CAP 26

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Emma y Valeria habían salido debido a que hoy sería tarde de chicas, Nicólas la acompañaría pero recordó que el día de hoy uno de sus socios y su mano derecha irían a la mansión se quedarían esa noche ya que el día siguiente se haría una fiesta de beneficencia.

La puerta fue tocada y Nicólas termino de filmar unos pañales para decir luego decir pase dejando ver a Ben en la puerta

— jefe, el señor Rut y la señorita Maira están aquí— anuncio con una voz tranquila.

— muy bien, ahora no los puedo atender, guialos hasta su habitación— dijo sin mirar a Ben enfocado en sus papeles.

Nicolás dejó que Ben guiara a Rut y Maira a sus habitaciones, mientras él se quedaba en el estudio terminando algunos asuntos pendientes. Maira le gustaba desde hacía mucho tiempo, pero la realidad era que sus sentimientos habían cambiado con el tiempo. Ahora, la veía más como una amiga cercana, aunque no parecía que ella hubiera aceptado del todo esa transformación.

Esa tarde, cada uno de los invitados se acomodó en sus habitaciones, aprovechando un momento para descansar antes de la cena.  Nicolás estaba en su estudio revisando unos documentos cuando la puerta se abrió despacio y apareció Maira, con un vestido provocativo que parecía elegido con intención. Él levantó la vista, sintiendo de inmediato un cambio en el ambiente.

—¿Necesitas algo, Maira? —preguntó con voz neutral, aunque sus ojos la observaban con un atisbo de sospecha.

Ella avanzó lentamente, dejando que sus tacones resonaran en el silencio de la habitación, hasta quedar frente a él. Una sonrisa insinuante apareció en sus labios.

—Solo pensé que podríamos pasar un rato juntos… como solíamos hacerlo —dijo, inclinándose hacia él, permitiendo que su perfume lo envolviera.

Nicolás sintió la presión del momento, pero su mirada se endureció. Sabía bien lo que Maira intentaba hacer y no estaba dispuesto a caer en el juego. Retrocedió un paso, sus ojos fijos en los de ella.

—Maira, no sigamos con esto. Lo que hubo entre nosotros terminó hace mucho tiempo. No me interesa reavivar algo que ya está muerto —respondió con frialdad, sus palabras tan cortantes como su expresión.

Ella, lejos de desanimarse, se acercó más, poniendo una mano en su pecho.

—¿De verdad? —susurró, con una voz cargada de desafío—. Porque parece que aún no me has sacado del todo de tu sistema.

Nicolás apartó su mano con un gesto firme, su expresión se volvió más oscura.

—Estoy muy seguro —replicó, casi con desdén—. No te confundas, Maira. Lo que quieres no va a pasar.

El rostro de Maira se tensó, su mirada se volvió fría, y sin decir una palabra más, giró sobre sus tacones y salió del despacho, la puerta cerrándose de golpe tras ella.

Esa noche, después de que Maira se fue, Nicolás intentó concentrarse en su trabajo, pero sabía que tenía que hablar con Emma antes de que alguien más lo hiciera. La conocía lo suficiente como para saber que preferiría enterarse por él. Cuando Emma regresó con Valeria después de su salida, él la esperaba en la sala.

—mi flor, necesito hablar contigo —dijo, su tono serio. Ella frunció el ceño, percibiendo que algo había pasado.

—¿Qué ocurre, amor? —preguntó con cierta inquietud mientras se quitaba el abrigo y lo colgaba en el perchero.

—Es sobre Maira. Ha venido a verme hoy —comenzó, observando cómo el rostro de Emma cambiaba rápidamente a una expresión de sorpresa y luego a una mezcla de celos e incomodidad.

Emma sabía que Maira y Nicólas habían tenido algo en el pasado, esto se lo dijo el mismo ya que no quería que Emma se sintiera mal por no contárselo.

—¿Y qué quería ella? —inquirió Emma, con un tono que no lograba disimular su molestia.

Nicolás dejó escapar un suspiro antes de responder.

—Vino a intentar... retomar algo que quedó en el pasado. Se presentó en mi estudio e insinuó que podríamos "pasar un rato juntos" —admitió, manteniendo su mirada fija en ella para que viera la sinceridad en sus ojos—. Le dejé claro que eso no iba a pasar.

Emma entrecerró los ojos, sus labios apretándose en una fina línea.

—¿Y eso es todo? —replicó, su tono cargado de escepticismo y un toque de sarcasmo—. ¿Qué tan convincente fuiste, Nicolás?

—Emma, no hay nada entre Maira y yo. Te lo dije desde el principio —respondió él, dando un paso hacia ella, aunque manteniendo su distancia para no parecer intimidante—. No quiero que te sientas insegura por alguien que no tiene ningún lugar en mi vida.

—Pero lo tuvo, Nicolás —interrumpió Emma, su voz quebrándose ligeramente—. No puedo evitar sentirme así. Ella sabe lo que hubo entre ustedes, y parece dispuesta a aprovecharlo.

Nicolás dio un paso más y tomó las manos de Emma entre las suyas, su mirada firme y sincera.

—Ella puede intentar lo que quiera, pero mi decisión es clara. Tú eres la única que importa para mí ahora. No permitiré que alguien como Maira se interponga entre nosotros —dijo con una voz que no dejaba espacio para la duda.

Emma lo miró a los ojos, buscando algún rastro de incertidumbre, pero lo único que encontró fue una convicción inquebrantable. Sin embargo, el miedo y los celos no desaparecieron por completo, pero sí se atenuaron.

—Solo espero que lo que dices sea verdad, Nicolás. No podría soportar una traición —susurró, su voz teñida de tristeza.

Él la atrajo hacia sí, envolviéndola en un abrazo firme y reconfortante.

—Nunca te traicionaría, Emma. Eso te lo prometo —dijo en voz baja, mientras la acunaba contra su pecho, sintiendo cómo ella finalmente se relajaba en sus brazos.

Nicolás tomó la mano de Emma y la guió hacia su habitación, cerrando la puerta suavemente detrás de ellos. Sin soltar su mano, la miró con ternura, sus ojos transmitiendo un profundo deseo de consolarla y asegurarse de que ella se sintiera segura a su lado.

—Quiero que sepas cuánto significas para mí, Emma —dijo en voz baja mientras se inclinaba hacia ella, rozando sus labios con un beso suave y cálido.

Emma respondió a su beso, sintiendo cómo la tensión en su cuerpo empezaba a disolverse. A medida que sus labios se encontraban una y otra vez, los besos se volvieron más intensos, cargados de una pasión que ambos compartían desde hacía tiempo. Nicolás la rodeó con sus brazos, atrayéndola más cerca, como si quisiera borrar cualquier distancia que pudiera existir entre ellos.

—No quiero que esto sea solo una forma de distraerte de lo que pasó antes —murmuró—. Quiero que sientas cuánto te amo, y que no hay nadie más para mí.

— Nick,  quiero...quiero que me hagas el amor...








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