Capítulo 39: La inestabilidad del tiempo

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Pov.






El tiempo seguía avanzando, como un río que fluía sin prisa, llevándose consigo los momentos. Alaya se encontraba en una especie de limbo emocional, en el que cada día era una lucha entre mantener las apariencias y lidiar con la tormenta interna que se desataba en su mente. Aunque su relación con Kiara se había enfriado, había encontrado refugio en otras amistades que la ayudaban a sobrellevar su carga emocional.

Con el paso de los días, Alaya había comenzado a acercarse más a Clara. Había encontrado en ella una nueva confidente, alguien con quien podía desahogarse sin miedo a ser juzgada. Clara, por su parte, también parecía disfrutar de la compañía de Alaya. Juntas reían y compartían secretos, y por momentos, el peso de la soledad parecía más ligero.

Mientras tanto, la relación entre Alaya y Kiara era un enigma. A veces, parecían la pareja perfecta, disfrutando de momentos felices y compartiendo risas, pero otras veces, la tensión era palpable. Alaya se preguntaba cómo podían mantener esa inestabilidad, pero a la vez sentía que eso no era su preocupación. Ella estaba centrada en lo que estaba sucediendo en su propia vida.

Sophie, en su camino, había tenido que enfrentar algunos problemas. La presión del colegio y sus propias inseguridades la habían llevado a un punto de quiebre. Aunque Alaya estaba ahí para apoyarla, sabía que no había estado presente al 100%. La carga emocional que ambas llevaban era abrumadora, y aunque Sophie lo entendía, el sentimiento de culpa no dejaba de atormentar a Alaya.

Mientras tanto, el vínculo con Celeste y Luisa se había fortalecido. Pasaban más tiempo juntas, bromeando y riendo en los pasillos del colegio. Era un alivio que en medio de tanto caos, pudiera encontrar momentos de felicidad. Una tarde, mientras se sentaban en un banco del parque, Alaya no podía evitar sonreír al escuchar las charlas despreocupadas de sus amigas.

—Oye, ¿viste el último video de Blackpink? —preguntó Alaya, emocionada.

—¡Sí! —respondió Luisa, moviendo la cabeza con entusiasmo—. Son las mejores. ¿No te encantó la coreografía?

—¡Me encantó! No puedo dejar de intentar imitarla —dijo Alaya, riendo.

Celeste, que había estado un poco callada, se unió a la conversación con una sonrisa.

—Y hablando de grupos, ¿qué hay de BTS? No puedo esperar a que lancen su nuevo álbum —comentó, mirando a Luisa.

—BTS tiene algunas buenas canciones, pero no son mi tipo —respondió Luisa, encogiéndose de hombros.

—¿De verdad? —dijo Alaya, sorprendida—. ¿Y qué prefieres tú?

—La verdad, no tengo un grupo favorito en específico. Prefiero escuchar música variada —admitió Luisa, un poco tímida.

La conversación fluyó entre bromas y risas, y Alaya sintió que esos momentos la ayudaban a despejar su mente. Sin embargo, en el fondo, la ansiedad seguía acechando. La presión del colegio, las expectativas sociales y la falta de interés en su propia salud mental se acumulaban como una sombra oscura. A veces, se preguntaba si alguna vez podría sentirse completamente libre de esa carga.

Alaya había dejado de lado su bienestar. Las noches pasaban en vela, y aunque intentaba hacer lo correcto, la tristeza la consumía. A menudo se refugiaba en la música, buscando consuelo en las letras de sus artistas favoritos. A veces, pensaba que tal vez eso era suficiente; después de todo, la música siempre había sido un refugio.

Un día, mientras caminaba hacia casa con Clara, Alaya decidió que era hora de hablar.

—Oye, Clara, ¿tú crees que alguna vez podré volver a sentirme bien? —preguntó, sintiendo que las palabras salían más pesadas de lo que esperaba.

Clara la miró con seriedad.

—Alaya, todos tenemos altibajos. A veces parece que no hay salida, pero siempre hay esperanza. Y aunque no puedo entender completamente lo que sientes, quiero que sepas que estoy aquí para ti —respondió, su tono sincero y reconfortante.

Alaya sonrió débilmente. Las palabras de Clara le ofrecieron un poco de consuelo, pero la lucha interna seguía siendo fuerte.

—Gracias, Clara. A veces siento que me estoy perdiendo —admitió, sintiendo la vulnerabilidad al dejar escapar esas palabras.

—No estás sola. Todos hemos pasado por eso. Solo intenta cuidar de ti misma, y si alguna vez necesitas hablar, sabes que siempre puedes contar conmigo —dijo Clara, apretando su mano suavemente.

Mientras la conversación continuaba, Alaya se sintió un poco más ligera. Quizás no todo estaba perdido, quizás había un camino hacia la sanación. Pero, por dentro, sabía que aún había mucho trabajo por hacer.

Las semanas siguieron pasando, y la rutina del colegio se volvió cada vez más pesada. En uno de esos días grises, después de un largo día de clases, Alaya decidió que era momento de un cambio. Se sentó con Luisa y Celeste en el patio durante el almuerzo.

—Chicas, creo que necesitamos un plan. Algo que nos distraiga y nos haga olvidar el estrés del colegio —propuso, sintiendo que la energía comenzaba a fluir de nuevo.

—¿Qué tienes en mente? —preguntó Celeste, interesada.

—Podríamos organizar una noche de películas en mi casa. Traer snacks y ver nuestras películas favoritas. Así podemos relajarnos y divertirnos —sugirió.

Luisa sonrió, pareciendo entusiasmada.

—¡Eso suena genial! ¿Qué películas veríamos? —preguntó.

—Tal vez alguna comedia romántica. O algo de terror para mantenernos alerta —bromeó Alaya, sintiendo que la idea comenzaba a cobrar vida.

—Me parece perfecto. Yo traeré las palomitas —dijo Celeste, sonriendo.

—Yo llevaré las bebidas —agregó Luisa, tomando nota de todo.

A medida que organizaban la noche, Alaya se sintió llena de una emoción renovada. Quizás esas pequeñas decisiones y momentos de alegría podrían ayudarla a despejar la mente y darle un nuevo rumbo a su vida.

Sin embargo, mientras todo eso sucedía, una pequeña parte de su mente seguía preguntándose si algún día podría encontrar la paz interna que tanto anhelaba. Las sombras no desaparecían fácilmente, pero por un instante, en medio de las risas y la planeación, Alaya sintió que había una chispa de esperanza.

Y aunque aún quedaba un largo camino por recorrer, esa noche de películas podría ser el comienzo de algo nuevo, algo que podría ayudarla a encontrar el camino de regreso a sí misma.







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