CAP 18

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Danna estaba decidida a no ir con Valeria y Emma.

—Yo no iré —dijo con firmeza.

—Mejor para nosotras que no vayas —respondí, mirándola directamente a los ojos, dejando claro que no la quería cerca.

Valeria se encogió de hombros, dándole un tono dulce a su voz.

—Bien, ya vámonos, Emma.

Valeria y Emma ya tenían un buen rato que José habían ido, Danna sabía que ese día llegaría Nicólas a la mansión así que decidio esperarlo así que se fue a la habitación de Valeria a esperar que llegara, y después de un buen rato, llego. Tan pronto como llegó y se instaló en su oficina, ella no perdió tiempo en aparecer por allí. Entró sin tocar la puerta y cerró tras de sí.

—¿Qué estás haciendo aquí, Danna? —preguntó Nicolás, frunciendo el ceño.

Danna se acercó lentamente, con una sonrisa en los labios y los ojos brillantes.

—He estado esperando que volvieras. ¿No te has dado cuenta? —murmuró, deslizando sus dedos por el escritorio hasta llegar al borde.

—No estoy de humor para juegos, Danna —respondió él, con tono serio, apartándose ligeramente.

Ella no se detuvo. En cambio, se acercó más, invadiendo su espacio personal, y apoyó una mano en su pecho.

—¿Y si te digo que no vine para jugar? —susurró antes de inclinarse para besarlo.

Nicolás reaccionó rápidamente, agarrando sus muñecas y apartándola.

—No, Danna. Esto no puede pasar —dijo, con voz firme. Pero Danna no aceptaba un "no" por respuesta. Aprovechó un momento de vacilación y volvió a besarlo, esta vez con más intensidad.

Justo en ese instante, la puerta de la oficina se abrió de golpe, revelando a Emma y Valeria. Emma se quedó inmóvil, con el corazón encogido al ver a Danna besando a Nicolás. Por un segundo, el aire se congeló, y el rostro de Emma palideció de la sorpresa y el dolor.

Valeria reaccionó primero, jalando a Emma del brazo.

—Vamos, Emma. No tenemos nada que hacer aquí —dijo en un tono frío, intentando proteger a su amiga del sufrimiento que la escena estaba causando.

Emma, con el pecho apretado, salió corriendo, sintiendo las lágrimas ardiendo en sus ojos. Subió las escaleras hacia su habitación, cerró la puerta y echó el seguro. Nicolás, dándose cuenta de lo que había sucedido, empujó a Danna para apartarla y salió tras Emma.

Al llegar a la puerta de su habitación, golpeó varias veces.

—Emma, por favor, abre la puerta. Déjame explicarte —pidió desesperado, pero Emma no respondió.

Después de varios intentos fallidos, Nicolás decidió esperar hasta la noche para intentar hablar con ella de nuevo. Mientras tanto, regresó a su oficina, sintiéndose atrapado en una situación que no había planeado y que le estaba costando.

Horas más tarde, Ben, su subordinado, entró en la oficina con un gesto preocupado.

—La señorita Emma no ha salido de su habitación ni ha comido nada —informó.

La noticia hizo que Nicolás subiera rápidamente las escaleras y forzara la puerta para entrar. Emma lo miró con lágrimas en los ojos, llena de rabia.

—¡No tenías derecho a entrar! —exclamó, dándole la espalda.

Nicolás no dijo nada más. La tomó por la muñeca, la giró hacia él y, sin poder contenerse, la besó con una intensidad fogosa. Emma al principio trató de empujarlo, pero la pasión que ardía entre ellos era innegable.

Sin embargo, cuando el beso se volvió más profundo, Emma lo empujó, interrumpiendo el momento.

—Esto no soluciona nada, Nicolás —dijo con voz quebrada.

Él la miró con una mezcla de desesperación y amor, sabiendo que había cruzado una línea complicada, y que si no hacía algo más, podría perderla para siempre, pero aún así sus labios querían impactar con lo contrarios nuevamente así que la volvió a besar. Y justo en ese momento Nicólas se dio cuenta que Emma sería su debilidad

Mafia y Debilidad Donde viven las historias. Descúbrelo ahora