Pov. Alaya
Si tuviera que nombrar a alguien que realmente me conocía, sin dudar, sería Luisa. A simple vista, ella parecía una persona seria, responsable, rara vez haciendo promesas o alardeando de su lealtad. Pero eso es lo que la hacía especial. Luisa no necesitaba prometerme nada, porque su presencia siempre fue suficiente para mí. En mis momentos más oscuros, en aquellos donde ni siquiera podía mirarme al espejo, ella estaba ahí, sin juzgarme, sin empujarme a hablar si no quería, simplemente estando.
Luisa fue mi salvación cuando más lo necesitaba, aunque ella tal vez nunca lo supo. Siempre fue la única que logró escucharme realmente, que me dejaba desahogarme sin sentirse incómoda, sin pretender que tenía todas las respuestas. Mientras los demás parecían absorberse en sus propios problemas o dramas, Luisa era la que estaba ahí en silencio, brindándome un espacio seguro para ser yo misma. Y lo más importante de todo, ella era la única que conocía a la verdadera Alaya.
Me sorprende lo fácil que era estar con ella. Con los demás, siempre había una barrera, una incomodidad latente que nunca desaparecía por completo. Pero con Luisa, todo era diferente. No necesitaba fingir ni ocultar lo que realmente sentía. Si algo me atormentaba, ella lo sabía. Nunca necesitaba decirle todo con palabras, porque Luisa entendía sin que yo lo mencionara. Me daba espacio para cometer mis errores, me dejaba verlos, pero nunca me juzgaba por ellos.
Era ese tipo de persona que, con solo su presencia, lograba alejarme del caos de mi mente. Tenía una calma natural, una serenidad que parecía contagiarme, y por eso, cuando estaba con ella, me sentía bien. Sentía que todo podía mejorar, que no estaba sola en este lío de vida. A su lado, mis preocupaciones, mis inseguridades, no parecían tan grandes ni tan difíciles de manejar. Era como si Luisa lograra hacerme ver que, por mucho que el mundo me estuviera aplastando, siempre había una forma de levantarse otra vez.
Nosotras no éramos de las que se llamaban "mejores amigas". Ese término nunca resonaba con nosotras, especialmente porque, después de lo que había pasado con mis otras relaciones, tanto Celeste como Luisa entendían que no hacía falta ponerle un nombre grandilocuente a lo que teníamos. Éramos simplemente "socias". El trío que formábamos, Celeste, Luisa y yo, era perfecto. No necesitábamos etiquetas ni promesas vacías para saber que nos teníamos la una a la otra.
Con Luisa, a diferencia de otros, las peleas nunca fueron graves. Claro, tuvimos una que otra discusión, pero siempre supimos cómo manejar las cosas sin que se convirtieran en un problema mayor. Eso es lo que más valoraba de nuestra relación. Nunca hubo una traición, nunca una decepción. Luisa siempre estuvo ahí, dándome la mano cuando lo necesitaba, pero sin sobrepasar los límites de mi espacio personal. Siempre sabía cuándo acercarse y cuándo darme el espacio necesario para procesar todo por mí misma.
Había algo en nuestra conexión que era diferente a todo lo que había sentido antes. Luisa no solo me entendía, sino que me hacía sentir vista. Sabía que podía contar con ella, incluso en los días donde no quería contarle nada. Esa era la verdadera magia de nuestra relación: la tranquilidad de saber que, aunque no siempre estuviera hablando o desahogándome, Luisa seguiría estando ahí, incondicionalmente. Y eso es algo que jamás había tenido con nadie más.
Al final, Luisa fue un pilar fundamental en mi vida, una constante en un mundo lleno de inestabilidad. Me enseñó que, aunque muchas personas entran y salen de nuestras vidas, hay algunas que logran quedarse sin importar las circunstancias. Me hizo ver que no todas las amistades tienen que ser complicadas o llenas de expectativas imposibles. Y más importante, me demostró que aún es posible encontrar personas genuinas, aquellas que están ahí para ti sin esperar nada a cambio, solo por el simple hecho de ser quien eres.
Con ella, nunca me sentí sola, incluso en mis momentos más vulnerables. Porque al final del día, sabía que Luisa siempre estaría ahí, siendo la amiga que, sin proponérselo, cambió mi vida de la mejor manera posible.
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Más Allá Del Silencio
Non-FictionAlaya Monroy vuelve a clases después de la pandemia, pero algo en ella ha cambiado. Antes era segura y confiada, ahora esconde bajo su sonrisa una oscuridad que nadie parece notar. Llena de inseguridades, atrapada en el dolor y la soledad, Alaya se...