9.

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Me encontré con la detective en ese bar en el momento más indicado, estaba navegando en una tristeza máxima después de perder a una paciente muy joven a quién le había tomado mucho cariño, aun estaba aprendiendo a lidiar con ese tipo de cosas en mi profesión. Volví a casa mucho más aliviado después de pasar una noche de juegos, fue realmente muy útil. A la mañana siguiente me desperté con un mensaje de papá para invitarme a cenar, si me seguía negando iba a caer de "sorpresa" a mi casa y no me parecía para nada buena idea.

—Me parece increíble lo mucho que te tengo que rogar para que vengas a cenar con tu padre —dijo dándome un abrazo cuando entré— me la pasó atrás tuyo todo el tiempo, yo que pensaba que ahora que estarías acá te iba a ver más seguido —dijo con una sonrisa, le entregué el vino y saludé a su novia que se acercó a darme un abrazo

—Ni un hola le vas a decir —dijo quejándose— por eso no quiere venir, si siempre lo estás regañando

—No lo defiendas por favor —dijo riendo— buen vino, es uno de mis favoritos —claro que lo sabía, mi misión siempre era darle en el gusto para que no tuviera como quejarse, pero a veces parecía imposible— Voy a buscar algo para abrirlo, quiero que me cuentes como van los días como profesional en una ciudad que no es casa, lo rápido que te adaptaste nuevamente a la ciudad, estoy muy feliz por ti hijo, no dejas de vencer obstáculos —solté una sonrisa, no tenía ganas de hablar de trabajo con él

—Se pone muy intenso —dijo su novia con una sonrisa, en la mesa del living había una foto "familiar" de la última vez que vino Bauti a visitarnos, aunque ellos tenían nula relación, a mi hermano no le importaba la existencia de papá, lo hacía solo porque mamá se lo pedía o porque me venía a visitar a mi— ¿Extrañas un poco Londres?

—Bueno, Nueva York es muy diferente, pero la verdad es que paso tanto tiempo trabajando que tampoco me da tiempo de extrañar, estoy haciendo muchas cosas todo el tiempo, cada vez con más confianza de mi jefe, eso me tiene contento —dije con una sonrisa, papá puso las copas en la mesa y Michelle me miró con una sonrisa

—¿Y el corazón? ¿Cuándo vas a traernos a tu novia? —preguntó Michelle riendo— no me digas que no hay nadie, porque es imposible que no tengas a una enamorada por ahí con esa facha —ella siempre se esforzaba mucho por ser buena con nosotros.

—No hay tiempo para eso en este momento Michelle, mi hijo está brillando en su profesión después de ser el primer lugar toda su vida —me miró— si hay una cosa que siempre estuvo orgulloso de ti, es que siempre fuiste el primero de la clase, preguntale a tu mamá... y tienes que darme un poco de créditos por eso, tiene mi cerebro —levantó la copa, exacto era el típico neurocirujano egocéntrico— Estoy feliz que ahora estás escribiendo tu propio camino con el apellido —no respondí nada, simplemente tomé un poco de vino— no pierdas el tiempo con esas cosas del amor, eres un tipo joven, luego vas a tener tiempo para enamorarte y tener un par de hijos

—Pablo! —Lo interrumpió Michelle— como vas a decir algo así.

—Es verdad, el amor es un estado lindo de la vida que te hace sentir de forma especial, pero también te quita tiempo y energía, Peter está en un momento muy provechoso de su carrera. Yo a su edad, en lo único que podía pensar era en innovaciones para el cerebro —me miró— y bueno ya habías nacido pero nunca fuiste un problema hijo, porque siempre fuiste un tipo brillante. Me llamó tu decano, de la universidad —se sentó en el sillón— Para decirme que no le parecía la idea que te vinieras a la ciudad y que había intentado convencerte a que te quedaras en el hospital de Londres, pensaba que yo te había metido cosas en la cabeza

—Si, tuvimos algunas charlas sobre eso, quería que me quedara allá —respondí con una sonrisa.

Siempre me sentía un tipo muy reducido al lado de mi papá, era un tipo con demasiado carácter, avasallador, de los hombre de otra época que se creían dueños de la razón absoluta, con el tiempo entendí que no hacía falta perder energías tratando de hacerlo cambiar de opinión, entonces le hacía creer que lo escuchaba, pero en realidad no era así, no le daba tanta importancia a las cosas que decía

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