Pov. Alaya
Después de la conversación con Kiara, sentí que el peso en mi pecho había disminuido un poco. Por primera vez en semanas, parecía que estábamos en el camino correcto para arreglar nuestra amistad, pero todavía había dudas en mi mente. Kiara y yo habíamos decidido hablar más, ser más honestas, pero no podía evitar pensar en todos los errores que habíamos cometido. ¿Y si todo volvía a salir mal? ¿Y si nos distanciábamos otra vez?
Con todas esas preguntas rondando en mi cabeza, recurrí a lo que siempre hago cuando me siento perdida: pedir consejo a mis amigas. Durante las siguientes semanas, hablé con cada una de ellas, buscando diferentes perspectivas, con la esperanza de que sus palabras me ayudaran a mantener mi relación con Kiara a flote.
—No sé si estoy haciendo lo correcto —le dije a Luisa una tarde mientras caminábamos por los pasillos vacíos—. Quiero arreglar las cosas con Kiara, pero no quiero cometer los mismos errores.
Luisa me escuchaba atentamente, como siempre. Ella era más calmada y reflexiva, y eso la convertía en una de las personas en las que más confiaba cuando se trataba de decisiones difíciles.
—Creo que ya diste un buen primer paso hablando con ella —me respondió—. Pero si realmente quieres que funcione, tienes que seguir trabajando en eso. La amistad no se arregla de la noche a la mañana.
Asentí, aunque seguía sintiéndome un poco insegura. Celeste, por su parte, también era de gran apoyo. Aunque no era tan expresiva como Luisa, siempre sabía cómo decir las palabras correctas.
—Tienes que ser paciente —me dijo un día mientras estábamos sentadas en el césped durante el recreo—. Ninguna relación es perfecta, pero si realmente quieres mantenerla, tendrás que aceptar que ambas van a cometer errores. Lo importante es que no dejes que esos errores las alejen otra vez.
Las palabras de Celeste me reconfortaban, pero no todos los consejos que recibía eran tan alentadores. Clara y Sophie tenían opiniones muy diferentes. Para ellas, Kiara no era buena para mí.
—Alaya, sé que quieres que las cosas funcionen con Kiara, pero sinceramente, no creo que valga la pena —me dijo Clara una tarde, mientras tomábamos un café después de clases—. Esa chica no te trata bien. Siempre ha sido egoísta y te hace sentir culpable por cosas que no deberías sentir. No entiendo por qué sigues intentándolo con ella.
Clara siempre había sido directa, y aunque apreciaba su honestidad, sus palabras me dolían. Yo sabía que Kiara no era perfecta, pero tampoco lo era yo. Sin embargo, Clara veía las cosas de manera diferente.
—Mira, no digo que seas perfecta, pero tú siempre das más en esa relación, y ¿qué recibes a cambio? Problemas, discusiones, celos... No sé, Alaya, creo que deberías pensar en lo que es mejor para ti.
Sophie compartía la misma opinión que Clara, aunque sus palabras eran más suaves. Ella siempre había sido mi refugio, y sabía que hablaba desde el cariño, pero también era muy protectora conmigo.
—Alaya, no quiero verte sufrir más por Kiara —me dijo un día cuando estábamos solas en el parque, un lugar que solíamos frecuentar cuando queríamos hablar sin interrupciones—. Has pasado por mucho, y no quiero que te hagas daño solo por intentar salvar algo que tal vez ya no tiene salvación. Kiara siempre te ha hecho sentir menos, y no te lo mereces.
Sophie me miraba con esos ojos llenos de preocupación, y yo sabía que decía todo eso porque le importaba mi bienestar. Pero escucharla decir que tal vez no había nada que salvar me ponía nerviosa. No quería perder a Kiara. Aunque las cosas no siempre fueran fáciles, Kiara era importante para mí.
—Lo sé, Sophie —le dije, mirando al suelo—. Pero... no quiero rendirme todavía. No quiero perderla.
Sophie suspiró, pero no insistió más. Sabía que no iba a cambiar de opinión tan fácilmente, pero apreciaba que me escuchara.
Leonor también fue una de las personas a las que recurrí en busca de consejo, aunque su respuesta fue más neutral. Ella había estado más distante últimamente, pero siempre fue objetiva en sus opiniones.
—Si sientes que vale la pena, sigue adelante —me dijo cuando nos encontramos por casualidad en la biblioteca—. Solo asegúrate de no sacrificarte a ti misma en el proceso. Si salvar esa amistad significa perderte, entonces tal vez no es una amistad que valga la pena.
Sus palabras resonaron en mi cabeza por días. ¿Estaba perdiéndome en mi intento de salvar a Kiara y nuestra amistad?
Lucas, a quien también pedí consejo, fue mucho más optimista. Aunque no éramos tan cercanos, siempre había sido honesto conmigo.
—Si realmente la aprecias, vale la pena intentarlo —me dijo mientras caminábamos hacia nuestras clases—. Pero, Alaya, tienes que asegurarte de que ella también quiera arreglar las cosas. No puedes hacer todo el trabajo tú sola.
Sus palabras fueron un recordatorio de que una amistad es de dos. No podía ser yo la única que pusiera esfuerzo en arreglar lo que estaba roto. Kiara también tendría que estar dispuesta a hacer su parte.
A lo largo de esos días, me encontré con opiniones divididas. Mientras Luisa, Celeste y Lucas me alentaban a seguir adelante, a dar lo mejor de mí para salvar mi amistad con Kiara, Clara y Sophie insistían en que tal vez era hora de dejarla ir. Sus consejos me hacían dudar, me hacían cuestionar si realmente estaba haciendo lo correcto.
Finalmente, después de escuchar a todas mis amigas, llegué a una conclusión: Quería intentarlo. Quería luchar por mi amistad con Kiara, pero también sabía que no podía hacerlo sola. Ella tendría que estar dispuesta a encontrarse conmigo a mitad del camino.
Los días pasaron, y aunque las opiniones de mis amigas seguían rondando en mi cabeza, me aferré a la idea de que Kiara y yo aún podíamos salvar lo que teníamos. Puede que no fuera fácil, pero si ambas queríamos, nuestra amistad todavía podía sobrevivir.
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Más Allá Del Silencio
Non-FictionAlaya Monroy vuelve a clases después de la pandemia, pero algo en ella ha cambiado. Antes era segura y confiada, ahora esconde bajo su sonrisa una oscuridad que nadie parece notar. Llena de inseguridades, atrapada en el dolor y la soledad, Alaya se...