34.

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La felicidad que me generaba tener a Lali conmigo en este momento no podía explicarlo, me conocía tan bien y me sentía tan afortunado por eso, cada vez que estaba agobiado por el exceso de trabajo en la universidad, aparecía ella como un rayo de sol a iluminar todo el lugar, cada vez estábamos más inseparables. Lali no era una persona excesivamente expresiva, es más, a mi me costó bastante poder conocerla y entender su forma de pensar, obviamente había una razón, nadie le había enseñado cómo se hacían las cosas, entonces cuando aparecía de la nada a visitarme en la universidad a las diez de la noche para que compartiéramos una hamburguesa después de un día intenso de trabajo sabía que era un acto de amor y que no necesitaba que me dijera un montón de palabras cursis, pero esta era su forma, lo aceptaba y entendía perfecto y me gustaba mucho más.

—¿La mía no tiene pepinillos? —pregunté con una sonrisa cuando la revisé

—Claro que no, es sólo hamburguesa con queso —dijo quitándose la chaqueta, se quedó con una musculosa blanca y la miré con una sonrisa— Hamburguesa solo queso, sin pepinillos, ni mostaza, ni ketchup —comenzó a imitar mi acento, le salía bastante bien, ya podíamos darle la nacionalidad

—¿Levantas pesas? —pregunté cambiando el tema.

—No —respondió con una sonrisa—Al comienzo de mi entrenamiento sí, porque estaba muy débil pero ahora estoy haciendo yoga todas las mañanas y me comencé a marcar un montón —dijo mirándome los brazos— En algún momento alguien va a descubrir este entrenamiento y se dará cuenta que es lo mejor que le puedes hacer a tu cuerpo, además sirve para la mente —suspiró— Tengo un trabajo muy denso

—Estás hermosa —dije con una sonrisa, yo era un permanente intenso, no entendía como ella me soportaba— ¿Cómo sigue tu caso?

—Avanzamos lento, pero seguro... es mejor así —dijo comiendo papas mientras se sentaba en la silla que tenía en mi escritorio— Finalmente tenía razón, así que todo el equipo está feliz con mi trabajo y van a pedir una extensión para que me quede un tiempo más, hoy hablé con mi jefe de acá, tengo muchos jefes —dijo riendo— En cada cuidad hay una persona a cargo mío, me preguntó si tengo intenciones de volver a Virginia o si prefiero quedarme acá

—¿Qué le dijiste? —pregunté sonriendo

—Que me encantaría quedarme acá, que me encanta la ciudad y que estoy cerca de una persona que me importa mucho —agregó mirándome— No puedo hablar demasiado de mi vida privada, porque inmediatamente van a poner sus narices en tu vida, ya sé que esto suena muy parecido a lo que vivimos en el colegio, pero esta vez es distinto, acá se pueden meter en tus cosas y no quiero eso, quiero que vivas tranquilo

—Está bien, yo creo en tu palabra —sonreí— Me encantan estas visitas, las necesito mucho

—¿Sigues con muchas cosas, no? —miró mi torre de libros y asentí

—Ayer quería llorar de lo cansado que estaba, me quemaban los ojos de leer, pero hoy obtuve calificación máxima, ya le tomé el ritmo, me costó, pero lo logré, tengo mis técnicas —sonreí y ella me miró con orgullo, estaba orgullosa de mí, lo sabía perfectamente

—Estoy orgullosa de ti Pipu —agregó sonriendo, yo la conocía como nadie, también estaba seguro de eso, era una de las únicas personas a quién ella le abrió su corazón— Siempre supe que ibas a lograrlo, no puedo esperar para verte con tu bata de doctor, ¿piensas trabajar acá? —preguntó

—No lo sé, me quedan muchos años de estudio, después de los cinco años de medicina, tengo que hacer mi internado de neurocirujano, voy a pasar muchos años en este lugar ¿Te gusta como para vivir, no? —comencé a joderla

—Si no viviera tan lejos de acá, me encantaría que te vengas conmigo Peter —me dijo dejando sus papas en el escritorio— Me encantaría comenzar y terminar mi día contigo todos los días, yo sé que está mal pero últimamente mi humor depende mucho si te voy a ver o no y estoy contando los días de cuanto falta para tener un tiempito. No entiendo porque la vida es tan mezquina con nosotros, hemos sido chicos buenos, obedientes y pacientes ¿Por qué no nos dan un premio? —preguntó, me quedé en palabras, no esperaba que ella me dijera algo así, entonces solté una sonrisa y suspiré

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