Capítulo 18: Reflexiones y Decisiones

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Pov.

Después del almuerzo, Alaya se encontraba sola en uno de los rincones más tranquilos del colegio. Aunque el bullicio de sus compañeros continuaba a su alrededor, ella sentía que todo estaba en silencio, como si su mundo estuviera separado del resto. Las palabras y los rumores que había estado escuchando durante los últimos días retumbaban en su mente. Kiara y Lucas, juntos. Aquello parecía confirmar los celos que había intentado enterrar, pero ahora que enfrentaba esa posibilidad, algo en ella comenzaba a cambiar.

A lo largo de los días siguientes, reflexionó sobre su amistad con Kiara. Sabía que sus sentimientos por Lucas habían nublado su juicio. ¿Realmente tenía derecho a sentirse traicionada? Kiara jamás había mostrado interés por Lucas antes, y ni ella ni Lucas sabían lo que Alaya sentía. Si ambos habían comenzado a salir, era algo que simplemente había ocurrido, sin malas intenciones. Y eso, aunque doloroso, era suficiente para que Alaya supiera que debía dejarlo pasar.

Con esa resolución en mente, decidió que era hora de soltar. Su amistad con Kiara era más importante que esos sentimientos no correspondidos. No podía permitir que algo que nunca había expresado en voz alta se interpusiera entre ellas. Si Lucas y Kiara eran felices juntos, ella tendría que aceptarlo, incluso si eso significaba reprimir sus emociones. Alaya decidió que dejaría ir a Lucas.

Durante el recreo, se encontró con Luisa y Celeste, quienes habían estado a su lado en los últimos días, notando la lucha interna que Alaya vivía. Se acercaron a ella, como lo hacían últimamente, esperando que les confiara lo que estaba ocurriendo.

—He estado pensando mucho en lo que siento por Lucas —les confesó Alaya, sin rodeos, mientras caminaban por el patio—. Y creo que es mejor que lo deje ir. Kiara no sabe nada de esto, y no es justo que me enfade con ella por algo que no puede controlar. Al final, no tiene sentido aferrarse a esto.

Luisa y Celeste intercambiaron miradas, sabiendo lo difícil que debía ser para ella. Pero también admiraban la fortaleza que demostraba al tomar esa decisión.

—Es una decisión valiente, Alaya —dijo Celeste, con una sonrisa de comprensión—. Pero no te castigues por lo que sientes. Está bien sentir lo que sientes.

—Lo sé —respondió Alaya—, pero Kiara no tiene la culpa. Es lo correcto. Quiero que ella sea feliz, y si Lucas la hace feliz, entonces tengo que aceptar eso.

Esa tarde, las tres compartieron una conversación sincera, y por primera vez en mucho tiempo, Alaya sintió que había tomado el control de sus emociones. Sin embargo, el verdadero desafío aún estaba por llegar.

Cuando llegó el lunes, Sophie regresó al colegio, recuperada de su enfermedad. Alaya se alegró de verla, pero también sabía que era hora de contarle todo lo que había estado guardando. Aunque había compartido algo con Luisa y Celeste, sabía que con Sophie la conversación sería más profunda, más honesta. Sophie siempre había sido su refugio, y necesitaba abrirse completamente con ella.

Durante el recreo, las dos encontraron un lugar apartado y tranquilo donde sentarse. Alaya se sintió repentinamente nerviosa. Había ensayado esta conversación en su mente, pero ahora que Sophie estaba frente a ella, las palabras no parecían salir con tanta facilidad.

—Sophie, hay algo que necesito contarte —comenzó Alaya, su voz vacilante.

Sophie la miró, su expresión preocupada pero llena de paciencia, esperando que continuara.

—Llevo un tiempo sintiendo cosas por Lucas. Pero últimamente... he escuchado rumores de que Kiara y él están saliendo. Y la verdad, me ha afectado más de lo que pensaba —admitió, su voz quebrándose un poco—. Pero he decidido que voy a dejarlo pasar. No puedo dejar que esto arruine mi amistad con Kiara. Ella no sabe lo que siento, y no quiero que lo sepa.

Sophie asintió lentamente, aunque su rostro mostraba cierta inquietud.

—Alaya, ¿crees que realmente podrás hacerlo? —preguntó con suavidad—. ¿Puedes ignorar lo que sientes por Lucas, así como así?

Alaya suspiró, mirando al suelo por un momento antes de responder.

—No estoy segura —respondió sinceramente—. Pero creo que es lo correcto. No puedo culpar a Kiara por algo que no sabe. Y si ellos son felices juntos, tengo que aceptarlo.

Sophie asintió nuevamente, pero Alaya podía ver que había algo más en su amiga, algo que no había notado antes. Sophie también parecía estar luchando con algo, pero no decía nada. Alaya decidió no presionarla en ese momento, suponiendo que su amiga se abriría cuando estuviera lista.

El día terminó con Alaya sintiéndose un poco más ligera, aunque el peso de sus emociones aún estaba ahí. Había tomado una decisión difícil, pero sentía que era la correcta. Lo que no sabía era que los próximos días le traerían nuevos desafíos, tanto en su relación con Kiara como en su lucha interna por mantener esa resolución.

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