¿Salaz?

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//Por favor, leed la pregunta que os haré al final.//

Narra Dani

-¡Danielle!- Me giré, sin una sonrisa. Aunque, si me conocían, podrían ver mi estado de ánimo en mis ojos.- Oye, reina de las nieves, queríamos hablar contigo.- Dijo señalándose a si mismo y a su hermano.

-Claro. Los escucho Y ¿Reina de las nieves Freddie? ¿En serio?- Pregunté levantando una ceja. Él se encogió de hombros.

-Bueno, resulta que no soportamos a Umbridge.

-Y dentro de poco queremos irnos del colegio. Escaparnos. Claro, que apuraremos por el E.D.

-Queríamos que lo supieras.

-Eso, y que te pediremos una ligera ayuda.- En mi rostro, cruzó una pequeña sonrisa.

-Uy, cuidado reina de las nieves, que te derrites.

-No creas Weasley. El frío golpea fuerte. Y es mortal. Te da esperanzas, juega contigo. Luego aparece, d golpe, sin aviso previo. Y te destroza.- Respondí con una sonrisa malvada, y una voz gélida. Les di un casto beso en la mejilla en sus rostros sorprendidos, y me fui.

~~

Me encontraba sentada en los jardines, en la parte de atrás del castillo, donde poca gente iba. Llevaba un pantalón negro, una básica roja, un sweater de lana gris que no llega al pantalón y un abrigo abierto. En mis piernas, un libro titulado ''El Legado de la Serpiente''.

No lo leía realmente. Estaba observando el lago con una sonrisa. Imaginándome aquél lago, como el resultado de todo el cúmulo de lágrimas que una vez pude haber llorado. Cada una de esas gotas saladas, sumergidas entre otras lágrimas, camuflando mi dolor entre alegría y emoción. Solté un suspiro cargado de palabras no dichas, y me levanté. Eso era antes.

Ahora era fuerte. 

Sonreí con superioridad.

Avancé hasta el castillo y entré. Vi a mi hermano, entrando al despacho de Umbridge. Otra vez. Volví a suspirar y me dirigí a las mazmorras. Llegué al despacho de Severus, y entré sin llamar. Puse mi mejor sonrisa al verlo levantar la vista.

-Hola Sev.

-Hola pequeña leona. ¿Que te trae aquí después de tanto tiempo?- Sonreí culpable. Había estado a principios de año, cuando castigaron a mi hermano por primera vez, y ya era finales de invierno. Si, la navidad había pasado, el señor Weasley había sido atacado, y obviamente, todos habíamos ido a ver como se encontraba. Mi hermano y sus amigos habían creado el E.D. donde yo no era integrante. Lo que mi hermano iba a enseñar allí ya lo sabía. Aparte, era Slytheryn. Muchos desconfiarían. De mi. De mi casa. De mi mejor amigo.

-Hmm. Sirius.- Levanté la vista, que hasta poco había mantenido en el suelo. Y vi a Severus, con una sonrisa triste, abriéndome los brazos, para que fuera con él. Me acerqué, me senté en su regazo, y me acurruqué, mientras él me abrazaba. Me acarició el pelo. Consciente de que no lloraría. Aún así, me lo acarició. Lentamente, relajada por las caricias, me quedé dormida en el regazó de Severus, apoyada en su pecho.

Cuando desperté, no estaba ni en el despacho de Severus, ni con él. Estaba en una habitación de Slytheryn. Giré la cabeza a mi derecha, y sonreí. Theodore estaba a mi lado, bueno, estaba en el suelo, con la cabeza recostada en la cama, sobre sus brazos. Miré por la ventana, era de noche. El reloj marcaba las ocho. Fruncí el ceño. Theo debería estar cenando.

-Theo... Theodore... vamos despierta. Principito despierta...- Cuando medio abrió sus ojitos azul eléctrico, morí de ternura. Mi gran amigo, que tan respetuoso era, que no había ni dormido en su propia cama, porqué yo también estaba en ella, con el pelo negro, sus ojos azules hermosos, y una media sonrisa envidiable hacía que quisiera abrazarlo. Abrazarlo y no soltarlo jamás. Me hice a un lado de la cama, y le dejé un sitio, palmeandolo para que se tumbara.

Mi hermano es famoso (Harry Potter)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora