Brahms Heelshire

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|IF I FELL|

Si te doy mi corazón, desde el principio

Debo estra seguro que tú

Lo amarás más que ella

-The Beatles

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-Hola Brahms.- Saludaste al muñeco.- ¿Cómo dormiste?- La respuesta era la misma que todos los días desde que eras niñera de la porcelana: Silencio.- Yo casi no pude dormir, pero espero que hoy si pueda.- Lo dejaste sentado en la silla y le diste la espalda para ver qué había en la alacena.- ¿Qué te gustaría desayunar? Hay pancakes, sandwich o quizás un típico desayuno británico que siempre me queda asqueroso...- Lo volteaste a ver como si te fuese a hablar.- Si... los pancakes suenan bien.

Pusiste a reproducir tu playlist que te recordaba a tu país... A veces extrañabas ese lugar donde creciste, pero aquí tenías asegurada cierta estabilidad. Movías tu cadera mientras mezclabas los ingredientes, tarareabas y Brahms te observaba desde la pared con una sonrisa bajo su máscara.

-Aquí estan, espero te gusten.- Abandonaste la habitación y la cerraste detrás tuyo para que Brahms comiera. Tu comías en la mesa de la sala de estar y esperaste los usuales 50 minutos que la comida tardaba en desaparecer del plato, cuando así fue tomaste el último sorbo de tu café frío y te encaminaste a la cocina.- ¿Te gustaron los...-Al abrir la puerta de la cocina te encontraste con el verdadero Brahms Heelshire, un hombre alto, con polvo en la ropa y una máscara de porcelana.-...pancakes.

-_______...- Dijo el hombre con voz infantil y tú te quedaste inmovil y sin que la idea de correr cruzase tu mente.

-¿Brahms?- Diste un paso hacia atrás para estabilizarte.- Tu eres el verdadero Brahms Heelshire ¿No?- Él asintió lentamente temiendo de tu reacción.- Que bien.- Caminaste nuevamente al fregadero para empezar a lavar los platos y las cosas que usaste.- ¿Te gustaron?- Él asintió, un poco intimidado por tu actitud despreocupada.- Me alegro.- La cocina volvió a quedar en silencio y solo se oía los platos y el agua cayendo.-¿Porqué apareciste hasta ahora?- Cuestionaste.

-Quiero que me ames.- Aceptó y te quedaste tan inmóvil como cuando lo viste por primera vez, ignoraste esto y seguiste en lo tuyo.

-Ya veo...- Otra vez todo quedó en silencio, terminaste de lavar los platos, tomaste el muñeco y lo llevaste a la sala para escuchar música, tal y como lo decía la lista.-¿No vas a venir?- El enmascarado asintió enérgicamente y fue tras tuyo cual mascota, así mismo no se quiso sentar sino hasta que lo pedíste.-Siéntate, Brahms.- Él sentía un escalofrío por el simple hecho de que su nombre saliera de tu boca.-¿Qué te gustaría escuchar hoy?- Ojeabas los discos que había por ahí.

-A tí.- Lo volteaste a ver con duda.

-¿A mí?- Su cabeza se movió en afirmación.- ¿Quieres escucharme cantar? Yo canto horrible.- Frunciste el ceño con duda y él negó divertido.

-Háblame.- Pidió- Cualquier cosa, solo quiero escucharte.

-Esta bien.- Te acomodaste para verlo a los ojos.- Uhm... ¿Qué puedo decir?- Intentaste hallar un tema de conversción.- Bueno, mi nombre es _______ ________ soy de...- Así hablaste por casi una hora hasta que la alarma de tu celular te dijo que era hora de limpiar las trampas de las ratas en el patio.- Creo que tendremos que dejar mi monólogo para otro día.- Se escuchó un sonido de frustración que te pareció divertido.- ¿Me acompañas a limpiar las trampas?

Salieron al patio y Brahms se quedó lejos de donde pudiera ver aquellos animales que le daban repudio, mientras tú con esa sonrisa común en tí limpiabas sin mucho asco cada trampa alrededor de la mansión. Botaste los cadáveres de las ratas en el basurero, te quitaste los guantes y las botas antes de entrar para hacer el almuerzo. Como ya era rutina, pusiste tu playlist y emepzas a improvisar con las cosas que había en la alacena.

El hombre, hipnotizado por tí desde la primera vez que te vió entrar por las puertas de madera de la mansion, con el sonido de tu voz que era mejor que cualquier melodía, que cualquier sonata o requiem. Con tu perfume que inundaba el lugar donde pasabas, tu pasión por hacer cualquier cosa. Lo hicieron caer ante tu sola prensencia sin siquiera conocerte y ese amor que rozaba los límites de la obsesión hizo que se revelase ante tí solo para gozar de tu tacto por la envidia que le producía que el juguete de porcelana recibiera toda tu atención cada día desde hace meses.

-Brahms, es hora de ir a dormir.- Le dijiste cuando terminaste de leer uno de los tantos libros de la biblioteca Heelshire. Él susodicho estaba recostado en tus piernas mientras acariciabas su cabello.- Voy a graduar el agua, pero necesito que te levantes por favor.- Así comonlo pediste se levantó y te siguió por el pasillo y las escaleras, te vió sentada en el borde de la bañera midiendo el agua que no esté muy fría ni muy caliente, cuando estuvo le pediste que se desvistiera y se metiera en la tina.

Tu saliste para buscar algo que se pudiera poner para dormir, optaste por unas pijamas que habías lavado del señor Heelshire al volver el tenía aún la máscara puesta y veía la espuma pero tenía la mirada perdida.

-Ya volví, Brahms.- Te anunciaste y rápidamente fijó su mirada en tí, en tus pasos delicados como si caminases entre nubes y lo hermosa que te veías con el cabello recogido y las mangas de tu camisa arremangadas hasta tus codos para ayudarle a bañarse, es decir, no es como si él no supiera, si no que anhelaba tu toque más que nada.

Aplicaste el shampoo en tus manos y empezaste a masajear, no sin antes pedirle que restragase su cuerpo con una esponja. Abriste la regadera y juagaste la espuma, te tomaste la libertas de definir sus rizos con acondicionador.

-¿Podrías quitarte la máscara?- Él te vió con terror.- Si quieres me daré la vuelta y no te miraré, solo necesito que la limpies.- Heelshire asintió y tu te diste la vuelta esperando alguna señal de que ya había terminado.

Unos minutos más tarde ya estabas en tu habitación con él acobijado ya que en su propia cama no cabía.

-Que duermas bien, Brahms.- Le diste un beso en la frente y te levantaste para arreglar otra habitación para tí, pero tomó tu mano y te tiró a su lado.

-Quédate, por favor.- No podías negarle eso a alguien que no ha tenido contacto humano hace más de... quién sabe cuánto.

-Esta bien, déjame ir por mi pijama.- Así lo hiciste y él te esperó ansioso por tenerte a su lado. - Que descanses.- Le diste otro beso y te diste la vuelta, el te abrazo por la espalda y sentiste que quitó su máscara de porcelana, preferiste no voltear a verlo y cerrar tu ojos para dormir entre sus brazos.

Él sentía su pulso acelerado y un nerviosisimo inexplicable cada vez que estaba cerca tuyo, y ahora te tenía entre sus brazos algo con lo que fantaseó. No te dejaría ir nunca, te amaba y necesitaba que fuera recíproco, por lo que te enamoraría de una u otra forma con el paso de los días.

|FINAL GIRL!|  •Slasher's One Shots•Donde viven las historias. Descúbrelo ahora