22.

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Desperté a las cinco de la mañana como todos los días, el olor a tostada ya estaba presente en el pasillo, me di una ducha rápidamente, regresé a mi habitación, hice la cama y dejé todo ordenado para ir a desayunar, papá estaba leyendo el diario con el ceño fruncido.

—Siguen permitiendo que esta ciudad se convierta en ciudad gótica —cerró el diario enojado— Y no hay nada que podamos hacer Mariana —miró su reloj— Estás tarde cinco minutos ¿Que pasó? —preguntó

—Hice mi cama —respondí

—¿Y? —preguntó sin entender mi respuesta

—Tarde un poco más de la cuenta, lo siento —dije mirando la taza de té, hubo un silencio incómodo en ese momento— ¿Vas a ir Bostón? —pregunté tratando de cambiar el tema rápidamente

—No, probablemente no, estamos haciendo otras cosas. Voy a Washington, tengo un par de reuniones importantes, pero aún no tengo claro si será por el día o tengo que pasar un par de días allá, en el caso que sea necesario le voy a pedir a la vecina que me de una mano contigo —no era necesario, estaba acostumbrada a hacer todas las cosas sola— Estás leyendo hasta muy tarde, duérmete más temprano —lo dijo con su tono de voz de orden

—Anoche estaba leyendo una novela y me atrapó, no me di cuenta, se me pasó el tiempo súper rápido —dije con una leve sonrisa

—Debe ser la razón por la que ahora estamos tarde cinco minutos —me interrumpió— La puntualidad es una de las cosas más importantes Mariana, desde que naciste te lo enseñé

—Lo sé —dije un poco triste— Lo siento

—Tengo mucho trabajo que hacer —suspiró— Esta ciudad no descansa y al parecer todo está peor cada día, ¿cuándo será el día que los políticos estarán a la altura de liderar el país más importante del mundo? —preguntó y me miró

—Es una buena pregunta —dije con una leve sonrisa, estaba pensando en que me demoré esos cinco minutos

En la cabeza de cualquier persona cinco minutos no era nada, en la mente de mi papá cinco minutos podía arruinar su día y efectivamente tenía razón, me quedé leyendo hasta tan tarde que no me levanté en cuanto el despertador sonó y seguramente perdí otro minuto en la ducha tratando de despertar. Terminé de desayunar y tomé mi mochila para salir al colegio, él me dejó en la esquina de siempre y luego caminé las diez cuadras de todos los días. Vi al chico nuevo bajarse de una camioneta Mercedes Benz, estaba sentado atrás así que seguramente tenía hasta chofer, era uno de los niños ricos que llegaban al país a quitarnos un cupo a quienes lo necesitábamos, quedó demostrado en la librería, estaba acostumbrado a hacer todo lo que se le diera la gana.

—Mariana —dijo el profesor con una sonrisa en cuanto entré— ¿Ya lo tienes decidido? Derecho es una muy buena carrera y por tus calificaciones...

—No, aún no —respondí, en realidad aún ni siquiera lo hablaba con mi papá, él siempre estaba hablando sobre las postulaciones del FBI— Tengo que ver a las becas que puedo postular, aún no termino la investigación completa, pero cuando tenga novedades te las daré —respondí

—Es británico, es hermoso, ¿qué más necesitamos saber? —decía Ashley siendo la persona más molesta del planeta, no había persona más ridicula y superficial que ella

—¿Sus gustos? —preguntaba una de sus esclavas— ¿Si sabe todo sobre Paris Hilton? —dijo riendo— No en realidad no, porque es británico, ¿quién es Paris Hilton para los británicos? —miré a mi profesor que soltó una leve sonrisa y revoleé los ojos para luego ir a mi puesto, todos los días agradecía ser invisible para esta manga de estúpidos

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