquello solo era el principio. Todavía había muchas emociones enterradas en su interior, y la sombra de sus conflictos con Kiara y Frida seguía rondándola.

El lunes por la mañana, mientras caminaba hacia el colegio, Alaya sentía un nudo en el estómago. No sabía cómo iba a enfrentarse a sus amigas después de lo que había compartido. Sin embargo, lo que más le preocupaba era ver a Sophie. Durante toda la semana anterior había sentido su ausencia profundamente. Sophie era la única persona que realmente la hacía sentir comprendida, y la idea de volver a verla le daba cierta tranquilidad, aunque también le generaba ansiedad. Sabía que en algún momento tendría que contarle lo que había estado pasando.

Al entrar en el aula, sus ojos buscaron a Sophie entre los estudiantes. Allí estaba, en su lugar habitual, con la cabeza baja y una expresión que Alaya no supo descifrar de inmediato. Se acercó con cuidado, dispuesta a contarle todo lo que había vivido durante la semana anterior, pero cuando Sophie levantó la mirada, algo en su expresión le hizo cambiar de opinión.

—¿Estás bien? —preguntó Alaya, su voz cargada de preocupación.

Sophie, que siempre era la primera en sonreír o en bromear, apenas levantó la vista de sus libros. Parecía distante, apagada. No era la Sophie que Alaya estaba acostumbrada a ver.

—Sí, estoy bien —respondió Sophie, pero su tono no convenció a Alaya.

Por un momento, Alaya sintió el impulso de hablar sobre sus propios problemas, de desahogarse con su amiga como había planeado, pero al ver la expresión en el rostro de Sophie, supo que no era el momento. Algo le pasaba, algo que no había notado antes, y decidió escucharla en lugar de hablar.

—¿Segura? Pareces... distante —insistió Alaya, intentando que Sophie se abriera.

Sophie suspiró, como si llevara un gran peso sobre sus hombros.

—Es solo que... he estado pensando en algunas cosas. Nada grave, pero... bueno, supongo que a veces las cosas se acumulan, ¿no?

Alaya asintió, comprendiendo exactamente lo que Sophie estaba sintiendo. Aunque la había visto ausente por enfermedad, ahora se daba cuenta de que quizás había más detrás de su silencio.

—Si necesitas hablar, estoy aquí —ofreció Alaya, tratando de devolverle el apoyo que Sophie siempre le había brindado.

Sophie sonrió débilmente, pero no dijo nada más. Alaya sintió una punzada en el pecho, porque aunque quería contarle todo lo que había sucedido, sabía que su amiga no estaba en el mejor momento para escucharla. Decidió quedarse en silencio, acompañándola, y esperando a que Sophie estuviera lista para hablar.

El resto del día pasó con una sensación de tensión acumulada. Mientras trataba de concentrarse en las clases, Alaya no podía evitar escuchar los susurros que se esparcían por los pasillos. Rumores. Al principio, no les prestó mucha atención, pero poco a poco comenzaron a hacerse más claros.

Kiara y Lucas.

Alaya sintió que el corazón le daba un vuelco al escuchar los nombres de su mejor amiga y del chico que creía que le gustaba. El rumor era cada vez más fuerte: decían que Kiara y Lucas estaban saliendo. Al principio, Alaya se negaba a creerlo. No podía ser cierto. Lucas estaba enamorado de Kiara, sí, eso lo había descubierto la semana anterior, pero Kiara nunca le había mencionado nada al respecto. ¿Cómo podía haber sucedido sin que ella se enterara?

Durante el almuerzo, los murmullos continuaban, y Alaya no pudo evitar sentirse traicionada. Si era cierto que Kiara y Lucas estaban saliendo, ¿por qué no se lo había contado? ¿Por qué había mantenido ese secreto? La sola idea de que sus sospechas fueran ciertas la llenaba de rabia y tristeza.

Se sentó en la mesa del almuerzo junto a Luisa y Celeste, pero no podía concentrarse en la conversación. Su mente estaba ocupada, repitiendo una y otra vez las mismas preguntas. De vez en cuando, lanzaba miradas furtivas a Kiara, quien estaba sentada con Frida, como de costumbre. ¿Era cierto lo que decían? ¿Había estado Kiara ocultándole algo todo este tiempo?

—¿Estás bien? —preguntó Celeste, notando su distracción.

Alaya asintió rápidamente, aunque no tenía ganas de hablar. No sabía cómo iba a enfrentar esta nueva realidad, pero sentía que algo dentro de ella estaba a punto de romperse.

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