Capítulo 9: Conversaciones Triviales

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Pov.

Después de desahogarse con Sophie, Alaya trató de retomar la normalidad en su vida diaria. Aunque los días pasaban, la tensión entre ella y Kiara persistía. Las peleas continuaban, y las palabras no dichas se acumulaban entre ellas como una sombra que no desaparecía. Sin embargo, con las demás chicas, las interacciones se mantenían en un equilibrio tenso pero funcional, evitando cualquier confrontación directa.

Alaya se encontró, más que nunca, buscando momentos de paz entre el ruido de su vida social. En medio de este torbellino emocional, Lucas se convirtió en un refugio inesperado. Aunque era un chico algo tímido y serio, su presencia siempre ofrecía un aire de calma. Con su cabello castaño ligeramente ondulado y sus ojos café, Lucas tenía una apariencia que inspiraba confianza, a pesar de su naturaleza reservada.

Un día, mientras Alaya se acomodaba en la mesa del almuerzo, notó que Lucas estaba sentado solo en una esquina. Ella sintió un impulso de acercarse. Con un ligero nerviosismo, se dirigió a él y preguntó: “¿Te importa si me siento aquí?”

“Claro”, respondió Lucas, con una sonrisa tímida. Su voz era suave, casi como si estuviera buscando no atraer demasiada atención.

Alaya se sentó y, al principio, hubo un breve silencio entre ellos. Sin embargo, fue Lucas quien rompió el hielo. “¿Has visto el último episodio de esa serie de ciencia ficción? Es bastante bueno”, preguntó, con un leve brillo de interés en sus ojos.

“Sí, lo vi. No esperaba ese giro en la trama”, respondió Alaya, sintiéndose aliviada de poder hablar de algo ligero. “El personaje principal me sorprende cada vez más”.

Lucas asintió, su seriedad habitual suavizándose. “Sí, es un buen giro. Me gusta cómo manejan el desarrollo de los personajes. A veces, creo que es más interesante que la acción misma”.

La conversación siguió fluyendo, tocando temas triviales como sus juegos de video favoritos, música y anécdotas sobre la escuela. Alaya se dio cuenta de que hablar con Lucas era refrescante; a pesar de que su forma de ser era más seria y reservada, había una conexión en esos momentos compartidos.

Mientras conversaban, Alaya dejó de pensar en las tensiones con Kiara y la confusión que la rodeaba. Lucas la hacía sentir cómoda, como si pudiera ser simplemente ella misma sin máscaras ni pretensiones. La amistad que habían compartido desde antes comenzaba a renacer, cada palabra creando un puente que parecía cerrar las brechas que había entre ellos.

El almuerzo continuó, y aunque el tiempo pasó volando, Alaya sintió que había encontrado un pequeño rincón de paz en medio del caos de su vida. Conversar con Lucas le dio un respiro y la esperanza de que, a pesar de las luchas en sus otras relaciones, había algo genuino y sencillo en su conexión.

Finalmente, cuando el timbre sonó, ambos se levantaron. “Deberíamos hacer esto más a menudo”, sugirió Lucas, con una mirada sincera en su rostro.

“Sí, me encantaría”, respondió Alaya, sintiendo que, tal vez, el camino hacia la sanación comenzaba en esos momentos simples y significativos. Aunque el futuro seguía siendo incierto, la amistad con Lucas le recordaba que no todo estaba perdido y que siempre había espacio para la esperanza en medio de la tormenta.

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