CAP 16

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Habían pasado 3 semanas desde lo sucedido últimamente Nicólas y yo salíamos a citas y a cenar, pero  estos últimos dos día  no lo he visto según Ben es que está ocupado con el trabajo y algunas mercancías.

Así que ahí estaba yo en el patio tomando un poco de sol al lado de la piscina, Valeria no estaba. Así que en estos momentos solo estaba yo y los subordinados, o eso creía yo cuando escucho la voz varonil del chico que me traía loca.

— ¡Emma!— grito desde la sala

— ¡Estoy en la piscina!— grite para que me pidiera escuchar

— Hola ¿Todo bien?— dice mientras se sienta en una de la tumbonas

— si, bien ¿Y tu?— dije mientras lo veía a los ojos

— bien solo problema del trabajo ¿Quieres salir hoy?— dice mientras coloca una se sus manos en mi espalda y yo me erizo ante su toque

— s...si— dije nerviosa

— bien, arreglate iremos a cenar ¿Algo en especial que quieras comer?— dice mientras se levanta

— mmm, ¡pasta!— digo emocionada

— bien, entonces comeremos pasta— me afirma y se va

La tarde pasó rápidamente mientras me preparaba para la cena. Fui al baño,  Después de darme una ducha rápida, me puse un vestido negro sencillo, pero elegante, con unos tacones bajos que combinaban. Quería verme bien, pero sin exagerar.

Cuando estaba lista, bajé las escaleras y lo encontré esperando en la entrada. Llevaba una camisa blanca remangada y pantalones oscuros. Al verme, sus ojos se iluminaron con una sonrisa.

— Te ves hermosa — dijo mientras me ofrecía el brazo. Me aferré a él, sintiendo una ligera descarga de electricidad.

Llegamos a un pequeño restaurante italiano, uno de esos lugares con luces tenues y música suave en el fondo, que le daban un aire romántico. Nos sentamos en una mesa junto a una ventana que daba a un jardín encantador. Nicolás pidió vino para acompañar la cena, y yo escogí una pasta carbonara.

— Entonces, ¿qué ha pasado en el trabajo? — pregunté con curiosidad, buscando romper el silencio cómodo que se había instalado entre nosotros.

— Ha habido algunos retrasos con los envíos y complicaciones con ciertos clientes — explicó, tomando un sorbo de su copa —. Pero nada que no pueda resolverse. Aunque, sinceramente, he estado pensando en otra cosa.

— ¿Ah, sí? — respondí, arqueando una ceja —. ¿Y qué es eso?

— En ti — contestó sin rodeos, sosteniéndome la mirada. Mis mejillas se colocaron rojas de inmediato.

— Yo... bueno, tú también has estado en mi mente — admití en voz baja, con una sonrisa tímida.

Nicolás se inclinó un poco hacia adelante, apoyando sus codos sobre la mesa para darme un beso pero fue interrumpido por el mesero.

— aquí está el vino— entrego dos copas y un vino— y aquí está su comida mi bella dama— el mesero me sonrió— aquí está la suya señor— coloco el plato de Nicolás en la mesa y se fue

El ambiente se sintió más tenso cuando el mesero se alejó. La sonrisa de Nicolás había cambiado, y ahora sus ojos brillaban con un toque de algo más... ¿celos? Sin decir una palabra, tomó un sorbo largo de vino, dejando la copa en la mesa con un leve golpe.

— Parece que le caíste muy bien al mesero — comentó, su voz más baja y profunda. Estiró una mano hacia la mía y la sostuvo con firmeza, casi posesivamente.

Levanté la vista, notando la seriedad en su expresión.De alguna manera me gustaba ese lado posesivo de él.

— Tal vez sí, pero no soy yo la culpable  — respondí con una sonrisa juguetona, dándole un ligero apretón a su mano. — Estoy aquí contigo, Nicolás.

Sus ojos se suavizaron un poco, pero su mano no soltó la mía. La apretó más fuerte, como si quisiera asegurarme de que no iba a ir a ningún lado. Se inclinó hacia mí nuevamente, su mirada intensa y fija en mis ojos.

— Me alegra saberlo, Emma — susurró —. No quiero compartirte con nadie.

El tono posesivo en su voz me hizo sentir una mezcla de emoción y adrenalina.

— tranquilo tigre— dije juguetonamente

Justo cuando el ambiente parecía relajarse, el mesero volvió a acercarse a nuestra mesa con una sonrisa demasiado confiada en su rostro.

— ¿Todo está a su gusto, bella dama? — preguntó, ignorando deliberadamente la presencia de Nicolás. — Si necesita algo más, no dude en pedírmelo, estaré encantado de atenderla personalmente.

El comentario descarado hizo que la mandíbula de Nicolás se tensara. Sentí su mano apretar la mía con más fuerza, y pude notar un destello oscuro en su mirada. Con un movimiento lento Nicolás llevó su otra mano hacia el interior de su pantalón, donde guardaba su pistola. No la sacó del todo, pero la dejó lo suficientemente visible como para que el mesero la notara.

— Creo que mi dama está muy bien atendida por mí — dijo Nicolás, su voz baja y peligrosa, sin apartar la mirada del mesero. — ¿Verdad, Emma?— yo asentí sintiendo un poco de adrenalina

El mesero palideció al ver la pistola parcialmente visible y retrocedió un paso, claramente intimidado.

— P-Por supuesto, señor — tartamudeó, con la voz temblorosa. — Disculpen la interrupción. Que disfruten su cena.

Se retiró apresuradamente, y yo miré a Nicolás, quien mantenía la calma pero seguía con esa mirada oscura.

— Nicolás, no tenías que hacer eso — dije suavemente, aunque parte de mí se sentía halagada por su actitud protectora.

— No me gusta cuando alguien no sabe cuál es su lugar — respondió, guardando nuevamente la pistola y relajando su expresión. Luego me miró con una sonrisa que parecía pedir disculpas. — No permitiré que nadie te falte al respeto, Emma. Eres mía.

Mafia y Debilidad Donde viven las historias. Descúbrelo ahora