CAP 9

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Pasaron algunos días. Me habían asignado un cuarto, bastante modesto pero mucho mejor que la celda en la que me habían mantenido antes. No tenía mucho contacto con nadie, salvo cuando me llamaban para interrogatorios breves o para que entregara más información sobre mis padres. Sentía que me estaba perdiendo a mi misma

Nicólas seguía siendo un enigma para mí. Cada vez que lo veía, me recordaba lo peligrosamente cerca que estaba del abismo, pero también notaba algo más en él. Su comportamiento era frío y calculador, pero había momentos, breves destellos, en los que parecía dejar ver algo más. Un tipo de vulnerabilidad que él ocultaba cuidadosamente.

Una tarde, me encontraba en el patio, tratando de disfrutar un poco del aire fresco, cuando lo vi aparecer. Caminaba hacia mí, estaba fumando y su mano libre en los bolsillos, con esa postura segura que siempre mantenía. No podía evitar sentir una mezcla de emociones cuando lo veía: miedo, frustración, y algo más... algo que no quería admitir.

— Te ves menos asustada de lo habitual —dijo cuando se acercó, su tono más relajado que de costumbre

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— Te ves menos asustada de lo habitual —dijo cuando se acercó, su tono más relajado que de costumbre.

— Tal vez estoy aprendiendo a convivir con el miedo —respondí, intentando mantener la calma.

Nicólas me observó durante un momento, como si estuviera tratando de entender qué era lo que me hacía funcionar. Ese análisis frío que siempre me ponía nerviosa.

— Eso es bueno —comentó—. Te mantendrá viva.

Nos quedamos en silencio un momento. No sabía qué más decirle, y su presencia seguía siendo intimidante. Pero de algún modo, había algo en él que me hacía sentir más tranquila que el resto de su gente. Tal vez era el hecho de que, a pesar de todo, él había sido el único que me había dado una oportunidad, incluso si era por razones puramente estratégicas.

— ¿Por qué sigues ayudándome? —pregunté de repente, sin pensar demasiado en las palabras.

me miró de reojo, sorprendido por la pregunta.

— No te estoy ayudando —respondió, cruzando los brazos y tirando su cigarro —. Solo estoy usando lo que me es útil.

— Entonces, ¿por qué no me mataste el primer día? —insistí, sintiendo que había más detrás de su frialdad de lo que él quería admitir.

Hubo un momento de silencio. Parecía que estaba considerando si debía responder o no.

— Porque vi algo en ti —dijo finalmente, su voz baja y seria—. Algo que me hizo pensar que podías ser más que solo una víctima. Pero no te equivoques, eso no significa que confíe en ti. Solo que prefiero mantenerte cerca, por si demuestras ser lo que creo que podrías ser.

Su respuesta me dejó confundida. Había algo más en sus palabras, algo que no podía descifrar del todo, pero hizo que mi corazón latiera más rápido.

A partir de ese día, nuestras interacciones comenzaron a cambiar lentamente. Aunque seguía siendo distante y duro conmigo, había momentos en los que lo veía bajar la guardia, pequeños detalles que me hacían ver que Nicólas no era simplemente un villano frío y calculador. Me encontraba a mí misma pensando en él más de lo que debería, observando cómo movía cada pieza en este peligroso juego en el que ambos estábamos atrapados.

Poco a poco, me di cuenta de que no solo lo temía, sino que empezaba a sentir una extraña atracción hacia él. Era ridículo, lo sabía. Estaba enamorándome del hombre que, en cualquier momento, podría decidir que ya no le era útil y acabar con mi vida. Pero había algo en él, una oscuridad que me atraía, una lucha interna que podía percibir cada vez que estábamos juntos.

Una noche, después de otro interrogatorio donde me había presionado para obtener más información, me acompañó de regreso a mi habitación. Mientras caminábamos, el silencio entre nosotros se hizo más pesado de lo habitual, como si ambos estuviéramos pensando en cosas que no nos atrevíamos a decir.

— Sé que es difícil para ti —dijo de repente, su voz más suave de lo que la había escuchado antes—. Estar en este lugar, lejos de todo lo que conocías.

Me detuve y lo miré. Sus ojos, normalmente tan fríos, parecían reflejar algo de comprensión, una empatía que no esperaba de él.

— No me das muchas opciones —respondí con un leve sarcasmo, tratando de ocultar la mezcla de emociones que sentía.

soltó una pequeña sonrisa, la primera que había visto en él desde que lo conocía.

— No, supongo que no —admitió—. Pero estás sobreviviendo, y eso es más de lo que muchos pueden decir en este lugar.

Nos quedamos en silencio un momento más, mirándonos a los ojos. Mi corazón latía con fuerza, y por un segundo, pensé que tal vez, solo tal vez, había algo más entre nosotros que no habíamos querido admitir. Pero antes de que pudiera decir algo más, él dio un paso atrás, rompiendo el momento.

— Buenas noches —dijo, su tono volviendo a ser el de siempre, y se giró para marcharse.

Lo observé alejarse, sintiendo cómo una mezcla de frustración y anhelo se acumulaba dentro de mí. No podía creer lo que estaba pasando. Me estaba enamorando del hombre más peligroso que había conocido, y lo peor era que no sabía si alguna vez él sentiría lo mismo por mí.

Mafia y Debilidad Donde viven las historias. Descúbrelo ahora